Los ‘primorenos’ de Coahuila (primer capítulo): Jorge Luis Morán y el trabajo sucio

Por: Eduardo Rodríguez

El primer priista que abandonó el PRI y se sumó a Ricardo Mejía Berdeja fue Jorge Luis Morán Delgado, un político oscuro y un viejo conocido y compañero de trabajo.

Su estilo personal y de manejo dentro de la política está marcado por su paso como Subsecretario de Prevención y Readaptación Social, de 1999 a 2005, donde dependía directamente del entonces Secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes Guerrero, y era parte de la camarilla política denominada como “la burbuja”.

Era el encargado del sistema de penales del estado; es decir era el patrón del mundo carcelario, lo que siempre ha sido un trabajo tortuoso, en un sistema carcelario caracterizado por la corrupción, y toda esa corrupción pasa por el escritorio del cargo que él tenía, entonces bastante joven pero ya con el gusto de moverse en los pasillos oscuros del apando, donde debió de hacer buen dinero, descontando lo que repartía hacia arriba.

Siempre ha sido un político de escritorio y un burócrata, así que nunca ha tenido un cargo de representación popular, ni tiene injerencia de ningún tipo en el PRI, por lo que ha sido invitado a Morena para tareas oscuras; por la información confidencial que pueda poseer y para el trabajo sucio, no para el proselitismo.

En 2012 Rubén Moreira Valdés lo coloca como Secretario de Seguridad Estatal, pero el 17 de septiembre de 2012 se da una fuga masiva de 131 reos del penal de Piedras Negras, casi todos ellos miembros del crimen organizado, en un penal que tenía antecedentes verdaderamente terribles en el periodo de 2007 a 2011.

La fuga de reos se da, como casi todas las fugas masivas de estas características, con un trasfondo turbio y Rubén Moreira decide pedirle la renuncia a Jorge Luis Morán en octubre de 2012.

Pese a este antecedente, en 2014 Morán Delgado reaparece como Secretario del Ayuntamiento de Torreón para el periodo 2014-2017, en la administración de Miguel Riquelme Solís.

Estaba en un cargo diferente y bajo control político, pero en diciembre de 2016, sorpresivamente, es designado como alcalde interino para el periodo de 2017, en donde tenía poco margen de maniobra, pero eso no justifica un desempeño gris y muy a su estilo: oscuro.

En su declaración patrimonial, presentada el 14 de diciembre de 2016, antes de sumir el cargo del interinato, aparecen datos mínimos, sólo para cumplir el requisito, también muy en su estilo de manejarse económicamente en la sombra.

Reaparece en el escenario público a principios de 2020, con otra sorpresa: es designado como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, UIF, a nivel estatal, con funciones para acopiar o solicitar información de la Secretaría de Finanzas, del Registro Público de la Propiedad, la Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía General del Estado.

Se desconoce qué o a quiénes estuvo investigando, pero tuvo tiempo para husmear en muchos asuntos, en lo que era un trabajo de “inteligencia” y que es más bien de espionaje político con determinados fines específicos.

Aun torcido, como era y es, se le consideraba una gente de confianza, aunque ya se habían filtrado señalamientos en el sentido que era quien se encargaba de pedir los “moches” a los empresarios mineros del carbón que obtienen contratos federales, y ésta sería la razón principal para que Ricardo Mejía Berdeja lo invitara a sumarse a su precampaña.

Aunque nunca ha sido un político de lealtades comprobadas, especie que parece en peligro de extinción, sí había sido arropado por Miguel Riquelme Solís después del escándalo de la fuga de reos en Piedras Negras. Tenía compromisos de lealtad, pero decidió sumarse a Mejía Berdeja ¿Qué negoció? ¿Qué beneficios le representa, tomando en cuenta la turbiedad del personaje? Eso se desconoce, pero puede deducirse que, habituado a moverse en pantanos, sería un escándalo saber los términos bajo los cuales se incorporó a Morena, pero parte de ellos pueden aparecer en la campaña, si Ricardo Mejía es nombrado candidato a la gubernatura.