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Cuentas públicas oscuras – Editorial

Editorial / Opinión / Opinión Principal / 29 enero, 2020

Ningún gobierno municipal en las décadas recientes había tenido una política de comunicación tan viciosa como la que tiene el gobierno de Jorge Zermeño Infante.

A los vicios de siempre se han sumado prácticas de opacidad y ocultamiento intencional de la información, además del uso de una política por la cual los temas más delicados no son atendidos directamente por el propio alcalde o por el funcionario correspondiente, sino por medio de comunicados que, invariablemente, sólo dicen lo que conviene a la versión oficial o sencillamente no dicen nada.

Antonio Zamarrón, el director de comunicación social, cuenta con todo un aparato burocrático, pero no destinado a informar sino a publicitar únicamente los temas que seleccionan y, con gran frecuencia, esa publicidad es falsa o son verdades a medias pero pagadas a costos muy altos.

En sus comparecencias ante las comisiones del cabildo correspondientes, Antonio Zamarrón se maneja con cinismo y prepotencia, algo que tampoco se había visto en un encargado de comunicación social, quien resulta incluso poco empático para la mayoría de los propios panistas, muchos de los cuales tienen problemas para tolerarle.

Existe un pequeño grupo de medios de comunicación, casi todos ellos electrónicos y de redes sociales, que están siendo privilegiados económicamente, mientras que los medios que no se alinean al panismo no tienen tan siquiera acceso a este funcionario, quien fue traído por Zermeño Infante del gobierno estatal panista de Durango, donde desempeñaba un cargo menor.

Mientras los diputados panistas gritan en el Congreso del Estado por transparencia en el manejo del dinero público destinado a medios, en Torreón el gobierno municipal se niega a proporcionar información de cómo es que gasta el dinero empleado en comunicación social, que asciende a más de 50 millones de pesos anuales, cuyo destino se desconoce.

Al margen del gasto publicitario, que se deberá revisar cómo es que se gasta, la obligación principal es informar y estamos ante un gobierno opaco, que oculta desde la nómina hasta la identidad de sus principales proveedores y contratistas.

Se pregona honestidad, pero la honestidad es clara por naturaleza, porque no tiene nada que ocultar.

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Redacción




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