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VIESCA: PRÓSPERA E HISTÓRICA CUNA DE LA LAGUNA

Coahuila / 3 septiembre, 2018
Por: Lucila Navarreta Turrent

Hacia fines del siglo XVI el rey Felipe II autorizó a los jesuitas a que atendieran los territorios que hoy comprenden una parte de Durango, Zacatecas y Coahuila, en las inmediaciones del “Río de las Nazas y la Laguna” en la Gobernación de la Nueva Vizcaya. Para 1598 el padre jesuita Juan Agustín de Espinoza fundó el pueblo de Santa María de las Parras, con la intención de congregar las rancherías y poblados aledaños, donde residían aborígenes irritilas y mayranas, y así poder evangelizarlos. A estos se unieron los tlaxcaltecas, quienes llegaron de Saltillo con el propósito de contribuir a la agricultura y a la protección guerrera de la zona.

Desde su fundación los habitantes de dicha misión tuvieron constantes desencuentros con el general Francisco Urdiñola, un rico hacendado de origen vasco que se había establecido en el territorio unos años antes de la llegada de los jesuitas. Su afán de acumular territorios y agua llegó a ser motivo de confrontación directa con los naturales de Parras y fue una disputa que trascendió generaciones. Esta situación se agravó cuando en el siglo XVII se asentaron criollos y españoles y comenzaron a adueñarse de algunas tierras. Varios parrenses se vieron forzados a rematar sus tierras, mientras que los descendientes de Urdiñola hicieron negocio con el cobro de cuotas por el uso del agua y de sus territorios para el pastoreo de ganado.

Iniciado el siglo XVIII a la sobrepoblación y la escasez de agua en Parras se añadieron los conflictos de la tierra, por lo que varios naturales comenzaron a ocupar territorios hacia el poniente, conocidos como “Paraje del Álamo”. Estas familias, todas de origen tlaxcalteca, lograron residir con legalidad cuando, a su pedido, el entonces gobernador de la Nueva Vizcaya autorizó el decreto para la fundación de un nuevo poblado. El 24 de julio de 1731 se fraguó el sueño: cuarenta y cinco fueron las familias que firmaron el acta, designaron como santos patronos a San José de Gracia y a Santiago Apóstol, y nombraron como primer gobernador al señor Simón Fernández de Barraza. A los pocos días se midió el terreno y se realizó el trazo de su plaza principal.

Los cien años posteriores a su fundación, San José y Santiago del Álamo se convirtió en la cuna de la Comarca Lagunera, por el yacimiento de sales y por la prosperidad agrícola que propició un generoso ojo de agua natural.

En 1830 el pueblo cambió de nombre a “Viesca”, en honor al primer gobernador del entonces naciente estado de Coahuila y Texas, José María Viesca y Montes.

Hacienda e Iglesia de Santa Ana de los Hornos de Viesca

Hace apenas ocho años, por iniciativa de la asociación lagunera Adopte una Obra de Arte, el INAH intervino en la restauración de la edificación religiosa más antigua de la Comarca Lagunera, después de Santa María de las Parras. Tras cuatro años de trabajos la iglesia que los misioneros de la Compañía de Jesús construyeron a mediados del siglo XVIII en honor a la virgen de Santa Ana se recuperó casi en su totalidad.

Hoy por hoy se encuentra en el pueblo de Venustiano Carranza, mejor conocido como “Hacienda de Hornos”, perteneciente a Viesca, y en el que apenas habitan 200 personas.

Para su rehabilitación se capacitó a los propios pobladores del lugar, quienes aprendieron antiguas técnicas para fabricar adobes y aplanar techos. El retablo de madera, con detalles de oro y policromado, así como los frescos atribuidos a los pintores novohispanos Antonio Torres, Josph de Alzíbar y Juan Arellano, fueron restaurados por completo y hoy pueden apreciarse tal y como los jesuitas los dejaron.

La expulsión de dicha orden religiosa de tierras americanas significó el inicio del constante deterioro de la iglesia de Santa Ana. La Junta de Árbitros de Parras y después las autoridades religiosas seculares rentaron las tierras fértiles de la Hacienda, ubicada a un costado de dicha iglesia, hasta que finalmente pasó a ser propiedad de particulares. Entre sus dueños figura el vizcaíno Don Leonardo Zuloaga, quien tuvo en sus manos la Hacienda de Hornos entre 1841 y 1867, y logró modificar el sistema de riegos que hizo de Viesca y de su agricultura una referencia nacional. La hacienda le fue confiscada por el gobierno juarense, debido a su participación y simpatía con el Segundo Imperio Mexicano.

Durante el mandato de Porfirio Díaz la Hacienda de Hornos fue una importante fábrica de locomotoras. Ello hizo posible la construcción de la estación de trenes de Torreón y posteriormente la fundación de la villa de Torreón en 1893.

Pero Viesca no sólo fue sede de prosperidad, también ha sido testigo de la historia nacional. A Miguel Hidalgo y Costilla lo encadenó el Ejército Realista a un árbol de este lugar cuando recién había dado inicio la Independencia, en 1811. Durante la intervención francesa el presidente Benito Juárez estableció aquí su gobierno legítimo entre el 27 de agosto y el 4 de septiembre de 1864.  Y hace 110 años, el 25 de junio de 1908, un grupo de aproximadamente 50 hombres, asiduos lectores del periódico Regeneración, atacaron Viesca al grito de “Viva Flores Magón! ¡Viva el Partido Liberal Mexicano! El alma de ese pequeño e histórico movimiento que se levantó en contra de la dictadura porfirista era Ricardo Flores Magón, periodista y político de ideales socialistas y anarquistas, quien inspiró los inicios de la revolución mexicana.

Las sales de Viesca

A inicios de la década de 1950 se instaló la Fábrica de Sulfatos de Viesca que durante casi cuarenta años constituyó la fuente de empleo más importante del lugar. Enormes planicies de sulfato y de cloruro, gigantescas rocas el Valle del Colorado proveyeron la materia prima de la industria de papel y detergente, así como de la sal de mesa. Fue ahí donde la Sal Hada se envasó desde 1965. Para los años ochenta inició el declive de la actividad salina, debido a las rápidas transformaciones de una economía cada vez más globalizada. En los noventa, cuando el tren dejó de pasar por Viesca, la fábrica se abandonó y sus empleados comenzaron a migrar.

Pero la actividad salina en Viesca no sólo fue importante en el siglo XX. En una cédula real que data de 1603 se hace referencia a las salinas de “Home”, cercanas a la misión de Santa María de las Parras. El historiador Sergio Antonio Corona Páez consigna que se trata de las salinas de Viesca, que por entonces proveían grandes cantidades de materia prima para el tratamiento de la plata. Juan Guerra de Reza, el primer empresario minero de la Comarca Lagunera, quien le diera nombre a las aguas del lugar, fue el descubridor de dichas sales. Posteriormente, los tlaxcaltecas asentados en las inmediaciones, obtuvieron permiso para explotar los yacimientos de “Home”.

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