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No Cover o cómo combatir la monotonía musical

Cultura / Cultura Principal / 5 julio, 2022

Daniel Herrera
Escritor y músico lagunero
twitter: @puratolvanera

Supongo que tengo meses monotemáticos y eso no lo veo como un problema. Esta será la tercera columna al hilo sobre el mismo tema. Cuando publiqué por primera vez, en mayo de este año, sobre la decisiva influencia de TikTok en nuestros gustos musicales, no esperaba mucha respuesta al tema. El asunto se infló un poco y todo regresó a la normalidad. Incluso por un momento pensé que de verdad parecía exagerada mi obsesión. Luego apareció un artículo en Pitchfork, una de los sitios sobre rock más importantes del mundo. En el texto, la autora Cat Zhang describe los problemas en que se están viendo los artistas estadounidenses porque ahora las compañías discográficas les exigen hacer dos videos diarios en la plataforma. Aunque algunos se sienten cómodos, la mayoría lo ven como una imposición de los nuevos tiempos que corren. Incluso algunos hacen tiktoks burlones o de plano quejándose. Lo que queda claro es que las compañías discográficas y las apps se han unido de tal manera en que pareciera imposible escapar.

El tema parece estar en la mesa, por lo menos en el mercado estadounidense. En México no lo he visto presente. Es probable que los reguetoneros utilicen la app de forma orgánica. No lo sé porque no me muevo en el mundo de ese género. En todo caso, me parece que TikTok es natural al reguetón y a todo ritmo elemental y bailable. No veo cómo a alguien que le atraiga el jazz piense que un par de minutos son suficientes para comprender una pieza. Lo mismo aplica al rock y a otros géneros mucho más exigentes.

Esto me lleva a reflexionar cómo hemos permitido que las redes nos controlen desde nuestros dispositivos. Debemos olvidarnos de aquellas teorías de comunicación obsoletas que muy apenas entendían a la televisión. En algo así como diez años pasamos del zapping al scrolldown. La rapidez del mensaje en el teléfono inteligente nos envuelve en una batalla constante contra la inmediatez y la superficialidad. El medio de entretenimiento más grande del siglo XXI se ha convertido en un basurero hiperveloz que nos explica el mundo a través de su pantalla. En lugar de revisarlo desde una perspectiva crítica estamos aceptando su contenido porque da la casualidad de que permite a todo mundo crear material para sus redes y apps. El asunto, para mí, es que perdemos de vista que el discurso sigue dominado por algunas cuantas empresas que definen qué será lo más importante y qué puede irse directo al under.

Esto, que permea toda la red, es mucho más obvio en la música. Los cambios que sufrió la industria discográfica desde que el streaming tomó el poder han convertido a toda una disciplina artística en la puta de la mercadotecnia directa.

Por contradictorio que parezca, la respuesta a esto se encuentra en la misma red. El asunto, como lo he dicho antes, es que esto implica investigar y hundirse en un mar de propuestas musicales monótonas y repetitivas. Este trabajo eventualmente va a traer una recompensa.

La mía ahora fue un programa que se transmite por YouTube, con el típico formato de concurso musical, pero que muestra lo que pueden hacer distintos grupos de música original que buscan un premio grande: un contrato discográfico, un agente publicitario y un álbum.

El programa se llama No Cover y tiene como jurado principal a Alice Cooper. La idea principal del programa es que los grupos deben presentar una canción original. A diferencia de todos los otros programas de concursos, en este lo importante es que los cantantes y grupos exhiban lo que están componiendo.

No voy a extenderme más sobre el show. Sí, es muy gringo y tiene los defectos que tienen muchos otros programas que nos manda la televisión estadounidense. Sólo quería traerlo a colación porque he aquí una forma más de evadir, hasta cierto punto, la música imperante en el streaming y en algunas apps.

Los grupos que se presentan en No Cover son impresionantes, aunque hay, por supuesto, grados de calidad. Lo que me deja alucinado es el virtuosismo de los músicos. No estoy hablando aquí de guitarristas que hacen solos que le dan la vuelta al mundo en un minuto. He visto destreza en la composición, la interpretación y la expresión en el escenario. La mayoría de los grupos tiene justo el virtuosismo que más me gusta: aquel que no se nota.

Presento aquí algunas bandas que he descubierto mientras veía el programa y que me ayudan a estar lejos de lo más escuchado en este momento.

The Native Howl

¿Trash? ¿Bluegrass? ¿Guitarras distorsionadas y banjos? Esa es la combinación que nos entrega este grupo nativo de Michigan que tiene ya algunos años buscando un espacio en el rock actual. En el 2019 se dieron a conocer por un cover que combinaba Harvester of Sorrow de Metallica con la vieja canción de bluegrass Man of Constant Sorrow. Parecía una curiosidad más de YouTube. Luego se atravesó la pandemia y les perdí la pista. En realidad, son un grupo bien cimentado y con integrantes con gran habilidad para combinar los dos géneros.

Night Spins

Para mí este es uno de los grupos más interesantes que escuché en el programa. Tiene un poco de pop pero mucho de garage. Incluso creo que cabría en la categoría de post punk, pero ya casi cualquiera cabe en esa categoría. Tienen un sonido tan atractivo que se vuelven casi hipnóticos. Tal vez sea la voz o tal vez las líneas de bajo, el asunto es que parecen irresistibles. Me sorprende que no estén sonando en todos lados, aunque, en estas épocas que corren, tampoco debería asombrarme.

Art and The Resistance

¿Qué es esto? No supe encontrar bien qué estaba escuchando. Sus influencias parecen provenir de todos lados. En este caso no me refiero sólo a las musicales. La mitad del grupo son chicanos. Esto, sin duda ejerce una influencia específica. Lo sorprendente, aparte de sus canciones originales, también es cómo pasan de hacer un cover de La Unión a uno de Chris Isaak. Sin duda representan bien la multiculturalidad angelina.

Beachwood Coyotes

Este grupo es algo que podríamos clasificar como post punk: mucho ochentas y mucho pop adictivo. Sí, es algo que tal vez ya habíamos escuchado antes, pero no, si uno pone atención no se parece a nada. Sí, pero eso no suena a nuevo, esa melodía, esa progresión de acordes… pero no, sigue siendo original. En esa frontera se encuentra este grupo de Los Angeles.

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Redacción




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