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Saúl ‘Canelo’ Álvarez, envidiado por su éxito

Especiales / 30 mayo, 2021

Por: Álvaro González

La envidia es la tristeza por el bien ajeno y en una tortura para quien la siente

                                                                                                                             San Agustín

No me explico cómo pero mi familia, que estaba compuesta de siete mujeres y dos hombres, uno demasiado pequeño y yo, un púber apenas, era una aficionada impecablemente devota del boxeo. Todos los sábados por la noche, sin faltar uno solo, veíamos la función de la Arena Coliseo y de la Arena México y jamás se dejaba de ver una función estelar de campeonato mundial.

Aquel televisor en blanco y negro, enmarcado en una caja de madera de caoba y cuatro largas patas convocaba no sólo a la familia, sino a varios vecinos que pedían el favor de poder ver las peleas y, como agradecimiento llevaban refrescos, “palomitas”, algún pedazo de pastel, pero ya de por sí durante toda la función había golosinas, refrescos y muchas otras chucherías para seguir las peleas.

Recuerdo bien a mi madre y a una de mis tías, que eran mujeres toda educación y recato, primero lanzar expresiones de “ay, qué nervios”, cuando la pelea se ponía muy pareja y en los desenlaces más espectaculares gritar: ¡Síguelo, síguelo, dale, túmbalo!

Cuando el ídolo mexicano se veía apabullado, se formaba primero un gran silencio y después sólo la expresión “¡Qué mugroso ése!”.

Recuerdo en especial cuanto Tommy “La Cobra” Hearns le puso una paliza a Pipino Cuevas, que era un campeón mexicano con una temible pegada pero bastante limitado en otros aspectos técnicos.

Otras de las últimas peleas que me tocó ver en familia, pues yo ya me había ido a la universidad, fue la de Salvador Sánchez, quien le dio una paliza a Wilfredo Gómez, un boxeador que hoy está en el salón de la fama. Aquello fue la locura y en toda la función hubo un ambiente de fiesta, no sólo en nuestra casa, sino en el barrio entero.

En fin, que había sábados de box y había una gran cantidad de ídolos mexicanos del boxeo, que eran admirados y por muchos hasta venerados, no obstante que más de alguno llevaba una vida que era todo un desorden de excesos, pero subían al ring y seguían siendo unas fieras.

Fue una buena época, no sé si de oro o de lo que haya sido, cuando la televisión abierta permitía ver a todos los campeones de los setentas y ochentas, pero esto desapareció en los años noventa, cuando el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo, cancela la transmisión abierta e inicia el llamado Pago por Evento, PPV, y el box dejó de ser el deporte más popular para dejarle su lugar al futbol.

Todo este preámbulo viene a relación porque hoy vivimos una época con muy pocas figuras del box mexicano con nivel internacional, aunque ha regresado la transmisión por televisión abierta y una gran cantidad de opciones de televisión de paga para ver box profesional, pero el ambiente es otro.

LA ENVIDIA AL CANELO ÁLVAREZ

En los finales de los noventa y parte de la primera década de este siglo, hubo un grupo de grandes boxeadores, campeones del mundo, que fueron vistos relativamente poco en México, como Erick “El Terrible” Morales, Marco Antonio Barrera o Juan Manuel “Dinamita” Márquez, a quienes les tocó ese periodo de Pago por Evento mucho más cerrado, no obstante lo espectacular que era su boxeo.

La única figura que gozó de grandes públicos y fue un ídolo antes de la nueva apertura fue Julio Cesar Chávez.

Hoy, que hay pocas figuras internacionales, está dominando el escenario Saúl “El Canelo” Álvarez, un muchacho de Guadalajara que se ha convertido en el boxeador mejor pagado en la historia del boxeo mexicano y, además, en uno de los deportistas más remunerados a nivel internacional.

