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El juicio de García Luna: Desfile de criminales

Análisis Político y Social / 6 marzo, 2023

Por: Rodrigo Tejeda

El juicio que se llevó a cabo en Nueva York en contra del exsecretario de Seguridad Pública y exdirector de la Agencia Federal de Investigaciones, Gerardo García Luna, se convirtió en todo un espectáculo mediático y político que interesa de manera muy especial al actual gobierno mexicano, presidido por Andrés Manuel López Obrador, debido a que se espera que el escándalo pueda salpicar a los gobiernos anteriores de Felipe Calderón y Vicente Fox, lo que acarrearía grandes beneficios de propaganda a López Obrador, además de que la Unidad de Inteligencia Financiera, UIF, pretende recuperar, mediante un juicio civil paralelo, 745.4 millones de dólares que supuestamente habría sustraído del erario público el exfuncionario.

Detrás de este espectacular caso existen demasiados intereses, en especial el poder vender la idea, en el quinto año de AMLO, de una enorme corrupción del gobierno de Felipe Calderón en relación a la administración de justicia, el combate al narcotráfico y el tema de la seguridad pública, un renglón en el cual el gobierno de López Obrador es claramente deficitario.

Gerardo García Luna habitó, tranquilamente, en el estado de Florida durante el periodo de 2012 al 2018, que corresponde al gobierno de Enrique Peña Nieto, pero de pronto, en 2019, ya iniciado el gobierno de López Obrador, fue detenido por las autoridades norteamericanas para llevarlo ante la justicia, acusado de 5 cargos: tres por tráfico de drogas, uno por delincuencia organizada y uno más por falsedad de declaraciones.

Se ha llevado en montar el juicio tres años e inicia de manera más que oportuna para atizar el fuego político en México, que anticipadamente ha iniciado el juego de la sucesión presidencial.

Con base en el sistema de justicia estadunidense, se ha tenido que seleccionar a un jurado, compuesto por 12 personas: 7 mujeres y 5 hombres, después de una dificultosa investigación de hasta 100 posibles candidatos, la mayoría de los cuales se negó a participar o fue rechazado por diversos motivos, que iban desde prejuicios de racismo hasta los nexos familiares de los examinados.

De los doce miembros del jurado, es muy importante establecerlo, ninguno conoce México; no tienen conocimiento del tema de seguridad y, siguiendo sus sistema acusatorio, decidieron según la narrativa que presentó la fiscalía y la defensa, que no fueron sino una serie de dichos de parte de un grupo de criminales, narcotraficantes, asesinos y demás, que testificaron a cambio de reducción de condenas y otros beneficios, lo que no resulta, con base en la técnica jurídica, algo aceptable para imputar delitos sumamente graves. A ninguno se le aplicó la prueba del polígrafo, así que la fiscal daba por hecho lo que dijeron, e inclusive fueron instruidos.

El caso estuvo a cargo del juez Brian Cogan, el mismo que condenó a cadena perpetua a Joaquín “El Chapo” Guzmán. La fiscal es Saritha Komatireddy y el abogado defensor de Gerardo García Luna fue César de Castro, un defensor de oficio, debido a que le congelaron todas las cuentas bancarias a García Luna y a su familia, lo que le impidió comprarse una defensa de otro nivel.

DESFILE DE CRIMINALES

La fiscalía había declarado que tenía al menos 70 posibles testigos listos, pero finalmente redujo muchísimo la lista y, lo que es sumamente delicado, no fue presentada ni una sola prueba pericial. El trabajo de la defensa fue el tratar de desacreditar los dichos de los criminales presentados, pero no lo hizo con la contundencia que se esperaba

Por el estrado y ante el jurado, compuesto por ciudadanos ordinarios, han desfilado personajes tan siniestros como “El Lobo”, Óscar Nava Valencia, exlíder del desaparecido Cártel del Milenio; Tirso Martínez, un narcotraficante de poca monta que testifica a cambio de que se le conceda la estancia legal en EEUU; Sergio Villarreal, alias “El Grande”, un capo que trabajó para algunos de los narcotraficantes más importantes de México, como los Beltrán Leyva, y busca una reducción de sus larguísima condena; Javier Villarreal, extesorero del estado de Coahuila, quien se entregó a las autoridades norteamericanas desde 2014, hace casi 9 años, vive en libertad condicional y a quien se le ha aplazado hasta en 15 ocasiones su sentencia, al ofrecerse como cooperador informante de la fiscalía estadunidense, por citar sólo algunos ejemplos.

