Por: Gerardo Lozano

A tan solo unos días de que cerraran las campañas electorales por la gubernatura de Coahuila, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, parece haber perdido la paciencia. Desde el evento del segundo debate de los candidatos, el 1 de mayo, salió del con cara visiblemente desencajada, consciente de que la campaña de Armando Guadiana no camina como lo esperaba y las encuestas no mienten, al poner a su candidato muy por debajo de la alianza PRI-PAN-PRD.

Lo primero que hizo al regresar a la Ciudad de México fue pedirle a las “corcholatas” que acudieran a Coahuila en apoyo de Guadiana Tijerina, e hizo lo mismo con algunos gobernadores, pero esto tampoco ha ayudado mucho, pues la casi totalidad de los votantes en Coahuila ya tienen definido su voto.

Irritado y desesperado, Mario Delgado le ha vuelto a hacer un llamado a los dirigentes de los partidos aliados, el PT y PVEM, Alberto Anaya y Karen Castrejón, para que sus candidatos se sumen a Morena, cuando en apariencia ya no había tiempo ni para eso.

Mario Delgado tiene la presión de Palacio Nacional de ganar la elección tanto del Estado de México como de Coahuila; barrer con el PRI de una vez por todas, y, habituados a imponer sus condiciones en todos los estados, les irrita que en Coahuila no solo pueden perder, sino que hay el inminente riesgo de hacerlo por un margen demasiado amplio.

Por más que le han hecho llamados a Ricardo Mejía para declinar su candidatura a cambio no se sabe de qué ofrecimientos, “El Tigre” Mejía les ruge y les dice que no; que no hay precio, al grado que la propia esposa del candidato petista, Marlene Cañas, confrontó personalmente de muy fea manera a Mario Delgado en el debate realizado en Saltillo.

El dirigente morenista está persuadido que los votos que distraen el PT y el PVEM son los que le hacen falta a Armando Guadiana para ganar la elección, lo cual es algo muy discutible, porque los sondeos de opinión indican que el problema es que, penosamente, el candidato de Morena a la gubernatura no prendió, es decir, se equivocaron, por razones que hasta hoy son desconocidas.

ANTECEDENTE A NIVEL NACIONAL

Y es que el caso Coahuila tiene lecturas mucho más delicadas de cara al 2024, año de la elección presidencial.

En Coahuila un precandidato de Morena, al cual le dieron todos los medios para posicionarse, fue finalmente desechado, lo que aprovechó el PT para hacerlo su candidato y realizar campaña bajo el planteamiento que ellos son también la 4T.

Por su parte el PVEM se alió a un partido regional, en lugar de sumarse a Morena, que era en apariencia lo que más le convenía, pues el PEVM siempre ha sido un partido parásito, pero en este caso podría tratarse de un experimento para ver qué puede hacer el partido en asociación con otras organizaciones políticas distintas.

Es de conocimiento público que AMLO trae en campaña cuatro “corcholatas”, como desagradablemente se ha bautizado a los precandidatos, quienes por cierto están violando las disposiciones legales en materia electoral, pero eso parece ser algo que no les interesa.

El problema es que de los cuatro solo será seleccionado uno. ¿Pero qué será de los otros tres que también hicieron campaña? En apariencia solo parece haber garantía que el único que sí disciplinará es Adán Augusto López, quien es el de más bajo perfil.

De ser designada por el dedo presidencial Claudia Sheinbaum, como todo parece indicar, Marcelo Ebrard podría ir por otro partido, e inclusive por una coalición distinta a Morena y, si esto sucede, podríamos estar asistiendo en algunos aspectos al mismo caso de Coahuila, pero replicado a nivel nacional: la partición del voto de Morena, a través del PT, del PVEM o de algún otro partido, lo cual es muy posible.

Ricardo Monreal, quien dice haber tenido una epifanía en su último encuentro con AMLO en Palacio Nacional, donde el cielo se abrió y vio descender una luz celestial, donde dice, sin que le dé risa, que sí existen los milagros y esa noche, previa a la última tormentosa y retorcida sesión del senado, tuvo un encuentro espiritual como el señor presidente, lo que le ha hecho declarar que prefiere no ser nada que traicionar a López Obrador ¿Usted le cree? Si tomamos en cuenta que es político y que encima es ladino, sería una ingenuidad.

El mismo Mario Delgado es originalmente gente de Marcelo Ebrard (fue su tesorero en el gobierno de la Ciudad de México), así que puede estar metido en un predicamento muy espinoso.

Las encuestas de hoy dicen que Claudia Sheinbaum va muy bien, re que te bien, pero resulta que no ha habido piso parejo, por un lado, por el otro que todavía no hay candidatos de la oposición con los cuales medirla, así que lo que se diga hoy es muy relativo.

 Todo indica que AMLO quiso repetir el ritual priista, allá de los tiempos de la “dictadura perfecta”, cuando él era militante del PRI, pero no tiene el control que tenían entonces los presidentes y las circunstancias políticas de México son hoy muy diferentes.

Esto explica en parte el malestar de lo que está sucediendo en el proceso electoral de Coahuila y lo que pueda ocurrir en las urnas este próximo 4 de junio.

Hay otra lectura interesante. Como la perfidia no es patrimonio del señor presidente, las dirigencias del PT y del PVEM se saben partidos aliados y dependientes de Morena, pero también se saben necesarios y es probable que no hayan sido satisfechos de todas sus expectativas, cuando han seguido, con puntualidad y sumisión perfectas, las indicaciones de la presidencia, así que puede que no esté de más el hacerle sentir al jefe máximo que desean un reparto del pastel algo más equitativo, no solo el trato de simples subordinados, quienes, como se ha visto en Coahuila, también pueden utilizar como su patrimonio la famosa 4T, que en concreto es todo y es nada, pero sí es una buena marca electoral.

El juego sucesorio por la presidencia ya comenzó, y quien lo inició con tanta anticipación fue el propio AMLO, en lo que creyó como un juego de astucia política. Habrá que ver cómo termina este asunto de aquí a la navidad de 2023 y, después, en el 2024.