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2024: el año que nos jugamos nuestra democracia

Análisis Político y Social / Especiales / Slider / 1 enero, 2024

Por: Rodrigo Tejeda

2024 será el año en que nuestro incipiente sistema democrático estará en un serio peligro, si las clases medias y otros sectores populares no apoyan decididamente a la oposición, porque esto permitiría a Morena controlar el poder judicial y el legislativo, pero con una mayoría absoluta, lo que a su vez permitiría modificar completamente la constitución del país tal como hoy la conocemos.

Del año 2000 al 2018 México entró, de manera tersa, hay que decirlo, en un proceso de transición democrática, donde se dio, por primera vez, la alternancia en el poder central, inclusive para elegir en 2018 a un presidente de izquierda, que no se reconoce abiertamente como tal, pero ahora, en este 2024, el país se jugará en las urnas si opta por un modelo autoritario de izquierda o da un paso más para buscar consolidar su democracia. El riesgo de que México pueda caer nuevamente en un autoritarismo y se ponga en riesgo el modelo democrático es muy alto.

En lo que es toda una paradoja, en el periodo del 2000 al 2018, donde gozamos de libertades políticas que no habíamos tenido, lejos de consolidar al sistema de partidos políticos, se cayó en una descomposición de los mismos, mientras que la corrupción, el gran mal del sistema político, carcomió instituciones, enriqueció a una clase política y empresarial rampante, para abrirle el camino a un viejo líder populista de izquierda.

Esto no hubiera sino ningún problema en un sistema político consolidado, pero llega en medio de la crisis más grave que hayan tenido el PRI y el PAN, quienes representaban el viejo régimen de centro-izquierda y la más vieja oposición de centro-derecha, en consecuencia Andrés Manuel López Obrador llegó con muy pocos contrapesos y muy pocas convicciones democráticas, no con la intención de cubrir un solo periodo de seis años de gobierno, sino de desmantelar el sistema político democrático, para instalar a un grupo de izquierda en el poder con el propósito de perpetuarse en el mismo, de forma indefinida.

Como lo ha expuesto en varias de sus obras el conocido filósofo español Fernando Savater, el poder tiene siempre una tendencia al abuso. “Llega tan lejos como el resto de la sociedad, como la falta de controles le permite. No hace falta que sea por maldad. Es decir, en el poder hay una tendencia a lo expeditivo. Por lo pronto todas las personas que mandan, incluso por pereza, por ganas de acabar cuanto antes, tienden a ser expeditivas. Y por otra parte tienden a considerar el poder como algo patrimonial, como algo que se les debe, que ya es suyo para siempre, que si les quitan el poder les hacen una putada” (El Arte de Vivir, pags.173 y 174).

El diccionario define expeditivo como “hacer algo con rapidez, sin enredarse en trámites u obstáculos”.

¿Se puede encontrar una mejor definición del gobierno que ha hecho hasta ahora Andrés Manuel López Obrador? Difícilmente.

Un estado no funciona por bonhomía espontánea, aún cuando muchos de sus funcionarios tuvieran una ética muy elevada, sino por controles bien establecidos que obliguen a seguir los procedimientos y en caso de no hacerlo los metan en la cárcel, que es donde deberían estar muchos de los funcionarios del gobierno anterior y una parte de los del actual.

Pensar que el poder se va a autorregular es algo ingenuo y peligroso. AMLO dice no tener interés en el dinero, pero está enfermo de poder, piensa que es algo que se le debe, lo usa de forma patrimonial, como si el estado fuera de su propiedad, y piensa, como dice Savater, que si se lo quitan es una putada, por lo cual la única posibilidad es que su partido, porque es SU partido, siga en el poder de forma indefinida, para lo cual es decididamente expeditivo, es decir no le importan los procedimientos democráticos, ni las formas, ni los obstáculos, todos los ha ido brincando, destruyendo o combatiendo, y, en la elección de este 2024, puede alcanzar el poder absoluto, teniendo ya, según él, la razón y el derecho absoluto.

Hasta ahora no ha acumulado más poder por falta de ganas, sino porque ha habido instituciones y circunstancias que se lo han impedido, pero de ganar la mayoría absoluta en la elección de junio próximo, se comerá con gula todo el pastel.

Entre el Ejército y el narco

Y es tan evidente su intención totalitaria, que ha puesto detrás de él al ejército, en un proceso de militarización del país como no se había visto desde el periodo revolucionario.

No existe ningún argumento para hacer esa militarización, más que el hecho de tener detrás de él la fuerza militar, que es la fuerza bruta, empoderándolo y otorgándole todas las canonjías que ha podido, con lo cual una buena parte del país se encuentra ahora en medio de dos frentes: ante la fuerza bruta ilícita de los grandes capos del crimen y, por el otro lado, ante el monopolio de la fuerza pública, que sirve cada vez más al presidente que a la sociedad.

Expeditivo, con prisa por terminar pronto de acumular todo el poder, AMLO mostrará su rostro más autoritario y antidemocrático en este su último año de gobierno, cuando solo le quedan nueve meses en el poder, por lo menos desde la presidencia.

Para comenzar el año prepara una iniciativa para eliminar todos los organismos autónomos, que son organismos gubernamentales, independientes del ejecutivo y del presidente, que realizan una función reguladora de intermediación, para evitar abusos tanto por parte del poder como de los particulares.

