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En Morena, el que respira aspira, igual que todos los demás políticos

Análisis Político y Social / Coahuila / 4 marzo, 2024

Por: Marcela Valles

“Los servidores de la nación” no son sino políticos pragmáticos y ambiciosos, que inclusive carecen de cualquier convicción ideológica, y se han puesto el chaleco guinda para tratar de emprender una carrera política.

El discurso es uno y los hechos son otros. La historia de que los políticos de Morena son diferentes, que tienen grandes principios morales; que forma parte de una causa noble donde lo que importa es el proyecto, no la rapiña por el poder, en los hechos, resulta la más grande de las mentiras, pues en ellos se cumple, como en todos los demás políticos, el viejo adagio de que político que respira aspira; esa es su naturaleza.

El reparto de las senadurías y diputaciones federales plurinominales, que supuestamente AMLO pretende desaparecer, ha sido un banquete de canonjías, no solo en Morena, habrá que decirlo, sino en todos los partidos, pero esa es la cuestión: ellos dicen ser diferentes, pero cada vez su rostro se parece más al del viejo PRI de los años setentas, donde tienen su verdadero origen.

Las senadurías y las diputaciones federales plurinominales se emplearon para “compensar” a los precandidatos fallidos a la presidencia de la república; para pagar favores realizados al gobierno de AMLO; para premiar inclusive traiciones, como es el caso de Javier Corral de Chihuahua; para premiar a lacayos incondicionales.

Un espectáculo deplorable que muestra lo obvio: el que se suma al partido en el poder es porque está a la cargada precisamente en busca del poder, cuyo acceso se le negó a través del partido en el cual militaba anteriormente, aunque a ese otro partido le debiera hasta la camisa que lleva puesta.

“Los servidores de la nación” no son sino políticos pragmáticos y ambiciosos, que inclusive carecen de cualquier convicción ideológica, y se han puesto el chaleco guinda para tratar de emprender una carrera política.

Quieren ser diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores o cualquier otro cargo que sea redituable, y si para ello hay que traicionar, mentir o robar lo hacen con total desparpajo. 

En lo inmediato, me llama la atención el caso de Cintia Cuevas, quien había sido encargada de los programas del bienestar en la región lagunera y, en consecuencia, posee todo el padrón de beneficiarios de todos esos programas. Pues ha renunciado a su cargo para tratar de ser candidata a la presidencia municipal de Torreón, pero la han tratado de conformar con la candidatura a diputada federal por el sexto distrito, pero ella no quiere, su ambición es mucho mayor.

Reclama que es la única aspirante morenista, y tiene en ello toda la razón, porque los otros dos aspirantes son ex priistas, que acaban de abandonar su partido después de beneficiarse toda su vida de él. Uno, Shamir Fernández, debe todo lo que tiene y todo lo que ha sido al PRI, inclusive fue presidente de dicho partido en Torreón, y Jorge Luis Morán es un pájaro de cuentas que transito por el inmundo pantano del sistema carcelario y fue, circunstancialmente, presidente municipal interino por el mismo PRI. 

Esa es la terna de un partido que dice representar la transformación política, la moralidad y lo que sea que signifique eso del “humanismo mexicano”.

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