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Las encuestas como manipulación política

Análisis Político y Social / Especiales / Slider / 31 marzo, 2024

Por: Álvaro González

Muchas veces las encuestas tienen un nivel de rechazo casi cercano al 50%, es decir que la mitad de los entrevistados se negó a responder a las mismas, pero los resultados se dan como válidos, lo cual es también técnicamente inválido.

Las encuestas o sondeos de opinión aparecieron en la política como un método “científico” de medir las preferencias electorales de una determinada población. Parecían algo muy moderno y una manera de ir midiendo el comportamiento de las campañas electorales.

La política, que es corruptora casi por naturaleza, pronto comenzó a utilizar estas encuestas o sondeos de opinión como un instrumento de manipulación.

Desde el punto de la estadística hacer una buena encuesta implicaba, primeramente, seleccionar adecuadamente la muestra; que fuera realmente representativa de la población total, después emplear una metodología de encuesta adecuada y, al vaciar los datos, hacerlo de una manera objetiva, sin manipulación alguna.

¿Pero hasta qué grado se ha dado hoy la manipulación? Si desea tener una muestra de qué tamaño es la manipulación, puede abrir en el buscador Wikipedia y buscar las elecciones de Coahuila en 2023. Ahí encontrará una tabla detallada de los resultados de las encuestas, por lo menos de 10 negocios encuestadores sobre los candidatos a gobernador.

Como los números no mienten, puede observar que solo hay dos negocios que se acercaron a los resultados reales que arrojó la elección: Reforma y De las Eras Demotecnia, todos los demás tenían resultados manipulados.

Solo para hacer referencia a uno de ellos se puede mencionar al diario El Financiero, de la ciudad de México, que muchos consideran como una publicación seria. Cuando abrió la campaña la encuesta de El Financiero le dio a Manolo Jiménez un 41% de preferencia y a Armando Guadiana, de Morena, un 43%, lo que va muy en el tono de la estrategia que emplea Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena, quien siempre abre las campañas mandando hacer encuestas en las cuales sus candidatos aparecen arriba de sus oponentes.

Si el candidato de Morena va abajo, la encuesta lo presenta con un “empate técnico”, es decir con una pequeña diferencia, como era el caso de Coahuila y lo fue en Durango. Si su candidato va arriba, entonces las encuestas aumentan el margen de diferencia, de tal manera que su candidato parezca inalcanzable, pero además siembre el pesimismo entre los seguidores de los opositores.

Las encuestas en Coahuila de El Financiero, eran con muestras de apenas 400 encuestados, lo que no es válido técnicamente, pero eran utilizadas para el propósito.

Muchas veces las encuestas tienen un nivel de rechazo casi cercano al 50%, es decir que la mitad de los entrevistados se negó a responder a las mismas, pero los resultados se dan como válidos, lo cual es también técnicamente inválido. El realizar las encuestas por vía telefónica es también una forma fácil, cómoda, pero mucho menos confiable que la encuesta directa al elector.

La conclusión es que la mayoría de las encuestas que vemos publicadas no son confiables: están manipuladas y solo algunas, muy pocas, son de fiar. Es el caso de las encuestas en torno a Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. La estrategia de Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena, y de Jesús Ramírez, el encargado de comunicación de la presidencia, es presentar en las encuestas a Claudia Sheinbaum con una ventaja enorme, inalcanzable, para sembrar el desaliento de la oposición, de tal manera que el electorado concluya que la causa está perdida; que no tiene ya caso votar por la oposición, al mismo tiempo que inflaron la aceptación de AMLO hasta un increíble 73% ¡once puntos por encima de su promedio sexenal! Para vender la idea de que está más fuerte que nunca.

Con el gigantesco aparato gubernamental a su favor; con AMLO haciendo campaña todos los días en sus mañaneras y 21 gobernadores invirtiéndole a la campaña, es de sentido común que Claudia Sheinbaum haya iniciado su campaña arriba en las encuestas, pero esto no quiere decir que la oposición esté a 21 o hasta un 25% abajo, que es lo que desea el morenismo.

La intención de fondo es lograr que Claudia Sheinbaum logre un porcentaje tan alto que Morena alcance la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el Senado, el llamado Plan C, para poder hacer al antojo cambios a la constitución y concentrar, en el próximo gobierno, todo el poder en la presidencia de la república, con lo cual la apertura democrática en México se habrá ido al bote de la basura, pues estaríamos de regreso a la “presidencia imperial” que mantuvo el PRI por casi todo el siglo pasado.

Una democracia sin una oposición fuerte, combativa, se convierte en un régimen autoritario, y más en México, donde nuestra cultura política es todavía muy pobre.

Lo penoso es que Morena, como el partido oficial que es, tiene a su disposición la capacidad de maniobra y de corrupción de la oficina de comunicación de la presidencia, manejada por Jesús Ramírez, quien se coordina con Mario Delgado, el dirigente nacional del partido, lo que les permite meter la mano en muchos medios de comunicación llamados “nacionales”, quienes operan desde la ciudad de México, a quienes han vendido la idea de que lo más conveniente es estar en buenos términos con Claudia Sheinbaum, quien sería, en su planteamiento, la próxima presidenta de México y ella les quedaría agradecida, y también comprometida, a otorgarles canonjías. Un planteamiento bastante tentador para algunos consorcios de medios de comunicación, quienes, al final del día, son negocios y buscan las mayores utilidades posibles.

Una forma de beneficiar a la candidata oficial es publicarle encuestas a modo y despejarle el camino de críticas e información adversa.

“Ahora el asunto no es quien te lee, sino quién te financia. Ese es tu público. La gente ya no quiere pagar por la mejor información. Pueden gastar fortunas en esos aparatos donde la leen. Pero por lo que están leyendo, ni un centavo. El presupuesto de un periódico no sale de su audiencia. Algún día inventarán los medios de comunicación sin público”, afirma uno de los personajes de la novela Fractura, del argentino Andrés Neuman; un personaje que es una periodista vieja que vivió el oficio en los grandes medios de comunicación, cuando estos vivían de sus lectores y no exclusivamente de quienes pagan publicidad, que es una fuente legítima, pero no era la principal.

Cuando los gobiernos y el gran capital pagan, son ellos los que mandan, y en México, por lo menos en este gobierno federal, a quienes les paga o concesiona, los manda, y los manda de mal modo.

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Redacción




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