Por: Eugenia Rodríguez
Claudia Sheinbaum es hija de padres de ascendencia judía, lituana y búlgara: Carlos Sheinbaum Yoselevitz, químico, y Annie Pardo Cemo, Bióloga, ambos dedicados a la academia y él también a la empresa. Le inculcaron a la hoy aspirante presidencial la vocación por la ciencia, lo que le llevó a graduarse como doctora en energía eléctrica y anteriormente como especialista en el mismo tema de energías, pero ha traicionado toda su formación académica por ambición política.
Para su trabajo de doctorado, Sheinbaum tuvo el privilegio de ser becada por la UNAM por cuatro años en 1995, para incorporarse al California Lawrence Berkeley Laboratory, donde se volvió experta en cambio climático, lo que la llevó en 2007 a ser parte del Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre Cambio Climático de la ONU, agrupación que recibió, junto con el político norteamericano Al Gore, nada menos que el Premio Nobel de la Paz, por sus contribuciones a la lucha por el cuidado del medio ambiente y la lucha para detener el calentamiento global.
Claudia Sheinbaum fue también denominada como Investigadora Titular del Instituto de Ingeniería de la UNAM, pero entra en relación con Andrés Manuel López Obrador, a través de su primer marido, Carlos Ímaz Gispert, y la vocación científica comienza a desviarse.
En diciembre del 2000 AMLO la invita como Secretaria del Medio Ambiente del gobierno del Distrito Federal, en lo que parecía todavía un nombramiento coherente con su formación académica, pero la política y la cercanía con AMLO perderían sus principios éticos como académica y gente de ciencia.
En el 2006 forma parte del “gabinete legítimo” que formó López Obrador, luego de perder la elección presidencial frente a Felipe Calderón.
En ese periodo Claudia Sheinbaum comienza a participar en la organización de los grupos de activistas denominadas “las adelitas”, que se convertirían nada menos que en defensoras del petróleo. En oposición a la reforma energética, cuando se suponía que era experta en energías limpias y cuidado de la tierra.
Sin militar específicamente dentro del PRD, pero siempre bajo la tutela de AMLO, se convierte de 2015 a 2017 en delegada de Tlalpan, en donde había nacido, cargo que había ocupado su esposo Carlos Ímaz en 2004, quien tuvo que renunciar por corrupción a raíz de los video escándalos.
Siendo delegada de Tlalpan, y doce años después de los escándalos, se separa de Carlos Ímaz, y está ya de lleno en la política como parte del grupo íntimo de AMLO.
En 2018 se convierte en la primera mujer electa para ocupar la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, y estrecha aún más su relación política con López Obrador, quien emprende una política energética considerada obsoleta que busca regresar la hegemonía a la petrolera estatal Pemex y a la CFE, que suprime gran parte de los proyectos de energías limpias para el país.
Además de la obsoleta política energética, AMLO emprende la construcción del Tren Maya, un proyecto al que se han opuesto todas las organizaciones ambientalistas internacionales y nacionales, lo que va añadido con la construcción de la refinería Dos Bocas en Tabasco, la cual refuerza, a un costo altísimo, la política petrolera.
¿Dónde quedó la doctora en energía, experta en temas de contaminación y lucha por el medio ambiente? Se perdió para dar paso a una política que besa la sombra por donde pasa el ahora presidente.
Hoy, a Claudia Sheinbaum no parece interesarle ya el destino de la tierra sino el poder, y se ha convertido en la precandidata favorita de López Obrador, para darle continuidad a todos sus proyectos de gobierno.
De lograr ser candidata y ser electa presidenta, para lo cual tiene que ganar la elección de 2024, paradójicamente le tocaría enfrentarse al colapso de la petrolera más endeudada del mundo: Pemex, y a una crisis en el abasto de energía eléctrica del país, una herencia que dejará el gobierno de AMLO.
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