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El drama de la migración en México: Sin solución

Análisis Político y Social / Slider / 6 marzo, 2023

Por: Rodrigo Tejeda

En estimaciones de las organizaciones de la sociedad civil, en México se encuentran alrededor de medio millón de migrantes, la mayor parte de ellos en los estados del sur del país, en los estados fronterizos del norte y en el resto de la república, todos ellos en el intento de ingresar a Estados Unidos, lo que se ha convertido en un dramático problema humanitario que trata de disimular el gobierno mexicano, pero, lo peor de todo, es que no aparece haber solución.

Dictaduras populistas de izquierda y gobiernos fallidos de Centroamérica y el Caribe se han convertido en grandes expulsores de población, entre los que destacan Cuba, Venezuela, Haití y toda la región centroamericana, donde comenzará a volverse más fuerte en Nicaragua.

Todos estos migrantes quieren ingresar a Estados Unidos, huyendo de condiciones de pobreza extrema, de la violencia del crimen en sus países de origen o de la represión de sus gobiernos, para lo cual Estados Unidos, aun siendo potencia mundial, no pueden tener una solución, mucho menos México, que ya tiene serios problemas con su población en condición de pobreza, la que se ha incrementado en los últimos años, ya sea por los efectos de la pandemia de Covid-19, la problemática internacional y las políticas económicas que están generando índices de crecimiento muy bajos.

Estos cientos de miles de migrantes, que ingresan por la frontera sur a través de Guatemala al estado de Chiapas, no desean a México como destino; sólo lo consideran un país de paso, lo que se convierte la mayoría de las veces en una pesadilla terrible.

México mismo tiene el nivel de expulsión de población más alto hacia Estados Unidos. Tan solo en el último reporte oficial, se calcula en 12 millones el número de migrantes de primera generación, pero en el censo de 2020 la población hispana que vive en territorio estadunidense se estimó en 59 millones, de los cuales el 62% es de origen mexicano, lo que equivale a 36 millones 580 mil habitantes.

La población hispana se ha convertido ya en la principal minoría en Estados Unidos, superando con mucho a la minoría afroamericana, que representa el 16%.

Una mayoría de los migrantes hispanos de primera generación que ahí radican se encuentra en condiciones irregulares, sin documentos de residencia.

Este es un fenómeno que se ha convertido en un problema creciente para EEUU, que aprovecha la mano de obra barata de los migrantes en diversos sectores de su economía, pero también genera un problema muy grande de marginación y una gran desatención de servicios básicos, como salud y en general seguridad social, además del problema de la integración social.

Para una parte muy amplia de la población blanca norteamericana, que es representada por el Partido Republicano, la migración hispana debe pararse, lo que se ha radicalizado con la llegada al poder de figuras como Donald Trump, quien representa a la extrema derecha racista y a un populismo autoritario y altamente agresivo.

Esto ha propiciado el endurecimiento de la política de migración y la promulgación de leyes que la dificultan en extremo, inclusive bloqueando la legalización de los migrantes que ya radican en EEUU por muchos años y forman familias con hijos, quienes tienen derecho a la nacionalidad por nacimiento en territorio estadunidense.

Donald Trump cerró la frontera con México y, utilizando una política de relaciones salvaje, obligó al gobierno mexicano a convertirse en “tercer país seguro”, lo que significa que todo migrante que ingrese ilegalmente a través de México puede ser regresado nuevamente a territorio mexicano, pero además México se comprometió a contener la migración que entra por su frontera sur.

Donald Trump se ufanó públicamente de que México se había convertido en su muro, sin tener que gastar en ello. Más bien se convirtió en su policía migratoria, si se toma como referencia lo que ha venido sucediendo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

CAPTURANDO LA MIGRACIÓN

De acuerdo a las cifras proporcionadas en el cuarto informe presidencial en 2022, las fuerzas militares, de la marina y de la Guardia Nacional se incrementaron hasta 46,916 elementos, un 46% más de lo reportado en el tercer informe, en septiembre de 2021.

Esta enorme fuerza, que representa un gran gasto al Estado mexicano, en el periodo de septiembre de 2021 a junio de 2022 realizó la detención de 345 mil 584 migrantes; 200 mil más que en el periodo anterior, dato que ha sido confirmado por el Instituto Nacional de Migración, INM.

