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El PRI nacional y la tormenta perfecta

Especiales / Slider / 11 octubre, 2022

Por: Rodrigo Tejeda

      “Las desgracias son buenas cuando vienen solas”

                                                                       Adagio popular

Al PRI nacional se le ha formado la tormenta perfecta, si algo le faltaba para ponerse en peligro de extinción ya lo tiene con Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, quien, en medio de un enorme escándalo mediático, se niega a renunciar a la dirigencia nacional del partido y además, en medio de la presión, comete más errores.

 El de Alejandro Moreno es el caso de esos políticos precoces, con carreras públicas deslumbrantes, motivados por una ambición desmesurada, que les lleva a perder el piso y la noción de cualquier ética, en la búsqueda de tener cada vez más poder y dinero. 

Si son diputados locales quieren ser diputados federales, pero luego quieren ser senadores y después gobernadores y enseguida presidentes de la república, que era la pretensión de este campechano al que han hecho pedazos jalándolo por su propia cola de corrupción y de desmesura.

Si tienen una casa quieren otra casa, y otra casa, y otra casa, y una empresa, y otra empresa y un millón y diez millones y cien millones y todo lo que se pueda acumular, a través de un pragmatismo escalofriante.

Personalidad egocéntricas y crecidas en una práctica política sin valores y sin más propósito  que la búsqueda y la obtención de poder.

Está claro que López Obrador se decidió a despedazarlo, utilizando para ello a la impresentable gobernadora de Campeche, Layla Sansores, y la tenían bastante fácil, solo era cosa de utilizar el aparato de inteligencia del propio estado para exhibir la intimidad del personaje, que es bastante cruda y de un pragmatismo repugnante. El lado oscuro de la política expuesto al público, algo que siempre resulta escandaloso para un ciudadano que es, por necesidad, ingenuo, porque una cosa es saber que la esposa puede ser infiel, y otra cosa muy distinta que te manden a tu casa una video-grabación del motel al que acude. Eso desata el asombro, la cólera, las ganas de venganza, la vergüenza.

Y dentro de la clase política alta del priismo nacional hay precisamente eso: vergüenza, cólera y ganas de despedazar a Alejandro Moreno, y la causa principal pudiera ser asombrosa para un buen e inocente ciudadano: ¡Por pendejo! Por no cuidarse cuando está peleando contra el poder presidencial, que tiene como objetivo político principal acabar con el PRI; un objetivo que emocionalmente esta fincado en el rencor y después en una lucha salvaje por el poder. No hay peores odios que los que se dan entre familia, y este es un pleito entre familiares.

UNA ABSOLUTA IRRESPONSABILIDAD

Pero Alejandro Moreno, destrozado ante la opinión pública, liquidado como político y, si pone más resistencia, con posibilidades de ser sujeto a un proceso judicial, llegó a la dirigencia nacional del PRI y de inmediato se comenzó a apoderar de su estructura e, increíblemente, el PRI no parece tener un mecanismo, reglamentación o disposición contundente para remover el presidente nacional del partido cuando existan las causas justificadas para ello, mucho más cuando se esta jugando su suerte a vida o muerte, en un escenario sumamente adverso.

“Alito” es el viejísimo caso de la chiva en medio de la cristalería, lo cual ni tan siquiera el propio López Obrador debió pensar en que el daño al priismo iba a salir tan perfecto.

Como efecto de rebote, que también fue por supuesto calculado, el PAN se coloca en una posición incomodísima, pues estratégicamente se sigue considerando que la alianza entre partidos en la Cámara de Diputados es esencial y, romperla, es el principal objetivo de exhibir a Alejandro Moreno.

Enseguida se encuentra el asunto de las elecciones de 2023 y la sucesión presidencial en el 2024, donde hay la expectativa de presentar una alianza opositora fuerte, competitiva y se contempla al PRI como parte de ella.

Todos, sin excepción, están de acuerdo en que Alejandro Moreno se tiene que ir, y pronto, pero este no tiene ninguna conciencia ética e institucional, parece incapaz de entender que él en lo personal ha perdido, pero tiene que salvar a la institución que representa y ver por intereses nacionales muchísimo más amplios que su persona.

Irremediablemente perdido se resiste, que es justo lo que desean sus predadores y, ya metido en la trampa, no hace sino aumentar los daños, así que no parece haber más alternativa que sacarlo a rastras, por medio de una alianza interna tan amplia que, si alguien le pone algo de inteligencia, podría ser que chocarreramente genere un liderazgo hasta ahora inédito.

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Redacción




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