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Jorge Zermeño: la antipatía de un alcalde infeliz

Coahuila / Coahuila Principal / Opinión / Slider / 9 junio, 2020

Por: Marcela Valles

¿Qué le pasa a Jorge Zermeño que su rostro refleja tanto aburrimiento y tanta insatisfacción? ¿Por qué parece aprovechar cada oportunidad para demostrarle a la ciudadanía su desinterés por los asuntos públicos y hasta el fastidio por sus propias responsabilidades? No sabemos si en lo personal la vida le ha quedado a deber, pero en lo político es uno de los hombres a quienes la fortuna les ha bendecido con abundancia, dándole un puesto público tras otro, esté o no capacitado.

A pesar de lo bien que le ha ido en toda su carrera recibiendo salarios públicos, el clima personal de Jorge Zermeño es de acritud, de desazón, y lo proyecta y lo dice en los actos públicos, pero también lo externa en eventos muy importantes con inversionistas que realizarán proyectos inmobiliarios en Torreón.

Es el caso de un grupo de empresarios de la ciudad de Guadalajara que llevarán a cabo un proyecto muy grande, ubicado cerca del TSM a la salida a San Pedro.

Los inversionistas se reunieron con el alcalde para manifestarle sus inquietudes en torno a los permisos de construcción y toda la tramitología que tienen que llevar a cabo, la cual, por obra y gracia de direcciones como la de Desarrollo Urbano, que dirige Aldo Villarreal, suele tardar hasta seis meses, tiempo del cual no disponen y desean avanzar con mayor prontitud y eficiencia.

Es en este tipo de reuniones donde Zermeño Infante debería dar una imagen de dinamismo y de buenas relaciones, pero se pone quejoso, agrio y expone lo que él considera como sus problemas de gobierno, llegando a decir que él hace su mejor esfuerzo, pero no lo dejan hacer mucho, tanto el gobierno federal como el estatal.

Se queja de que sus relaciones con el gobernador Miguel Riquelme Solís no van bien, lo cual lejos de interesar a los inversionistas, los debe de inquietar.

Critica que se vayan a construir pasos a desnivel en cruceros conflictivos, como Cuatro Caminos, o en prolongación Abastos y Boulevard Independencia, porque en Torreón no hay vías alternativas de circulación y se le va a provocar un caos vial.

En sus penas añade que para el programa “vamos a michas” su gobierno ya puso lo que le toca, pero el gobierno estatal no ha puesto todo lo que le corresponde, por lo que él no puede hacer más porque “no lo dejan gobernar como él quisiera”.

Los inversionistas lo escuchan, pero a ellos lo que les importa es que los funcionarios municipales no los paralicen con su tramitología, no tienen interés en otro tipo de situaciones.

Un alcalde no puede recibir a un grupo foráneo de inversionistas para quejarse de que no lo dejan gobernar, cuando ha tenido tanta libertad que trae todo un desorden en las finanzas municipales.

Tampoco parece ser el lugar adecuado para ventilar si tiene buenas o malas relaciones con los gobiernos estatal y federal, pues, si se ven las cosas con detenimiento, son muchas las personas y las instancias con las cuales tiene malas relaciones o relaciones muy difíciles.

MUCHAS MALAS RELACIONES

La relación de Jorge Zermeño con los medios de comunicación es difícil. Es un alcalde a quien evidentemente le disgustan los medios y sólo accede a hablar con ellos con desgana, a la defensiva y con un estilo de regaño, que descalifica todos los cuestionamientos hacia su administración.

Nunca se le ve de buen humor, relajado.

Si lo cuestionan en relación al porqué se trató de imponer una serie de tarifas mucho más altas y diferenciadas en las llamadas “licencias de funcionamiento”, afirma que no vale la pena seguir hablando del tema, que la tarifa final que se cobrará es mínima, y lo hace en un tono molesto, cuando realmente se pretendió abusar en el cobro y la CANACOTO tuvo que protestar y parar las nuevas tarifas.

Si le cuestionan en torno al feminicidio en la ciudad, un tema sumamente delicado, se justifica, afirma que han logrado disminuir todos los delitos del orden común, lo que además no es cierto y que en el caso del homicidio no se puede hacer nada, a menos que se tenga un policía detrás de cada persona, cuando el tema del feminicidio está en su punto más candente a nivel nacional.

Si un grupo de colonos protesta porque están teniendo carencia de suministro de agua, niega que eso sea cierto y los descalifica.

Si algún reportero o reportera le cuestiona sobre un tema que no le agrada, sencillamente no le responde y lo ignora o le pide que se dirija a Comunicación Social, que sólo responde a través de comunicados escuetos, oficialistas y a modo, si es que responde.

Sus dos posturas más frecuentes ante los temas incómodos es negar la situación y descalificar.

