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La adicción a las drogas avanza entre los jóvenes

Especiales / 1 noviembre, 2022

Por: Eugenia Rodriguez

Eduardo era un muchacho de 28 años, alto, de compleción corpulenta, un excelente pisero y yesero, entre otras habilidades como albañil. A la vuelta de tan solo dos años se ha convertido en una persona irreconocible: está, literalmente, en los huesos, la mirada desorbitada, algo encorvado, insomne y de ánimo impredecible. La causa: el consumo de la droga denominada “cristal”, también conocida como “foco”, “grillo”, “ice”, “hielo”.

Comenzó fumando marihuana, lo que hizo por varios años, pero una novia lo indujo al cristal. Su familia se ha esforzado por ingresarlo a un centro de rehabilitación, pero él se niega. En una de sus muchas crisis los médicos le han diagnosticado que si no abandona la adicción, puede morir en un plazo no mayor de un año.

Las drogas sintéticas, que comenzaron siendo algo más bien raro en el mundo de las adicciones, se han convertido en tan solo 10 años en el estupefaciente más consumido, debido a su fácil acceso y a las facilidades que representan para los narcomenudistas.

Sandra Cecilia Venegas López, directora del centro de rehabilitación de alcohólicos y drogadictos “Luz de Vida” A.C., considera que en los últimos 7 años el consumo de metanfetaminas, entre las que se encuentra el cristal, ha crecido en un 85%, e inclusive tiene incidencia en niños de 10, 11 y 12 años, especialmente en sectores populares marginales.

Otro hecho significativo es que inicialmente el consumo se presentaba un 70 por ciento entre hombres y un 30 por ciento entre mujeres, pero ahora es de un 60 por ciento en hombres y hasta un 40 por ciento en mujeres.

Rafael Mena Garza, director del Centro de Integración Juvenil, la principal institución en la rehabilitación de las adicciones a los estupefacientes, manifiesta que el aumento en el consumo del cristal se ha vuelto alarmante, pues hace 10 años eran contados los casos registrados y posteriormente comenzó a aparecer con un 1 o un 2 por ciento del total de los casos de drogadicción atendidos. Hoy ocupa ya el 16% por ciento de ese total y sigue en ascenso.

Para dar una idea de la velocidad a la que está avanzando el consumo de estupefacientes, las cifras oficiales registran que de la población general de jóvenes que cursan el bachillerato, un 26.7% ha consumido algún tipo de enervantes.

A nivel nacional, y considerando la población de 15 a 65 años de edad, 36.3 millones de quienes utilizan drogas está sufriendo trastornos por su consumo, incluyendo en esta cifra el alcohol y el tabaco, además de todos los estupefacientes, entre los que destaca el cristal o metanfetaminas, la heroína, la cocaína y la marihuana, principalmente.

La vieja tendencia de que México era sólo un país de paso para las drogas, con destino al mercado norteamericano, ha cambiado y, de forma acelerada, se está formando un mercado para la distribución de la droga en México, no sólo en las grandes ciudades sino también en pequeñas poblaciones e inclusive en rancherías, como lo demuestra la región lagunera.

“Si no se implementan programas más amplios y se da una mayor participación de la sociedad y una acción más eficaz de los gobiernos municipales, estatales y federal, pronto el nivel de las adicciones alcanzará en muchas ciudades y estados de México los niveles que tienen algunos estados de la Unión Americana”, comenta Rafael Mora Garza para Revista de Coahuila.

¿QUIÉN ESTÁ VENDIENDO LA DROGA?

Existe una amplia red de narcomenudistas, una gran parte de ellos “enganchados” a través del consumo de la misma droga, que son abastecidos por narcotraficantes de nivel medio, los cuales logran pasar desapercibidos debido a que manejan perfiles bajos o se mantienen encubiertos usando cierto tipo de negocios, como antros y centros de diversión, entre otros.

Muchos de estos narcotraficantes de tipo medio y sus redes de narcomenudistas son detectados por las policías municipales y las estatales, pero se da una red de corrupción, por la cual los policías recurren a la extorsión para dejar “trabajar” a los distribuidores, que tienen como principal clientela los centros escolares y lugares de reunión de jóvenes, que van desde el nivel de secundaria hasta la universidad.

La desintegración familiar, en la opinión de Rafael Mora, es una de las principales causas del avance de las adicciones entre los jóvenes, adolescentes y púberes, debido a la falta de tutela por parte de los padres.

Los centros educativos tampoco se han tomado con la debida gravedad el problema y, por lo menos en la región y en el estado, son pocas las instituciones que tienen programas de prevención integrados a sus programas de formación de los jóvenes.

“El problema de las adicciones no es algo que pueda ser tomado como algo aislado, como un problema de grupos de pandillas o muchachos marginados. El problema está en todos los medios sociales, incluso la experiencia nos demuestra que en proporción los jóvenes que disponen de mayores recursos económicos tienden más al consumo de estupefacientes”, comenta Rafael Mora.

Rodrigo, un hombre de 30 años, miembro de una familia de clase media alta, ha hecho de la venta de drogas al menudeo todo un negocio. Maneja un Mercedes Benz de reciente modelo y se da una vida cara. Vende todo, desde marihuana importada en presentaciones encapsuladas, cocaína, metanfetaminas, entre las que se encuentra el cristal, y, en algunos casos que se lo solicitan, también surte a ciertos clientes de heroína.

Su modus operandi es a través de una red de amigas, con las que sostiene relaciones íntimas y a quienes regala droga o les paga un porcentaje de las ventas que consigan. Su red se distribuye en centros universitarios privados, en antros, varios de ellos en el llamado Paseo Morelos, en algunos gimnasios y también “trabaja” en algunas estéticas y barberías.

Nunca lleva consigo una cantidad muy grande de droga, sólo la que cabe en un maletín de mano, el cual, en caso de emergencia, puede lanzar por la ventana de su auto, pero hasta ahora los únicos problemas que ha enfrentado han sido una sobredosis de una de sus “novias”, con quien se dio un encerrón de fin de semana en un hotel de la localidad, lo que terminó en una sala de emergencia de un hospital privado, y el caso de una adolescente, cuyo padre lo encaró y amenazó con demandarlo a las autoridades, pero finalmente no lo hizo por cuidar la imagen de su propia hija, de 16 años de edad.

LAS CONSECUENCIAS DEL CONSUMO

El temor más reciente de los Centros de Integración Juvenil es el inminente ingreso al mercado del narcomenudeo en México del llamado fentanilo, una poderosa droga sintética, muchísimo más potente que la heroína, y también mucho más letal, la cual está siendo producida por algunos cárteles del narcotráfico en México y es exportada a Estados Unidos, convirtiéndose en toda una pandemia en varias ciudades importantes, al grado de ser declarada como una emergencia de salud debido a la gran cantidad de muertes por sobredosis.

De una u otra manera, ante la falta de respuesta social organizada y de la ineficiencia o la corrupción de las fuerzas de seguridad en México, se está expandiendo de manera acelerada todo un mercado de menudeo de drogas ilícitas, cuyo consumo es sumamente letal.

Tan solo el cristal tiene como consecuencias fisiológicas el hacer más pequeño el cerebro, problemas en los riñones, pulmones e hígado, incremento de infartos y derrames cerebrales, hasta llegar a la misma muerte.

En el comportamiento, el cristal provoca ansiedad intensa, confusión mental, insomnio, fluctuación de los estados de ánimo, falta de apetito y comportamientos violentos al perderse la conciencia del comportamiento social, lo que implica también delitos como la violación, el robo y daños físicos.

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