Pero singularmente “El Canelo” no es bien estimado e inclusive es criticado entre una gran parte del medio del boxeo mexicano, especialmente entre los viejos boxeadores de antaño e inclusive entre gente tan autorizada como un Ignacio Beristain, considerado entre los tres más grandes managers del boxeo y miembro del Salón Internacional de la Fama, quien recientemente ha declarado que “El Canelo” podrá ganar todos los campeonatos, pero nunca va a ser un “ídolo” del boxeo mexicano porque eso es algo que otorga la gente y “El Canelo” no lo tiene.

Hay comentaristas de televisión mexicanos que trabajan para la cadena ESPN, la televisora más importante en materia de deportes, como David Faitelson, un estridente periodista que no es experto en el tema del boxeo, pero tiene mucho ranking debido a su protagonismo, se han convertido en críticos permanentes de El Canelo Álvarez, a quien no le ven lado bueno, ni virtud qué elogiar.

ES OTRA ÉPOCA

Curiosamente el más prudente ha sido Julio Cesar Chávez, quien ha comentado “que se trata de épocas diferentes y no se pueden hacer comparaciones”.

¿Por qué no es querido dentro de una gran parte del medio boxístico mexicano El Canelo Álvarez?

Lo primero que habría que considerar es que Saúl Álvarez es un muchacho de 30 años que se aleja radicalmente del estereotipo del boxeador mexicano de antaño, muy comúnmente salido de las colonias bravas y pobres de la Ciudad de México, con un historial familiar de penurias y de grandes sacrificios para alcanzar la fama, que de hecho muchos no alcanzaron.

Saúl Álvarez salió de una familia modesta de la periferia de Guadalajara, pero no de barrios como Tepito o la Bondojo. Creció sin lujos y muy distante de una condición económica muy desahogada, pero no en la penuria, como uno de los hermanos menores en medio de una muy numerosa familia, donde varios de sus hermanos fueron boxeadores, algunos de ellos profesionales pero sin mucho éxito.

Físicamente le dan desde niño el apodo de El Canelo por ser pelirrojo y tener el pelo precisamente color canela, pero además es un hombre bien parecido, que más parece un modelo que un boxeador, pues inclusive tiene el rostro intacto, después de más de 50 peleas profesionales.

La mayor parte de su carrera ha transcurrido en escenarios de los Estados Unidos de Norteamérica y algunas ciudades de México, sobre todo al principio, pero no en la Ciudad de México.

Aunque su estilo de vida es sumamente glamoroso y tiene excentricidades, se asemeja más a una figura del jet set del espectáculo norteamericano que a aquellos boxeadores campeones mundiales que salieron de las barriadas de la capital y regresaban a las mismas.

Podemos poner el ejemplo de Rubén “El Púas” Olivares, un extraordinario boxeador, considerado por muchos expertos como el mejor peso gallo de todos los tiempos, quien forma parte del Salón de la Fama.

Después de una pelea de campeonato, todavía con las huellas de los golpes en el rostro, por lo que se ponía grandes lentes oscuros, aparecía en la prensa paseando con una rubia exuberante, envuelta en un abrigo de piel ostentoso, recargada de maquillaje y ropa brillante.

Era parte de las parrandas que se corría después de una pelea importante. Tomaba alcohol como lanzaba golpes arriba de un ring: sin tregua.

Ganó muchos millones de pesos de la época, los mismos que despilfarró en el pulque, las parrandas y las extravagancias vulgares, más siendo un hombre bastante simpático que se rodeaba de un tumulto de “amigos”.

Hoy tiene una modesta tienda en la colonia Tepito, su barrio, donde vende al público sus trofeos y souvenirs que ganó a lo largo de su carrera, firma autógrafos por unos cuantos pesos y, digamos que sobrevive económicamente a sus 74 años.

DINERO, MUCHO DINERO

Y eso es parte de esa evidente envidia que suscita El Canelo Álvarez: gana cantidades enormes de millones de dólares. En su última pelea con Billy Joe Sanders se llevó a su bolsa 35 millones de dólares, el equivalente a 700 millones de pesos, de acuerdo al sitio especializado Spotekz, entre la bolsa asegurada por la pelea y el porcentaje por venta de boletos (73 mil espectadores, el récord para un espacio bajo techo).

