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Violencia y futbol: un problema solapado por los intereses económicos

Análisis Político y Social / 4 marzo, 2024

Por: Eduardo Rodríguez

El problema de la violencia es viejo dentro y fuera de los estadios, pero por fortuna no había degenerado en actos como los que se dieron recientemente fuera del estadio del Santos.

Hasta que no pasa una desgracia mayor el problema de la violencia y el futbol es solapado por los propietarios de los equipos, los organismos oficiales que rigen este deporte y ciertos medios de comunicación, quienes con gran frecuencia fomentan el fanatismo hacia lo que no es sino un deporte más, inventado para la diversión, pero que se ha convertido en un espectáculo de paga, en torno al cual, se mueven fuertes intereses económicos.

Hasta donde se ha dado a conocer oficialmente, una mujer alcoholizada que conducía una camioneta en las afueras del estadio del Santos, al término del partido en contra del Monterrey, lanzó el vehículo intencionalmente en contra de un grupo de aficionados regiomontanos, matando a una mujer e hiriendo, de gravedad, por lo menos a otras tres personas.

Un acto criminal que costó una vida y daños graves a otras tres, motivado por un impulso de odio a partir de una simple rivalidad deportiva es algo muy grave, sobre lo cual los propietarios de los equipos y los organismos que rigen el futbol profesional no asumieron responsabilidad alguna.

Después de los hechos de violencia masiva en el estadio Corregidora de Querétaro, los cuales fueron de una brutalidad espeluznante, la Federación Mexicana de Futbol debió establecer medidas de seguridad obligatorias para los propietarios de los equipos, pero se limitó a emitir sanciones leves para el club Querétaro, las cuales fueron olvidadas en un corto tiempo.

El problema de la violencia es viejo dentro y fuera de los estadios, pero por fortuna no había degenerado en actos como los que se dieron recientemente fuera del estadio del Santos.

Desde que existía el viejo estadio Corona, en la colonia Las Magdalenas, es un hecho que la directiva del Santos permitía el ingreso, inclusive gratuito, a porras como la denominada “La Común”, que introducían mariguana al estadio y consumían alcohol como órdagos, para mantenerse saltando y gritando como poseídos los 90 minutos o más que durara el partido.

También ya en ese tiempo se presentaba una porra del Monterrey denominada “La Adicción”, compuesta por un numeroso grupo de fanáticos, en su mayoría jóvenes, que consumían drogas y alcohol, a quienes muchas veces no se les permitía el acceso al estadio, por lo menos no a todos, para evitar disturbios, pero quienes se quedaban fuera era muy frecuente que tuvieran enfrentamientos con la policía y realizaran actos de vandalismo.

Algunos comentaristas deportivos de la televisora local de Monterrey, uno de ellos inclusive ya fallecido, se permitían comentarios inapropiados sobre la rivalidad deportiva entre el Santos y los equipos regiomontanos, Monterrey y Tigres, lo que era el fomento al fanatismo, que suele ser un inductor de la violencia física, especialmente tomando en cuenta que los estadios de futbol suelen tener una venta inmoderada de cerveza, al grado de denominarles como “la cantina más grande de la ciudad”, pues inclusive el equipo Santos era propiedad de una empresa cervecera, que fue quien lo llevó a ser un equipo protagonista y no uno “colero”, como lo fue por muchos años. Los estadios mismos tienen el nombre de una cerveza muy conocida.

La suma del fanatismo y el consumo excesivo de alcohol es necesariamente explosiva y peligrosa.

Para el partido contra los Tigres de la UANL, la policía de Torreón tuvo que utilizar ¡mil elementos! Lo que parece exagerado y absurdo, pues, de una manera cómoda, algunos medios de comunicación locales culparon el pasado hecho criminal como una responsabilidad de las autoridades policiacas, quienes supuestamente no tomaron las medidas preventivas correspondientes.

Ahora la policía completa de la ciudad va a tener que ir a cuidar el comportamiento de los aficionados y fanáticos del equipo Santos o del equipo visitante, especialmente si este es de Monterrey. Un verdadero absurdo, y todo ello por el fomento al fanatismo, que incluso es manejado como parte de la “identidad regional”, lo que es un disparate en términos culturales y sociales.

Que pobre sería una identidad social y cultural si tuviera como uno de sus referentes principales a un equipo de futbol comercial, que cambia completamente de jugadores cada tres o cuatro años, en su mayoría extranjeros que están de paso, porque así es este negocio del deporte de paga.

Aún siendo un espectáculo de paga, el futbol no es sino un deporte más para la diversión, pero lo más rocambolesco es que, con una gran frecuencia, sólo ofrece un espectáculo mediocre, que no alcanza a emocionar y divertir a quien paga por verlo, pero da para tener 10, 15 o más programas de comentarios durante la semana, plagados de sesudos analistas deportivos, que pontifican sobre las más increíbles nimiedades, pues, tratándose de futbol, todo mundo es un experto, y debe serlo de verdad, porque no se trata sino de un juego de pelota.

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