MUCHAS COSAS NO ENCAJAN

Sólo a manera de ejemplo, el testigo estelar, Raymundo “El Rey” Zambada, hermano de Ismael “El Mayo” Zambada, fue detenido en 2008 por el gobierno calderonista y, después de testificar en contra de Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue condenado a tan solo 12 años de prisión, pero ahora, como testigo protegido, vive libre bajo supervisión en algún lugar de Estados Unidos.

Afirmó que conoció sólo de vista a Gerardo García Luna, pero él se encargó de que le entregaran en dos ocasiones varios millones de dólares en un restaurante de la Ciudad de México, para la protección de su hermano “El Mayo” y para dejar operar al Cártel de Sinaloa. ¿Por qué fue entonces aprehendido en 2008 y luego extraditado a EEUU?

Molesto por el rumbo que tomó el juicio, el defensor César de Castro acorraló al “Rey” Zambada, recordándole que en julio de 2013 declaró, ante fiscales estadunidenses, que había entregado 7 millones de dólares a Gabriel Regino, subsecretario de seguridad del gobierno de la ciudad de México de 2003 a 2006, para la campaña de AMLO.

“El Rey” Zambada negó haberlo dicho, afirmando que Gabriel Regino le había dicho que era para una campaña, pero no le dijo para cuál.

Cuando De Castro se aprestaba a “refrescarle la memoria” al Rey Zambada, la fiscal Komatireddy se opuso efusivamente y vociferando. El juez llamó a ambos en privado y nunca se volvió a tocar el tema.

Si el juicio estuvo basado en dichos, ese dicho también habría que tomarlo como cierto.

Sergio Villarreal “El Grande”, detenido el 12 de septiembre de 2010 por el gobierno calderonista, quien a cambio de beneficios se ha prestado a testificar en varias ocasiones, afirmó versiones como el hecho inverosímil de que Arturo Beltrán Leyva había “secuestrado” a Gerardo García Luna, además de entregarle millones de dólares. En los hechos, Arturo Beltrán Leyva “El Barbas” falleció en un operativo de la Marina el 16 de diciembre de 2009, mientras que su hermano Alfredo Beltrán Leyva había sido capturado en 2008.

El que Gerardo García Luna haya sido corrupto y recibido dinero de algún cártel de las drogas es posible y de ninguna manera se descarta, pero había que demostrarlo con pruebas, no montar un juicio contra un Secretario de Seguridad Pública de México basándose en acusaciones de los criminales que aprehendió, algo que jamás haría la corte estadunidense con un funcionario suyo de ese nivel, o hasta de un rango menor.

Un personaje con el poder que tenía García Luna si recibía dinero (millones de dólares de un cártel), sería absurdo que se involucrara de manera personal en operaciones de narcotráfico, eso es de sentido común, como también es absurdo que él personalmente recibiera algunas entregas de ese dinero, y sin embargo lo van a sentenciar por ello.

De fondo hay algo mucho más profundo: el rencor insano, enfermizo, de Andrés Manuel López Obrador en contra de Felipe Calderón Hinojosa, a quien acusa de haberle robado la elección de 2006, algo que no perdona.

Gerardo García Luna vivía, gozando de una fortuna, algo que sí es un hecho, en Miami, Florida, y, de pronto, en 2019 el gobierno norteamericano decide fincarle un juicio o más bien montarlo, pero da la casualidad que Gerardo García Luna no trabajaba solo, sino en coordinación con el ejército, con la DEA norteamericana y el FBI. ¿Por qué nadie lo molestó durante todo el gobierno de Enrique Peña Nieto, mientras vivía en Miami?

Ahora que cae, toda la campaña de los testaferros de AMLO, y él mismo de forma personal, quieren orientar todo hacia Felipe Calderón, cuando el aparato judicial estadunidense ha hecho la tarea, no el gobierno mexicano, como debería. Por lo que se dice, el deseo es que los norteamericanos se encarguen de echarle la mano a Felipe Calderón. ¿Un teatro grotesco para un gobierno como el de AMLO que tiene un saldo desastroso en materia de Seguridad Pública?

En política no existen casualidades.

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