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La genética tiene un efecto mínimo en la orientación sexual

Especiales / 2 agosto, 2021

Por: Agencias/Redacción

En la década de los años 90 tuvo una gran difusión la idea de que existe un “gen gay”; esto es que el componente genético de una persona puede ser determinante en las preferencias sexuales de una persona, distintas al género dominante con que nació.

En las últimas décadas la ciencia, con el gran avance de nuevos desarrollos en el campo de la genética humana, ha tratado de descifrar cuál es la influencia real del componente genético de una persona en sus preferencias de género.

Contra lo que se esperaba por parte de la comunidad LGBT+, que argumenta la disposición genética, los estudios más importantes muestran conclusiones distintas.

Hay una gran cantidad de estudios, pero se puede citar como referencia el estudio más ambicioso realizado hasta ahora, publicado en la prestigiada revista Science el 29 de agosto de 2019, con una muestra de 409,000 personas participantes del proyecto NK Biobank, del Reino Unido, y 68,500 personas registradas a través de la compañía genética 23andMe, en Estados Unidos.

El estudio fue realizado por la Universidad de Harvard y el Massachusetts Institute of Technology (MIT), con el patrocinio de los Institutos Nacionales de Salud.

Las conclusiones de la investigación llegaron a la determinación de que había pequeños componentes de muchos, no de un solo gen, que estarían relacionados con el comportamiento sexual de las personas estudiadas, pero de ellas sólo había cinco variantes que podrían considerarse “significativamente”, sin embargo la doctora Andrea Ganna, del Instituto de Medicina Molecular de Finlandia, participante en el estudio, opinó, entrevistada por la agencia Reuters, que estas variantes tienen “un efecto muy pequeño en el comportamiento sexual”.

Combinados, añadió, explican “menos del 1% de la variación de la conducta sexual en personas del mismo sexo”.

El doctor Benjamín Neale, asociado en la Unidad de Genética Analítica y Traslacional en el Hospital General de Massachusetts, quien también participó en el proyecto, reconoció que “una prueba genética para determinar si vas a tener una relación homosexual no funcionaría”.

Lo anterior partiendo de que el estudio mencionado arrojó que hay muchos pequeños efectos genéticos dispersos por todo el genoma, pero estos no son determinantes.

Cuestionado al respecto, concluyó que la preferencia de género no está determinada genéticamente. “Es absolutamente imposible predecir el comportamiento sexual de un individuo a partir de su genoma”, afirmó.

Por su parte, el doctor David Curtis, profesor honorario del Instituto de Genética de la University College London (UCL), menciona que el estudio muestra que “no existe una variable genética en la población que tenga un efecto sustancial en la orientación sexual

“Más bien, lo que vemos es que hay un gran número de variantes que tienen asociaciones extremadamente modestas”, concluyó al ser entrevistado por BBC Nuevo Mundo.

Las conclusiones de la investigación y su publicación, provocaron preocupación en el medio de la comunidad LGBT+, pues podría prestarse a que corrientes o medios contrarios a la aceptación de la diversidad de género, lo emplearan para fomentar la intolerancia y la homofobia.

Diarios como The New York Times, abrieron espacios para que periodistas relacionados con el movimiento LGBT+ ofrecieran versiones matizantes o, digamos, suavizadas y, en algunos casos, manejadas sobre las conclusiones que se desprenden del estudio, el cual, si se desea conocer en su versión original, se encuentra disponible consultando la revista Science de manera directa. (https://science.sciencemag.org/content/365/6456/eaat7693)

LA INFLUENCIA FAMILIAR Y SOCIOCULTURAL

Si el componente genético es muy poco significativo en la orientación sexual de una persona, habría que reconocer que los factores sociales y culturales juegan un rol muy determinante y, de todos ellos, la familia se puede considerar como el más influyente.

La libertad en la preferencia sexual de una persona ha pasado a un segundo término en el debate público, esto en la mayoría de los países desarrollados, pero sigue siendo una temática difícil en países como México.

Aun así, toda persona adulta está en absoluta libertad de adoptar la preferencia de género que desee. Debido a las modificaciones legales últimas, puede cambiar su nombre, puede casarse legalmente si así lo desea, puede heredar y en general es protegido por la ley en caso de cualquier tipo de discriminación, lo que no evita un porcentaje todavía muy alto de rechazo.

El problema y la discusión más delicada es el caso de los niños y los púberes, los cuales están en una etapa de desarrollo; de maduración fisiológica, psicológica, social y cultural, y en consecuencia son susceptibles de proselitismo y de influencias externas que afectan su desarrollo personal, provocando confusión y conflictos graves de identidad.

La disfuncionalidad familiar es un factor que tiene una influencia determinante en el desarrollo de la personalidad, lo que es especialmente crítico en la pubertad y parte de la adolescencia, donde se acelera el desarrollo hormonal y se reafirma el género natural de nacimiento, pero también se definen muchos otros rasgos del individuo, los cuales serán determinantes el resto de su vida.

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