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Claudia Sheinbaum mujer, sí, pero sujeta a la dominación de un hombre con poder

Análisis Político y Social / Especiales / Slider / 1 enero, 2024

Por: Marcela Valles

Claudia Sheinbaum ha desarrollado toda su carrera política primero a la sombra de su primer esposo, Carlos Ímaz Gispert, y después a la sombra de Andrés Manuel López Obrador, de quien se ha convertido en una mala imitación.

Se festeja mucho que en México, un país con un muy arraigado machismo, vayamos a tener a la primera presidenta de la república, ya sea en la persona de Claudia Sheinbaum o la de Xóchitl Gálvez, pero cabe hacer la consideración que Claudia Sheinbaum no llega por su condición de mujer, ni por méritos propios, sino por ser la figura que le garantiza una mayor sumisión y fidelidad a Andrés Manuel López Obrador, lo que pone bastante en entredicho el concepto llamado de equidad de género.

Xóchitl Gálvez representa a un modelo de mujer empoderada, que se libera de la tutela de un macho paternal violento y dominante, para emprender un proyecto personal donde sale adelante por sus propios méritos personales, todo esto independientemente de partidos políticos o de ideologías.

Claudia Sheinbaum ha desarrollado toda su carrera política primero a la sombra de su primer esposo, Carlos Ímaz Gispert, y después a la sombra de Andrés Manuel López Obrador, de quien se ha convertido en una mala imitación.

Su sumisión ante AMLO es de pena. No tiene un ideario propio, por lo menos se cuida mucho de manifestarlo; no tiene un discurso propio; no tiene un proyecto de gobierno propio, toda su propuesta está fincada en “darle continuidad a la transformación”, y la “transformación”, quitando demagogias, consiste en lo que se le ocurra a López Obrador.

Para Claudia Sheinbaum es muy cómodo poner su persona y que le hagan la campaña, a cambio de esa sumisión. ¿Está frente o más bien bajo la figura de un macho? En términos prácticos sí, porque esa figura, la de AMLO, es una figura de poder que no admite disidencia, que es dominante e impone todas las condiciones, por lo tanto es una relación de subordinación, al grado que no se le permite realizar cierta toma de decisiones, por lo menos que sean de importancia.

Nunca un gabinete había tenido tantas mujeres en puestos claves, como el de López Obrador, pero la mayoría de ellas no han llegado al cargo por sus propios méritos profesionales, sino por la sumisión al caudillo, quien, cuando se ha enfrentado a una mujer fuerte e independiente, como es el caso de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucia Piña, se ha mostrado intolerante y sumamente agresivo.

Y ese es tal vez el fondo de la llamada equidad de género, donde se plantea que en todas las instituciones públicas y cargos de gobierno se entreguen, a partes iguales, entre mujeres y hombres, los cargos directivos.

Romper con la dominación del hombre en el ejercicio del poder, no es algo que se pueda resolver por decreto; tampoco por simple matemática, porque sería un despropósito, que puede acarrear más males que beneficios.

Recientemente se ha visto como el precandidato de Morena al gobierno de la ciudad de México, Omar García Harfuch, fue desplazado para darle la posición de candidata a Clara Brugada, en lo que fue una maniobra política del ala más radical del partido oficial, justificada bajo el argumento de la equidad de género. En la apreciación de los propios morenistas Omar García era más competente para el cargo.

Algo parecido ha sucedido con la primera terna enviada por López Obrador al Senado de la República para designar a un nuevo ministro de la Suprema Corte. La terna estaba compuesta por tres mujeres, lo cual en principio está muy bien, pero la selección de esa terna se hizo por nepotismo y por servilismo hacia el presidente, y ese no es el espíritu que debe regir la equidad de género.

El género de una persona no le da, per se, determinadas capacidades y menos sobresalientes. Un hombre puede ser incapaz para un cargo, lo mismo que una mujer.

Simulaciones y manipulación

De las 9 gubernaturas que estarán en juego en las elecciones de este 2024, 5 fueron asignadas a mujeres y 4 a hombres, lo que pareciera un gran avance para la equidad de género, pues todavía no hace mucho las gubernaturas le estaban vedadas a las mujeres, a quienes se daban, así, como dádiva, dos o tres gubernaturas de estados muy pequeños, de poca relevancia a nivel nacional. Hoy un porcentaje muy alto de gubernaturas está en manos de mujeres y esto se incrementará en 2024, pero volvemos al problema de si se otorgan candidaturas por la capacidad de las personas o simplemente por cuota de género.

En el estado de Guerrero los principales cargos de gobierno de la entidad están en manos de mujeres: la gubernatura; la presidencia municipal de Chilpancingo y la presidencia municipal de Acapulco. Ninguna de las tres mujeres está calificada para el cargo, lo que se ha puesto más de manifiesto con el terrible desastre sucedido en Acapulco.

Evelyn Salgado, la gobernadora, es un títere de su padre, Félix Salgado Macedonio, un macho corrupto e inepto que se hace llamar así mismo como “El toro”. Evelyn no tenía ni la experiencia, ni la formación, ni la capacidad para ser gobernadora, pero era la única hija en edad de hacerlo que tenía Félix Salgado, lo que repite el esquema de nepotismo y de simulación en la supuesta equidad de género.

La alcaldesa de Chilpancingo, la capital, es un caso delicado, no de capacidad sino de la versión manifiesta de estar fuertemente vinculada a las organizaciones del crimen organizado, quienes habrían decidido su campaña. Ya en funciones ha sido grabada teniendo “desayunos” con al menos el principal capo de una fuerte organización criminal que opera en toda la región.

La alcaldesa de Acapulco, es un caso perdido de ineptitud, quien fue elegida al calor de la “ola política” del morenismo en el estado. En los primeros días que sucedieron al paso catastrófico del huracán Otis, declaró que los saqueos masivos a tiendas, supermercados y todo tipo de negocios, se debían a “la cohesión social que existía en Acapulco”, así, en esos términos, lo que da una idea del perfil del personaje.

Podríamos citar el caso de muchos, tal vez demasiados, alcaldes hombres corruptos e ineptos a lo largo y ancho del territorio nacional, pero el caso es que se da por sentado que la paridad de género permitirá el acceso de la mujer a cargos de poder para realizar un cambio en las instituciones públicas o privadas. El planteamiento no es que lleguen más mujeres a cargos de poder por la simple razón de que son mujeres, menos aún que en apariencia se coloque a una mujer y detrás de ella exista una figura masculina que las impuso para seguir ejerciendo, a tras mano, el poder.

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