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Guadiana y Ricardo Mejía, sorpresas te da la vida

Análisis Político y Social / Opinión / Slider / 2 enero, 2023

Por: Álvaro González

Ricardo Mejía estaba obsesionado, engreído, sobrado. Armando Guadiana no parecía ni siquiera inmutarse, siempre afirmó que ganaría cualquier encuesta que hiciera su partido Morena, e inclusive se fue al mundial a ver perder a la selección mexicana, pero también a pasearse un rato. Antes de irse había hablado, poco pero muy contundente, sobre los ataques que le estaba organizando Ricardo Mejía desde la Ciudad de México.

En Coahuila casi todos los medios de comunicación nos equivocamos, dando por sentado que AMLO impondría a Ricardo Mejía como candidato a la gubernatura. Hubo inclusive medios que mostraron supuestos sondeos, con supuestas muestras de hasta 100 mil internautas, favoreciendo de forma abrumadora a Ricardo Mejía, y ahora, pues con la pena que hay que reconocer que no fue el candidato.

Pero el que no haya sido no quiere decir que no lo hayan intentado, sólo que, como afirmaba con parsimonia Armando Guadiana, las preferencias las tenía él y los números reales no salieron de acuerdo a los deseos del presidente, así que, partiendo de la experiencia del vecino estado de Durango, donde impusieron candidata, se tuvieron que ir por las encuestas reales, lo que dejó a Ricardo Mejía enfurecido y completamente frustrado, con la amenaza de impugnar, pero AMLO, quien es el dueño y patrón, lo puso quieto al día siguiente, muy temprano.

Y en verdad que los números reales deben haber sido demasiado contundentes, porque de que estaban empeñados en que fuera Ricardo Mejía, estaban empeñados. Le dieron todo para posicionarse: permiso de violentar la ley, organizar toda una campaña de medios con el apoyo de Jesús Ramírez, el encargado de comunicación presidencial; dinero, a través de los empresarios carboneros y sólo ellos saben de dónde más, para pagar campañas en virtuales; organizar fiestones, “giras de trabajo”, eventos masivos, negociaciones con políticos de otros partidos para llevarlos a su precampaña; el besamanos de casi toda la estructura de la dirigencia de Morena en Coahuila y, para culminar, una manifestación de “cierre de campaña” frente al palacio de gobierno en Saltillo, que pretendía ser majestuosa y terminó en un evento de medio pelo, pero que costó dinero.

Ricardo Mejía estaba desarraigado, caminaba sobre el aire; el poco carisma que podía haber transmitido lo aplastaba con una actitud de arrogancia y, cosa muy importante, ni el PRI, ni el PAN ni algún otro organismo representativo socialmente se enganchó y le siguió el juego a alguna polémica, mucho menos al debate público. Así que después de tirar tanto cohete se tuvieron que poner a recoger las varas y se dio por terminada la fiesta, en pleno día de la Virgen de Guadalupe.

Como hay gente que no saca mucho provecho de sus experiencias pasadas, Ricardo Mejía ya se disponía a organizar todo un mitote, como el que organizaron él y Raúl Sifuentes Guerrero hace 17 años, precisamente con motivo de no obtener una candidatura para el segundo.

Mejía Berdeja ya estaba hablando de “movilización”, en lo que sería la ola púrpura en lugar de aquella ola verde, pero muy de mañana le dijeron que aquietara sus ánimos y podía seguir siendo subsecretario de seguridad, lo que ya es bastante para alguien de su nivel; además, le encargarían la supervisión del proyecto de agua saludable en La Laguna y el problema de AHMSA, por decir algo y muy probablemente por ocurrírsele en ese momento a AMLO, porque de ingeniería Mejía Berdeja no sabe absolutamente nada y en AHMSA no hay asunto qué arreglar, sólo un recibo de la luz que ya se pagó a la CFE del impresentable Manuel Bartlett.

ARMANDO GUADIANA, MUY LIGERO

Armando Guadiana, sin despeinarse, aunque la verdad ya tiene muy poco qué peinar, se lleva la candidatura y queda de lo más ligero de compromisos, arreglos y deudas, así que podrá comenzar a armar su campaña desde cero, frente a una cola enorme de políticos que se han quedado como el perro de las dos tortas, mostrando todas sus vergüenzas y sin saber a ciencia cierta qué hacer.

Seguramente Armando Guadiana, quien es un hombre sumamente pragmático y de carácter ligero que ya está demasiado viejo para gastar su tiempo en rencores, le abrirá la puerta a quien le resulte de provecho, pero la gente más cercana a Ricardo Mejía va a tener una amarga navidad y un año nuevo semejante.

A sus 77 años, que son muchos aunque todo indique que goza de buena salud, Armando Guadiana debe de tener la intención y la conciencia de que está ante la mejor oportunidad posible de cerrar por todo lo alto su vida, así que deberá poner en ello todo el empeño de que es capaz, lo mismo que todos los recursos económicos, porque, que sepamos, sólo Gandhi hacía política sin gastar un solo peso y poniéndose en huelga de hambre por semanas enteras.

Chocarreramente, de la designación de Armando Guadiana puede darse un efecto de rebote en el PRI, donde algunos políticos pueden pensar la tontería de que Armando Guadiana es un candidato “a modo”, lo que les da el pretexto para sentirse candidateables, aunque no quiebren un buñuelo a sentones en los cargos que hoy desempeñan. La unidad se va a sacudir, de ello no hay duda, pero ya dependerá del jefe político, que es Miguel Riquelme, ser tan contundente para poner orden, como lo hizo AMLO con Ricardo Mejía.

Lo que sí es un hecho es que tendremos unas campañas más amables por la gubernatura, pero eso no quiere decir, ni por equivocación, que Morena le dará cuartel a la alianza PRI-PAN-PRD. Tenemos en puerta un agarrón político-electoral de pronóstico reservado.

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Redacción




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