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Raúl Sifuentes y la burbuja: mitos y realidades

Especiales / Slider / 6 julio, 2022

Por: Álvaro González

Raúl Sifuentes Guerrero, nativo del San Pedro de las Colonias, se graduó como abogado y realizó algunos estudios de postgrado también sobre abogacía. Parecía destinado a ese oficio, pero le dio la comezón de la política y se metió al PRI de su pueblo natal, con la intención de convertirse en diputado local cuando tenía justo 30 años de edad.

En lo que pareciera un augurio que le ha perseguido toda su vida, perdió la elección, la cual por cierto coincidió con la elección presidencial de 1988, aquella que Carlos Salinas de Gortari perdió en las urnas, pero ganó de mal modo.

Raúl Sifuentes pareció condenado a nunca ganar en su vida una elección popular y le quedó cierto resentimiento después de 1988, aunque habrá que decir que era una persona muy educada, de buen trato, así que siguió insistiendo en el medio público, pero en el área judicial.

Logró ser nombrado como Subprocurador para la región lagunera de la PGJ del estado, de 1991 a 1993, en un periodo del gobierno de Eliseo Mendoza Berrueto en que hubo algunos problemas regionales de seguridad.

Ya metido en ese medio judicial, fue delegado de la Secretaría de Gobernación federal en Coahuila en 1994 y, en el 1997, Director General de Averiguaciones Previas de la PGR. Antes ocupó un cargo menor en el CDE del PRI-Coahuila. Todo orientaba a que realizara una carrera dentro del medio judicial, pero en 1998 la suerte se le puso de pie y se logro colocar como coordinador de la campaña electoral de Enrique Martínez y Martínez en la región lagunera.

Esto se dio en medio de una pugna interna en el PRI, por la cual Rogelio Montemayor Seguy, quien era adversario de Enrique Martínez y Martínez, quería imponer como candidato a Jesús María Ramón. Montemayor tenía un grupo político fuerte en La Laguna, algo de lo que carecía Enrique Martínez, quien estaba en busca de quién lo ayudara, y en esas circunstancias apareció la figura de Raúl Sifuentes, cuyo historial, como se refirió, era algo modesto y políticamente se podía considerar pobre.

Como todo en la política, aquello fue circunstancial y Sifuentes Guerrero se tuvo que poner a buscar gente que le ayudara a realizar el trabajo electoral de base, a partir de donde fue formando un grupo o camarilla política que, con el paso de los años, alguien ocurrió en llamarle “la burbuja”, porque, supuestamente, era un grupo cerrado, que daba poco acceso.

LA BURBUJA Y SU ROMPIMIENTO

Contra lo que algunas voces afirman con gran exageración, Raúl Sifuentes no fue un “poderosísimo” e “influyentísimo” secretario general del gobierno estatal, cargo con el que le premió Enrique Martínez y que ocupó de 1999 a 2005.

Durante el periodo de José de las Fuentes Rodríguez, el propio Enrique Martínez había sido designado secretario general de gobierno, pero su cargo era más bien simbólico y estuvo casi aislado en una enorme oficina, con alfombra de color azul pastel y muebles muy vistosos de maderas finas, donde pasaba largas horas de aburrimiento, pero sabía que tenía que soportar con paciencia aquello si quería llegar a gobernador.

Ya como gobernante estatal, Enrique Martínez tenía un estilo de dirección que no daba mucha manga ancha a la mayoría de sus colaboradores, lo que hacía que checara con detalle la toma de decisiones, especialmente tratándose de política y tomando en cuenta que tuvo que lidiar con varios alcaldes panistas, como un Guillermo Anaya en Torreón, con quien personalmente mantenía una relación estrecha, al grado de compartir verbenas y veladas bohemias en lugares como Parras de las Fuente, donde todo era beber, comer y cantar hasta el amanecer.

Como todo secretario general de gobierno, Raúl Sifuentes formó un grupo de colaboradores, muchos de ellos políticos jóvenes, gente de confianza, la mayoría de ellos laguneros, y quienes le habían ayudado en los procesos electorales. Sin que sean todos y tal vez olvidando a alguno, estaban ahí Eduardo Olmos Castro, Francisco Saracho, Lauro Villarreal, Jorge Luis Morán, Noé Garza, Luis Efrén Ríos, Laura Reyes Retana, Demetrio Zúñiga, Juan Antonio Navarro, Raúl Garza, Benigno Gil, Rigoberto Fuentes, Javier Lechuga, José Luis Dovalina, Carlos Villarreal, Miguel Riquelme Solís y Ricardo Mejía Berdeja.

El grupo de gente más joven, casi todos ellos de Torreón, en 1999 tenían una edad que iba de 29 a 30 o 31 años y todos, sin excepción, estaban en busca de una carrera política. Miguel Riquelme tenía entre 28 y 29 años, en tanto que Ricardo Mejía Berdeja y otros no sobrepasaban los 31 o 32 años como máximo. Sólo Laura Reyes Retana era mayor, pues estaba ya en los 44 años al inicio de aquel gobierno.