De acuerdo a la revista Forbes, su fortuna personal actualmente y asciende a 140 millones de dólares, pero en 2023 se puede convertir en uno de los deportistas más ricos del mundo, debido a que su fortuna ascenderá al menos a 481 millones de dólares, debido al contrato que tiene firmado con la compañía Golden Boys y DAZN por 365 millones de dólares, considerado como el contrato más grande que sea firmado en el mundo del boxeo internacional.

Muchos grandes campeones mundiales mexicanos de la llamada época de oro no ganaron en toda su carrera 35 millones de dólares, de ahí que sea explicable que digan “¿por qué este muchacho gana eso si no es tan bueno?”.

Juan Manuel “Dinamita” Márquez, el último de los grandes campeones mexicanos que se ha retirado, en sus cuatro peleas con el filipino Manny Pacquiao, ganó 18 millones de dólares: 1 millón de dólares en la primera; 2 millones en la segunda; 5 millones en la tercera y 10 millones de dólares en la cuarta, que fue muy probablemente el mejor sueldo de su carrera y después de recibirlo se retiró por la puerta grande.

Además, ganando esas enormes cantidades de dinero, Saúl Álvarez parece haber resistido hasta ahora la tentación de los vicios, que le deben acechar por docena, y se muestra como una gente de vida sana, cuidadoso en su estilo de vida privada y dedicado al deporte, por lo cual le pueden restar al menos 5 años al más alto nivel, lo que significa por lo menos entre 10 y 15 peleas más.

UN DEPORTISTA INTELIGENTE

Para hacer lo que ha hecho hasta ahora, con los recursos físicos y técnicos que posee, Saúl Álvarez debe ser un muchacho muy inteligente.

La presencia y la dirección de Eddy Reynoso como su manager ha sido también un factor muy importante. Reynoso, como Saúl Álvarez, es originario de Guadalajara y tiene hoy solamente 44 años de edad, algo que también aporta a la crítica del gremio boxístico de la Ciudad de México, que lo ve con recelo y no le da todo el crédito que debería.

Para los puristas del boxeo, El Canelo Álvarez no es un boxeador espectáculo, sino más bien un boxeador de estilo tradicional, basado en su defensa y en el contragolpe, gran pegador al cuerpo, que planifica cuidadosamente sus peleas y no cae en el estilo de un fajador, lo que es muy común en el boxeo mexicano, donde la supuesta consigna es “salir a morirse en el ring”, a pegar, pero también a exponerse a que te den con la misma intensidad.

De acuerdo a sus estadísticas es un gran pegador con 38 nocauts y su única derrota ha sido por decisión ante Floyd “Money” Mayweather, un campeón sumamente escurridizo, extraordinariamente rápido de puños y piernas, muy mañoso y maestro de la defensa, quien le ganó a El Canelo por decisión dividida, cuando sólo tenía 23 años y Mayweather estaba en su apogeo, en lo que ha sido la única derrota del de Guadalajara, quien nunca ha sido noqueado en toda su carrera.

El dinero, su estilo de vida, su origen social, la manera en que ha sabido manejar su carrera; es difícil precisar qué pesa más, pero lo cierto es que a Saúl El Canelo Álvarez le persigue la envidia de una gran parte del gremio boxístico tradicional de México, que no lo considera como un “ídolo”, pero en su cuenta de Instagram tiene 7.2 millones de seguidores y en su Twitter 1.5 millones. En su última pelea, aun considerando la pandemia, rompió el récord de 73 mil asistentes a un evento boxístico en espacio cerrado.

Indudable estamos en otra época y la discusión sobre quién es el más grande boxeador mexicano de todos los tiempos está abierta; si a mí me pregunta, yo le diría que Salvador Sánchez es el más grande boxeador que me ha tocado ver, pero desgraciadamente murió en un trágico accidente apenas a los 23 años de edad y es un inmortal miembro del Salón Internacional de la Fama que apaleó a otros que comparten con él el mismo pódium de los inmortales del boxeo mundial.

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