Entre los principales organismos que se pretende desaparecer, se encuentran el INAI, Instituto de Acceso a la Información Pública, el IFT, Instituto Federal de Telecomunicaciones, la CRE, Comisión Reguladora de Energía, la COFECE, Comisión Federal de Competencia Económica, entre los más importantes.

La COFECE impuso, en 2021, una multa de 913 millones a la industria farmacéutica, por coludirse entre sí para manipular los precios de los medicamentos, mientras que el IFT le impuso medidas a las empresas del magnate Carlos Slim, el hombre más rico de México, por prácticas monopólicas, que ponían en desventaja a su competencia y perjudicaban al consumidor, por citar dos ejemplos de las funciones que tienen estos organismos públicos.

El INAI es uno de los más grandes logros que se habían tenido, para que el ciudadano y los medios de comunicación tengan acceso a la información gubernamental, algo que detesta López Obrador, quien mantiene bajo secrecía las cuentas de las obras más importantes que ha realizado durante su sexenio, lo mismo que los principales contratos asignados a empresas nacionales y extranjeras, algo indispensable para disminuir la corrupción endémica que ha sufrido el país.

Anteriormente López Obrador intentó apoderarse del INE y, finalmente, ha logrado una dirigencia del mismo mucho más dócil a los abusos del nuevo partido oficial, y de cara al proceso electoral de este 2024.

Otra contienda que se ha dado, esta mucho más estratégica, ha sido la de tratar de controlar al poder judicial, subordinando la Suprema Corte de Justicia de la Nación al poder presidencial, al mismo tiempo que en las elecciones en puerta tratará de obtener una mayoría absoluta en el poder legislativo (Cámara de Diputados y Senadores), para poder modificar a su antojo la Constitución, haciendo todas los cambios que decida el propio presidente y su grupo en el poder.

Consumar el control total del país

Utilizando todo el poder del estado y métodos como la extorsión y la corrupción, e inclusive en varios casos la complicidad de las organizaciones del crimen organizado en toda la franja del pacífico y del interior, López Obrador ha logrado acumular para su partido 22 gubernaturas que estaban en manos del PRI, el PAN y el PRD, principalmente del PRI. En las elecciones de este 2024 estarán en juego 9 gubernaturas, entre ellas la de la Ciudad de México.

Con procedimientos tortuosos, se ha intimidado, extorsionado o comprado a gobernadores en funciones para que entreguen al partido Morena los procesos electorales, premiándoles luego con embajadas, impunidad y otras recompensas políticas. El objetivo es bien claro: que al terminar el actual gobierno la mayor parte del país esté gobernada por Morena y, a mediano plazo, el país entero, bajo argumentos de tipo populista, mentiras y la creación de que toda disidencia política está moralmente condenada, “porque son conservadores, enemigos del pueblo”.

El objetivo fundamental ya no se oculta: la concentración total del poder, en este caso del estado, para ponerlo en manos de un pequeño grupo de izquierda, por un tiempo que puede ser indefinido.

Para poder hacer esto se requiere evitar que la oposición, ya sea en forma de partidos o de organismos de la sociedad civil, adquiera fuerza y adeptos, así que se ha puesto en funcionamiento, desde el principio del sexenio, un programa asistencialista de gran alcance, el cual incrementará la deuda del país en 6 billones de pesos, 1.9 billones tan solo en este 2024 donde se juega el asalto final al poder absoluto.

Se trata de repartir dinero en efectivo, en un sistema político donde la dádiva se ha convertido en un instrumento arraigadísimo de clientelismo electoral.

Mezclando la asistencia social legítima y necesaria, la pobreza de la mitad de la población del país y los bajos niveles de cultura cívica y educación formal, estos programas de asistencia social, convertidos en clientelismo populista, son muy eficaces para comprar una clientela electoral o, al menos, desarmar cualquier posible reacción política de los sectores populares, aunque no logra el propósito en las clases medias, pero estas han sido tradicionalmente muy pasivas políticamente, en especial las nuevas generaciones, quienes dan por descontado que vivir en un país con libertades se da por generación espontánea, no requiere de ningún sacrificio, mucho menos de una lucha, debido a que han nacido o crecido en ellas.

MEX8447. CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 03/10/2020.- Opositores del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, participan en una protesta en la explanada del Zócalo en Ciudad de México (México). La organización, abiertamente contraria al presidente mexicano, tiene como principal objetivo exigir la “renuncia” de López Obrador. EFE/José Pazos

2024 será el año en que nuestro incipiente sistema democrático estará en un serio peligro, si las clases medias y otros sectores populares no apoyan decididamente a la oposición, porque esto permitiría a Morena controlar el poder judicial y el legislativo, pero con una mayoría absoluta, lo que a su vez permitiría modificar completamente la constitución del país tal como hoy la conocemos.

Las de junio próximo no serán unas elecciones más, sino un acontecimiento histórico para el país.

Ya sea por pereza, por las dádivas de dinero en efectivo o por la falta de conciencia de lo que está sucediendo de fondo en el país, muchos mexicanos creen que no pasa mayor cosa y nuestra vida no puede ser alterada por un grupo que pretende establecer nuevamente un sistema autoritario, solo que en este caso con medidas más radicales y destructivas de las libertades que gozamos, lo que tendría una repercusión en todos los aspectos de nuestra sociedad, tanto sociales como económicos y políticos.

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