Ha descalificado lo mismo a colonos que a organismos empresariales, utilizando en algunas ocasiones un lenguaje agresivo, como trató de descalificar a los comerciantes del Centro Histórico.

Si en cualquier evento público es cuestionado sobre los problemas financieros en SIMAS y el deterioro del servicio, simplemente elude el tema de mal modo.

Cuando el incremento desproporcionado a las tarifas del transporte público, argumentó molesto que “todo ha subido” y los servicios tienen que tener un incremento.

El año pasado, en un arranque de cólera, se presentó personalmente en un retén que había colocado el gobierno en el boulevard Independencia, para la revisión de automóviles con placas vencidas. Llegó hasta el lugar y a gritos ordenó que quitaran los conos y que se retirara el retén, cuando su gobierno duplicó en 2019 las multas de tránsito, recaudando más de 50 millones de pesos sólo por ese concepto, más de 4 millones de pesos en promedio al mes.

En los días siguientes el gobierno estatal anunció que seguiría con los retenes, porque tenía las facultades para hacerlo. Ese tipo de actitudes es claro que no ayudan a tener una buena relación e inclusive una relación institucional respetuosa.

MANGA ANCHA A LA FAMILIA

Mientras no le importa que se haya roto la relación con todas las organizaciones pro-ambientalistas, con las que debería tener una relación obligada la Dirección de Ecología y Medio Ambiente, tiene una manga demasiado ancha para solapar y tolerar incompetencias y manejos poco claros de muchos funcionarios claves en su administración.

Cuando su director de tránsito y vialidad, Pedro Luis Bernal, fue acusado de actos de acoso hacia una agente, lo apoyó abiertamente y descalificó a la mujer que, arriesgando su trabajo, se atrevió a denunciar. Cuando le cuestionaron sobre el comportamiento impropio de los agentes de tránsito, los apoyó incondicionalmente y les dio línea para seguir actuando como lo hacen.

El 7 de junio sucedió la polémica detención de un grupo de 7 activistas pacifistas que protestaban contra los abusos policiacos, incluidas dos menores de edad, que sufrieron por parte de la policía municipal un arresto evidentemente violento y que después denunciaron haber sido víctimas a mano de los uniformados de fuerte violencia física y psicológica, tanto a bordo de las patrullas como una vez en los separos municipales. 

A pesar de que el suceso tenía ya carpeta abierta en la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Coahuila y por lo tanto una investigación en proceso que debe ser tanto respetada como deseada por cualquier autoridad gubernamental, el antipático alcalde no se resistió nuevamente a desdeñar la voz ciudadana: “¿Quién señala que [las detenciones] fueron arbitrarias? Los detenidos. Ellos siempre dirán que es arbitrario. […] Se usó la fuerza mínima y exageran las cosas. […] Que no mientan ni exageren las cosas”. Al preguntarle si había buscado algún diálogo con los colectivos que condenaban el hecho, Zermeño sólo respondió “no sé ni cuáles colectivos son”, siendo que el grupo incluye al Centro de Derechos Humanos Juan Gerardi, que tiene más de 20 años de trayectoria en el estado, y la importante Red de Mujeres de La Laguna, cuyas demandas el panista ya ha desdeñado en otras ocasiones.

Pero donde esa mano ancha y permisividad alcanzan su extremo, es la afirmación cada vez más insistente de que sus hijos mayores están interviniendo en la administración municipal, especialmente en las áreas de adquisiciones y obras públicas.

Es ya muy insistente la queja de los empresarios y contratistas sobre la presencia de Alfonso Zermeño en los asuntos municipales, pero, como todo se maneja desde fuera, no hay elementos formales para que la oposición haga un señalamiento concreto.

En la reunión referida con el grupo de inversionistas de la ciudad de Guadalajara, las filtraciones indican que detrás del alcalde aparece Alfonso Zermeño para proponerle a esos empresarios que “ellos” pueden llevar a cabo las obras de construcción. La respuesta de los empresarios es que son diferentes empresas, cada una de las cuales se encargará de una etapa del proyecto y, cortésmente, le dan las gracias al hijo “incómodo”, o más bien bastante “cómodo”, de Jorge Zermeño Infante.

De un modo u otro, a este hombre parece haberlo alcanzado de mala manera la edad avanzada en su estado emocional. Un alcalde agrio y malhumorado, quien jamás se permite un gesto festivo. ¿Le falta o le sobra algo? Solo él lo sabe, pero lo contradictorio es que se aferra a la vida pública, donde, como decían los clásicos griegos, un político debe tener solercia, esto es: donosura, buena presencia, que son más o menos lo mismo, el don de la palabra y encanto, no traer siempre la cara como si la tripa estuviera sufriendo.

Para acabar de descomponer su mal carácter y su acritud, por la contingencia este año todos los gobiernos enfrentarán serias limitaciones financieras y restricciones. Su mal humor empeorará.

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Redacción




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