SEP estatal y Fiscalía tratan con tibieza caso de adolescente que intentó matar a su maestra

Por: Marcela Valles

Inicialmente la fiscalía calificó el delito como feminicidio en grado de tentativa, pero posteriormente lo pasó a simples lesiones atenuantes, modificando también la medida de prisión cautelar, con resguardo domiciliario

Una de las ventajas y desventajas de la vida moderna es que los sucesos más impensables son grabados por la cámara de un teléfono celular.

El pasado cuatro de octubre, en la Secundaria No.1 “Rubén Humberto Moreira Flores” de Ramos Arizpe, un adolescente de 14 años, alumno de segundo año de secundaria, trató de asesinar a su maestra, a la cual atacó con saña utilizando una navaja, la cual, por fortuna, era algo pequeña, lo que le salvó la vida a la víctima, Patricia Eugenia, de 59 años.

La agresión, que puede apreciarse y ser evaluada técnicamente por cualquier especialista en derecho, muestra cómo el alumno se dirige a la maestra y, con algún argumento, le pide salir del salón, lo que esta intenta, pero en cuanto le da la espalda la ataca con saña en varias ocasiones, provocándole varias heridas, todo en presencia del grupo de compañeros de clase, uno de los cuales hizo la grabación.

Hubo una muy evidente premeditación, pues el agresor tenía planeado el ataque; hubo alevosía y hubo ventaja, pues se trata de una mujer de 59 años de edad, a punto de alcanzar los 60 para ser considerada adulta mayor.

Fue providencial que no la matara, ya sea por la inexperiencia del agresor, porque la navaja no era más grande o simplemente por fortuna, pero la saña del ataque evidencia intento de homicidio, en este caso feminicidio.

Irresponsablemente, algunos padres de familia fueron entrevistados por algunos reporteros de una televisora local, a quienes en apariencia solo les importa hacer una nota rápida y tratar de ganarse “la exclusiva” de un hecho tan escandaloso.

Pero la primera intención de las madres fue, increíblemente, justificar la agresión del adolescente, argumentando que era sujeto de maltrato, porque la maestra le decía que “además de pobre era feo”, lo que posteriormente pasó al manejo de que era víctima de discriminación, lo que provocó la agresión.

Inicialmente la fiscalía calificó el delito como feminicidio en grado de tentativa, pero posteriormente lo pasó a simples lesiones atenuantes, modificando también la medida de prisión cautelar, con resguardo domiciliario, por una presentación periódica a firmar cada 15 días.

El adolescente agresor no puede portar armas, debe recibir atención psicológica y no se puede acercar a la víctima, pero será reubicado en otra escuela secundaria, al parecer una que está más cerca de su casa.

La maestra ya no podrá estar frente a grupo y se le asignara otro tipo de tarea escolar, pero se le dio cabida al argumento de que ejercía sobre su agresor una “discriminación”.

Tanto la SEP estatal como la Fiscalía General del Estado, están actuando tibiamente frente a un hecho sumamente delicado. Los pocos testimonios indican que el adolescente, en ciertas ocasiones, recibía un maltrato verbal de la maestra, que consistían en algunos adjetivos peyorativos, un comportamiento que evidentemente no era correcto por parte de la maestra, pero ello no atenúa la brutal agresión física con propósitos de asesinarla, que fue lo que la evidencia contundente muestra.

Este adolescente tiene problemas, y problemas serios, el acto cometido corresponde a una mente perturbada, enferma, y eso debe tener algún origen que debe ser investigado por un especialista en el comportamiento, que tendría que comenzar a analizar qué es lo que sucede en el núcleo familiar y en el círculo social en que se desenvuelve el muchacho.

En este caso la familia, según lo muestran las declaraciones recabadas, están justifica el comportamiento homicida del hijo, para eliminar la consideración inicial de feminicidio en grado de tentativa, sin asumir que su hijo tiene un problema psicológico grave y, de no resolverse con alguna forma de terapia, puede ser solo el inicio de comportamientos de una violencia similar, que en este caso, como se dijo anteriormente, no terminó en una tragedia más por la impericia y la suerte, que por la falta de intenciones de provocar un daño grave.

La SEP estatal tiene la obligación de analizar problemas como estos con una objetividad rigurosa, más en el escenario que estamos viviendo a nivel nacional, con la proliferación de toda una subcultura de la violencia, que bombardea a los adolescentes y jóvenes con música, videos, películas, revistas, programas televisivos y redes sociales con mensajes que hacen apología de la violencia.

El otro gran problema es lo que está sucediendo al interior de muchas familias. El porcentaje de núcleos familiares desintegrados y tóxicos es cada vez más alto. En este caso le toca a la fiscalía asignar el caso a quien corresponda para que se haga un estudio. Hasta ahora se desconoce cual sea el caso de este adolescente agresor, pero es muy útil saberlo, tanto para las autoridades de la SEP como para la comunidad de maestros.