Breaking

Coronavirus, la frágil condición humana

Opinión / 30 marzo, 2020

Por: Marcela Valles

Los datos que tenemos hasta hoy y al cierre de la presente edición, hacen del COVID-19 una pandemia que está alterando la forma de vida del mundo entero, al menos por unos meses, pero que amenaza con provocar graves daños a la economía de todos los países, tanto ricos como pobres o muy pobres.

En principio el COVID-19 no pareciera ser un virus tan letal, como lo han sido en la historia otros virus y enfermedades, los cuales, como la llamada “peste bubónica”, que se estima mató alrededor de 100 millones de personas, la mayoría de ellas en la Europa del siglo XIV. No hay cálculos precisos, porque la época no los permitía, pero el estimado es que murió cerca de la mitad de toda la población europea.

Todo era el problema de una chinche de la rata que transmitía el virus, en ciudades y aldeas donde las condiciones de higiene eran también las de la época: deplorables.

En el siglo XVI, con la conquista de México por parte de España, los europeos trajeron consigo una serie de enfermedades como la viruela, entre las más letales, que mataron a millones de indígenas, quienes no tenían anticuerpos para algo que era totalmente desconocido.

Esta mortandad por enfermedades importadas de Europa es lo peor que sucedió en ese encuentro de dos mundos distantes; el costo más terrible de la conquista: no la espada y la violencia en general sino las enfermedades.

Hoy, en un mundo recientemente globalizado, la pandemia del COVID-19 trastorna las formas de vida en el mundo, en una época en la que se supone tenemos enormes avances científicos y tecnológicos, pero el intercambio humano más intenso de la historia y la población más gigantesca que jamás allá existido.

Estamos en la era la lo que llamó el filósofo Marshall McLuhan como la aldea global y, como él lo predijo, gozamos de todos los bienes de tal globalización pero también vamos a pagar las consecuencias de la misma.

Cuando esta globalización parecía una fiesta, la naturaleza nos pone en claro que un simple y microscópico virus, el cual es bastante simple en la opinión de los científicos, sólo que ha pasado de animales a humanos, puede trastornarlo todo.

El virus no se queda en los animales ni en una aldea aislada, como las de el siglo XIII, sino que se mueve al mismo ritmo vertiginoso de la humanidad. Invade ciudades donde el humano ha desarrollado formas de vida en apariencia sofisticadas pero muy frágiles.

VIVIR EN EL ENCIERRO

La medida principal para evitar el contagio colectivo es el encierro; el aislamiento, algo que hubiera sido de lo más natural para un hombre de una aldea del siglo X, pero al hombre de hoy le implica dejar de hacer el trabajo del cual depende, la vida social habitual, como el desplazarse en transporte público, compartir espacios para convivir, comprar y divertirse.

De pronto no hay futbol ni otros deportes, no se puede transitar en las calles, no se puede ir a cafés y restaurantes, no se puede ir a las salas de cine, tampoco se puede ir a las escuelas y a las oficinas públicas, porque todo es masivo y la exigencia es el aislamiento.

El mundo se reduce a la vivienda y eso provoca aburrimiento inicialmente, pero luego se puede convertir en ansiedad, porque no se está habituado al encierro y porque salir produce miedo.

Para nuestros estándares de salud actuales, que un país tenga 50 mil infectados por el virus y 8 o 9 mil muertes por el mismo es algo terrible, aunque en países como México cada año sean asesinados cerca de 70 mil personas por las organizaciones del crimen organizado y por la violencia en general.

Es terrible que una potencia mundial tenga 80 mil infectados y cerca de 4 mil muertes, pero las mismas potencias tienen arsenales nucleares y armas biológicas para destruir varias veces a toda la humanidad.

Es algo monstruoso, pero varias potencias mundiales tienen arsenales bacteriológicos, lo que significa que pueden bombardear países enteros con virus mucho más letales que el COVID-19 y exterminar millones de seres humanos.

Esta locura es posible y está ahí, lista para usarse en cualquier momento. Tenemos locos como un Kim Jung-un, presidente de Corea del Norte, un muchacho de 36 años, sociópata o psicópata, ni siquiera eso sabemos, que se entretiene probando armas nucleares y tratando de aterrorizar a toda la costa asiática y a gran parte del mundo.

Es posible que los costos que tendremos que pagar por el COVID-19 generaran, a nivel mundial, una profunda reflexión sobre la forma en que está explotando el hombre la naturaleza; el poder de esta cuando decide manifestarse y todo el daño que provoca el ser humano a sus semejantes.

También es posible una reflexión sobre la fragilidad de nuestra condición humana, aún rodeados de tecnologías de la comunicación, inmersos en una sociedad del espectáculo, donde todo se vuelve cada vez más superficial.

Vivimos en ciudades que pensamos cada vez más modernas, pero no hay ninguna reflexión sobre toda la vulnerabilidad que implican las mismas.

El hombre de hoy es cada vez más vulnerable en términos reales, porque depende cada vez más de factores que no controla y ha creado sistemas que atentan contra la naturaleza, rompiendo gran parte de sus equilibrios, lo que inevitablemente puede tener consecuencias catastróficas para la vida humana.

De esta pandemia, que esperamos tenga los menos costos posibles para México y para nuestro estado, podemos obtener una muy útil reflexión sobre el gran tema de fondo: la relación entre el hombre y la naturaleza; las posibilidades y las consecuencia de la expansión y la explotación de esta.

Comentarios de Facebook

Etiquetas: , , , , ,



Redacción




Previous Post

Ignacio Corona: Morena dará la sorpresa

Next Post

El PAN: coludido con los concesionarios del transporte





You might also like


More Story

Ignacio Corona: Morena dará la sorpresa

Por: Álvaro González En el proceso electoral del próximo 7 de junio se renueva en Coahuila el Congreso del Estado, por lo que estarán...

30 March, 2020