Poco a poco la mayoría tuvo la oportunidad de ocupar diputaciones y Laura Reyes Retana fue candidata a la presidencia municipal de Torreón en el 2002, pero pierde frente a Guillermo Anaya Llamas. Laura Reyes era una de las gentes más cercanas a Sifuentes Guerrero.

También Lauro Villarreal Navarro pierde en 2002 la elección municipal de Frontera.

Precisamente en esa elección de 2002, Humberto Moreira Valdés gana la presidencia municipal de Saltillo de forma abrumadora, aplastante, cuando sólo tenía 33 años de edad, lo que le daría, para enojo de Raúl Sifuentes, el gran salto a su carrera política.

El 2005 fue el año de quiebre para Raúl Sifuentes y la dispersión de la camarilla política que le rodeaba.

Para esas fechas el Raúl Sifuentes que había llegado al cargo educado, amable, de buen trato, se había convertido, por obra y gracia del poder, en una persona arrogante, petulante y con una gran pérdida de realidad, lo que generó un gran conflicto al momento de que se dio la decisión sobre el candidato del PRI a la gubernatura.

Él no acepta la designación de Humberto Moreira, quien era la figura del momento y nadie sospechaba siquiera el desastre que sería como gobernador, pero aún sin Moreira de por medio, Raúl Sifuentes no hubiera sido la opción, porque sencillamente su perfil no daba para ser candidato a la gubernatura.

Enfurecido, lanzó una campaña a nivel estatal, denominada “la ola verde”, en la cual invirtió gran parte de sus recursos económicos e hizo mucho ruido, pero la decisión ya estaba tomada y el no sería el candidato, pero además estaba liquidando su carrera política, pues a partir de ahí desaparecía del escenario público y se perdería como político.

Y “LA BURBUJA” REVENTÓ

Para el grupo de políticos jóvenes que formaban parte del equipo de Raúl Sifuentes la situación se tornó imposible: secundar a Sifuentes Guerrero en aquella especie de suicidio político o mantenerse en el PRI e integrarse a la campaña por la gubernatura.

Es importante acentuar que este grupo político es anterior a los hermanos Moreira, pero eran priistas y se tuvieron que mantener como tales en el periodo del “moreirato”, que va primero del 2006 al 2011 y luego de 2012 a 2017, en lo que es otro periodo distinto, debido al rompimiento entre los hermanos Humberto y Rubén; un rompimiento violento que se mantiene hasta la fecha.

Era de sentido común que cada quien trataría de salvar la situación, especialmente quienes se dedicaban a las actividades de tipo político-electoral. Se dio entonces la desbandada y se quedaron sólo unos pocos, quienes ayudaron en la organización de la “ola verde”.

Uno de esos pocos fue Ricardo Mejía Berdeja, quien se dedicaba a realizar lo que se puede considerar como el trabajo político sucio para la Secretaría de Gobierno y había puesto todas sus expectativas en Sifuentes Guerrero, así que jugó con él hasta el final, pero una vez que todo se vio perdido buscó a Humberto Moreira, ya electo gobernador, para pedirle lo que debió ser clemencia y disculparse, con el fin de obtener algún cargo en el nuevo gobierno, pero debido a que las había hecho de todos los colores, fue rechazado y además expulsado del medio político priista, que para él era todo, incluida su única fuente de ingresos económicos.

Casi todos los demás seguirían su carrera en el PRI y en los gobiernos de Humberto y Rubén Moreira, donde, poco a poco, fueron logrando diputaciones y otras posiciones más importantes.

Entre ellos se abrió paso una de las personas que en 1999 parecía tener un perfil más bajo: Miguel Riquelme Solís, quien primero alcanza la presidencia municipal de Torreón y luego, en 2017, la gubernatura del estado, en una contienda reñidísima con Guillermo Anaya Llamas del PAN.

Solidario con aquel grupo original denominado “la burbuja”, Riquelme Solís le ha dado cobijo político a gran parte de ellos, aunque su gabinete está integrado con políticos provenientes de muy distintas camarillas políticas priistas.

Raúl Sifuentes Guerrero se perdió políticamente y, aunque forma parte del partido Movimiento Ciudadano e inclusive es dirigente estatal del mismo, o era, ya no se sabe bien a bien, no ha podido alcanzar siquiera una diputación local plurinominal. Se desconoce a qué se dedica en su vida profesional o si está en el retiro a sus 64 años de edad.

Fue hombre de un sexenio y todo indica que el poder que tuvo le hizo mucho daño. En todo caso se desconoce mucho de lo que sucedió después de 2005, porque el personaje vive en el hermetismo.

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Redacción




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