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Dos veces más muertes por Covid-19 en hospitales públicos

Especiales / Especiales Principal / Slider / 15 junio, 2020

Por: Eugenia Rodríguez 

Catalina tiene casi diez años trabajando como asistente de un consultorio médico, en el que atiende la agenda, la recepción, la limpieza, las funciones de secretaria e inclusive, si se ofrece, de asistente médico, por cinco horas diarias, que representan la mitad de su jornada diaria de trabajo.

Al llegar la cuarentena, su patrón, un médico especialista, le indicó que trabajarían hasta el 15 de abril y posiblemente regresarían hasta el primero de julio.

En un acto de “generosidad”, le entregó el 20% de su sueldo mensual, porque “si no trabajamos, pues no hay dinero”, cuando él atiende a un promedio de hasta 7 pacientes diarios en tiempos ordinarios y no paga un solo peso de impuestos, sin contar cirugías, muchas veces innecesarias, y procedimientos de cirugía menor, también muchas veces innecesarios.

Catalina tendrá que sobrevivir al menos dos meses y medio de “cuarentena” con el 20% de un mes de sueldo. Para ahondar el agravio, el médico le ha comentado que, si tiene necesidad, él le presta dinero, pero cuando ella le manifiesta que no tiene forma de pagarle ningún préstamo, él le hace insinuaciones sexuales, algo que se ha ido convirtiendo cada vez más molesto y difícil de manejar para Catalina.

Habrá médicos de una ética intachable, pero el mercantilismo y la baja calidad humana está aquejando cada vez más a este gremio.

La cuestionable postura de este médico como patrón no es lo único delicado, sino también el hecho de que su valor fundamental, con el que ejerce la práctica médica, es la utilidad económica. El llamado Juramento Hipocrático se ha convertido en una pieza de museo, que hay que colgar de alguna vieja pared enmarcado y en letras de oro percudidas.

ENFERMO RICO, ENFERMO POBRE

The New York Times ha vuelto a poner la nota sobre el porqué del alto índice de mortalidad por COVID-19 en México, donde contrastan notoriamente el servicio de medicina privada y el servicio público.

El primero atiende a un selecto grupo de mexicanos que tienen seguros de gastos médicos mayores, que en México son sumamente caros para el ingreso promedio de la población; el segundo atiende al ciudadano pobre y de clase media baja y parte de la media.

Con base en datos recabados de fuentes oficiales y hospitalarias del total de las personas internadas por COVID-19 en hospitales públicos, en promedio el 54% fallecerá, mientras que del total de pacientes internados por la misma causa en hospitales privados sesta cifra corresponde al 25%.

De un total de 2,401 casos de pacientes internados en instituciones públicas, fallecieron 1,299, mientras que de 280 pacientes internados en hospitales privados únicamente fallecieron 65.

¿A qué se debe que en el sector público haya una mortalidad dos veces más alta que la registrada en hospitales privados?

The New York Times investigó al respecto y encontró varia aspectos que parecen estar propiciando que el índice de letalidad por COVID-19 sea uno de los más altos del mundo.

Aunque se pudo constatar que, en hospitales de la Ciudad de México como La Raza y Siglo XXI, el nivel de atención médica tiene estándares aceptables, se pudo verificar que en muchos otros hospitales del IMSS y de sistemas de salud estatal, no hay suficiente personal o hay personal que no está debidamente calificado para prestar la atención más adecuada a los pacientes.

Se pudo también constatar que existen equipos médicos en mal estado, que hay carencias de material básico y de medicamentos, que hay hospitales donde en fin de semana un solo médico atiende a 54 pacientes.

Se detectaron condiciones inadecuadas para los pacientes, al no contar con los espacios aptos, mal trato al personal y constantes manifestaciones públicas de protesta de médicos y enfermeras por falta de equipo y de material de trabajo.

Se dan también casos de hospitales que acumulan cadáveres en lugares inadecuados y de formas que no son consideradas correctas, inclusive la pérdida de cadáveres al confundirse unos con otros y no aplicar los protocolos de rigor.

Es muy probable que al menos un 40% o más de los pacientes estén muriendo de COVID-19 por las carencias del sistema hospitalario público y de falta de personal e insumos adecuados.

La calidad en la atención hospitalaria hace la obvia diferencia en el caso de los hospitales privados, donde inclusive se ha tenido un especial cuidado en separar las áreas para enfermos de COVID-19 del resto de las instalaciones, lo que evita otro problema que se esta presentando en México: el contagio de enfermeras, médicos y personal hospitalario por la falta de equipo, de espacios adecuados y de protocolos bien establecidos.

Aunque el país se encuentra, de acuerdo a los voceros oficiales, en la fase 3 de la pandemia, se está escatimando en el gasto público para mejorar las condiciones del sistema de salud, que viene arrastrando fuertes carencias desde hace décadas, pero sufre una restricción injustificada de recursos desde el pasado año de 2019, cuando el nuevo gobierno federal paralizó una gran parte de los recursos destinados al sector salud y restringió hasta niveles injustificados la compra inclusive de medicamentos. 

Justo entonces llegó la pandemia del COVID-19 al país que tiene la segunda economía más importante de la América Latina, donde ser internado en un hospital público significa que hay la probabilidad de un 54% de salir en una bolsa de plástico rumbo al crematorio.

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Redacción




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