EDITORIAL AGOSTO 2023
En la elección presidencial de 2006, AMLO obtuvo 16 millones de votos. En la elección presidencial de 2012 cosechó 16 millones de votos. En la de 2018 rompió su propio tope y logró 30 millones de votos, gracias al apoyo de una parte de la clase media, pero en la consulta de revocación de mandato regresó a sus 16 millones de votos. Lo más próximo, en la elección de 2021 volvió a obtener 16 millones de votos.
AMLO y su grupo saben que en 2024 pueden aspirar a obtener esos 16 millones de votos, más 3 o 4 millones por los programas asistenciales del bienestar, así que su cálculo promedio está sobre los 19 millones y medio de votos.
Parecen tener bastante claro que los 30 millones de votos obtenidos en 2018 han sido una excepción que no se repetirá, de ahí el adelanto de la sucesión presidencial y de ahí la violencia con la que atacan cualquier posible candidatura de oposición con posibilidades de crecimiento.
La mayor parte de la clase media que votó por AMLO en 2018 se muestra desencantada, o por lo menos está muy lejos de haber visto satisfechas sus expectativas, por lo que su voto buscará otras alternativas, y, a decir verdad, hay muy pocas.
La idea del Plan C, que AMLO traduce como un triunfo tan arrollador en la elección de 2024, que les daría la mayoría absoluta en las cámaras de diputados y senadores, es un efecto más publicista que basado en la información y los sondeos que poseen.
Para “aguar” más la fiesta de la 4T, los precandidatos o “corcholatas” no han prendido, cuando están llegando ya casi a los dos meses de campaña, gastando cantidades enormes de recursos y movilizando todo el aparato federal.
El escenario de 2024 puede resultar muy distinto a la arrolladora continuidad que ha estado vendiendo el propio AMLO todos los días.
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