Por: Marcela Valles
Penosamente, Durango es el estado más pobre del norte de México y esto, en apariencia, tiene que ver con su clase política, caracterizada por la corrupción y la incompetencia.
Durango ya ensayó la alternancia, a través del PAN, aunque con un gobernador expriista, José Rosas Aispuro, quien llegó al poder después de Jorge Herrera Caldera, cabeza de un gobierno escandalosamente corrupto e incompetente, que había lanzado como sucesor a Esteban Villegas.
Al nivel de los tres municipios principales del estado también se ha tenido alternancia: a través del PT y del PAN en Durango capital y Lerdo, mientras que Morena ocupó el anterior gobierno municipal de Gómez Palacio, con la ex priista Marina Vitela, quien era una de las personas de confianza más allegadas a Jorge Herrera Caldera, al igual que lo era Esteban Villegas.
La administración de Marina Vitela fue un desastre de corrupción y de ineficiencia. Aun así, se ha colocado como la dirigente estatal del partido oficial, lo que ha generado división interna, que se dio desde su campaña por la gubernatura, pero da también una idea del nivel de corrupción con que se maneja Morena en el estado.
En pocas palabras, el poder político en Durango está en las manos de las mismas personas, con los mismos vicios e ineficiencias, solo que este mismo grupo se ha apoderado de todos los diferentes partidos y juega a una alternancia ficticia.
Esteban Villegas heredó un gobierno en quiebra de parte de José Rosas Aispuro, y no ha pasado nada, por lo menos nada que sea de importancia. A su vez, Rosas Aispuro había heredado de Jorge Herrera un saqueo del erario, y tampoco pasó nada, salvo el enviar a la cárcel a figuras de segundo nivel como Rafael Herrera Piedra, quien había realizado todo tipo de corruptelas en el área de comunicación social, siendo primo de Jorge Herrera.
Ahora Esteban Villegas ha iniciado su gobierno con una mano atrás y otra adelante, inventando impuestos y buscando dinero por todos los medios posibles, lo que no hará sino desalentar la inversión privada por cargas tributarias como la de los gravámenes realizados bajo pretextos ecológicos.
TODO PARA EL CLAN DURANGO
En lo que ha sido una constante desde hace décadas, el gobierno estatal “nuevo” ha repartido todos los cargos públicos, como la conformación del gabinete y el poder judicial, en favor de políticos y personajes de la capital del estado, desplazando a la región lagunera.
La única política lagunera que tuvo cabida en el gabinete de Esteban Villegas fue Rocío Rebollo Mendoza, ex alcalde de Gómez Palacio, al igual que su hermano Ricardo.
Como José Rosas Aispuro, Esteban Villegas ha asumido una postura de sumisión hacia el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, indigna de un gobernador de oposición, por la cual espera obtener un mejor trato presupuestal. Sin embargo, José Rosas Aispuro, con la misma actitud, no hizo sino el ridículo, al grado de ser ofendido públicamente por las huestes del morenismo frente al propio AMLO.
En el caso de Gómez Palacio, le han vuelto a ceder la presidencia municipal a la familia Herrera Ale, con lo cual Leticia Herrera es por tercera ocasión presidenta municipal, una herencia que le dejó su padre Carlos Herrera (quien fue alcalde por dos periodos) porque él no quiso más y porque le fue negada la gubernatura del estado.
No obstante la muerte del patriarca Carlos Herrera Araluce, el clan de la familia Herrera sigue ejerciendo un cacicazgo político en este municipio; poder que está sustentado en el miedo y en la posición económica de la familia.
En lo que es una dinámica extraña y tóxica, pareciera que en cada gobierno municipal que inicia se está reinventando a Gómez Palacio, con la idea de que el anterior gobierno dejó heredado un desastre, no sólo en la administración pública, sino en los servicios y la infraestructura del municipio.
Al concluir el gobierno de Marina Vitela, se ofreció que habría consecuencias legales para toda la corrupción ejercida, pero no pasó nada hasta que fue tocado el primer sobrino de Leticia Herrera, lo que motivó el detener a un funcionario de segundo nivel de la administración de Marina Vitela, y todo indica que las cosas no pasarán de ahí.
Marina Vitela era protegida del exgobernador priista Jorge Herrera, hoy lo es del primer círculo del poder federal de la 4T, por lo cual no parece tener el menor temor al clan de la familia Herrera. Por el contrario, Leticia Herrera ya experimentó, antes de ser por tercera ocasión alcaldesa de Gómez Palacio, el largo brazo del poder federal.
Homero Martínez Cabrera, quien goza de popularidad y se reeligió como alcalde de Lerdo, enfrentó en su gobierno anterior un pésimo trato presupuestal por parte del gobierno de José Rosas Aispuro, ya sea porque el exgobernador estaba en la penuria o por razones políticas. El trato de Esteban Villegas para con el alcalde lerdense tampoco es un modelo de deferencia y cortesía, según se ha podido apreciar en algunos eventos políticos claves para este municipio, el tercero en importancia del estado.
¿Podrá salir adelante Durango con esta clase política? Los índices de crecimiento, inversión pública y privada, pobreza y bienestar muestran que Durango tiene serios problemas de desarrollo.
La economía del estado representa apenas el 1.2% del Producto Interno Bruto, por debajo de estados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, colocándose en la posición 26 de las 32 entidades, sólo por encima de estados muy pequeños como Colima o Tlaxcala, o bien del pobrísimo vecino Zacatecas.
Para dar una idea del nivel de estancamiento de Durango, Coahuila representa el 3.63% del PIB nacional y, por lo tanto, tiene una economía tres veces más grande que la de Durango. En esa proporción, un poco más, un poco menos, está Durango con respecto a todos los demás estados norteños.
Algo está podrido en la clase política de Durango, incluyendo a todos los partidos que operan en la entidad, pues todos son manejados por los mismos políticos de siempre.
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