En el mismo cuarto informe de AMLO se dio a conocer que el número de migrantes que ha solicitado la condición de refugiados pasó de 68,706 a 111,964, aunque no se informó cuántas de las solicitudes fueron aprobadas y cuántas están en trámite.

La detención de los migrantes se maneja, oficialmente, como “operaciones de rescate”, pero realmente se trata de detenciones.

Esta problemática está generando una gran tensión en la frontera sur y norte de México, situaciones masivas de violación de derechos humanos, tráfico de indocumentados por parte de organizaciones criminales, e inclusive problemas de tránsito comercial en los estados del norte que tienen frontera con Texas, gobernado por el ultraderechista republicano Greg Abbott.

UN PROBLEMA SIN SOLUCIÓN

La última postura del gobierno de Joe Biden es que la migración de hispanos hacia los EEUU debe “ordenarse”, por lo que no admitirán a ningún migrante que cruce su frontera ilegalmente. Se ha ofrecido aceptar el trámite de hasta 30 mil migrantes al mes, pero estos lo deben hacer a través de un procedimiento legal.

El problema de fondo es que este fenómeno migratorio no parece tener solución. Los países expulsores son dictaduras populistas de izquierda o países con Estados fallidos y condiciones de desarrollo muy precarias y estancadas, como lo son los mencionados Cuba, Venezuela, Nicaragua, Haití y los pequeños países centroamericanos, de los cuales sólo Costa Rica es un país con un nivel de desarrollo aceptable.

Estados Unidos no tiene la disposición de prestar ayuda económica a las dictaduras de izquierda, si estas se niegan a realizar una transición hacia la democracia, pero también han abandonado programas de impulso al desarrollo en los países centroamericanos, después de varias experiencias fallidas y de los niveles de descomposición social, corrupción gubernamental y ausencia de políticas serias para el desarrollo económico en la región.

Esto genera un escenario sombrío en el que las cosas parecen tener una tendencia a empeorar en los próximos años, lo que podría aumentar aun más la expulsión de habitantes. Este es el caso de Venezuela, que, siendo el país petrolero más rico de Latinoamérica, es gobernado por una dictadura populista de izquierda que ha destrozado su economía y desmantelado el régimen democrático, convirtiéndose en expulsor de millones de venezolanos hacia los países vecinos y hacia Estados Unidos.

En Cuba la dictadura castrista, una de las más viejas del mundo, está al límite, pero se niega a realizar una transición política y un cambio a su sistema económico, lo que ha hecho de la expulsión de migrantes algo interminable.

El gobierno de AMLO ha demostrado empatía ideológica con estos gobiernos y no tiene la capacidad económica para apoyar el desarrollo de las economías de los países expulsores de los migrantes que recibe.

Se ha realizado un esfuerzo limitado para tratar de ofrecer alternativas de empleo a los migrantes, pero estos no tienen la intención de establecerse en México; sencillamente no les interesa y lo único que demandan son permisos de internación al país para desplazarse a la frontera norte e intentar cruzarla.

Una parte significativa de estos cientos de miles de migrantes ya tiene familiares radicando Estados Unidos y buscan reunirse con ellos. En Coahuila las autoridades estatales y de migración han detectado que muchos de los migrantes que llegan hasta la frontera con Texas, han pagado a “polleros” hasta 6 mil dólares por persona para ser trasladados a lo largo del país. Este dinero procede de remesas enviadas desde EEUU.

Diplomáticamente México está completamente supeditado a la política migratoria del gobierno estadunidense en turno, pero además es también el principal país expulsor de emigrantes. Las remesas de los “paisanos” alcanzaron en 2022 cerca de los dos billones de pesos, en información del Banco de México, lo que le convierte en un ingreso indispensable para la estabilidad social del país, ya que está destinado, de forma directa y sin intervención gubernamental, a los sectores más pobres de la sociedad mexicana.

La tendencia estadunidense es hacia una política migratoria más dura; los países expulsores tienen un horizonte crítico y el desarrollo de la economía mexicana sigue estancada en un modelo que genera un crecimiento crónicamente bajo, que origina la propia migración, de tal manera que no parece haber solución posible.

La alternativa que se está aplicando es la de una contención militar por parte de México, donde se desarrolla todo el drama de este medio millón de migrantes en su penoso peregrinar hacia el “sueño americano”.

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Redacción




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