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¿Y dónde está la nueva clase política?

Análisis Político y Social / Slider / 5 julio, 2022

Por: Eduardo Rodríguez

De la revolución mexicana de 1910 emergió una nueva clase política, que sustituyó a la del porfiriato. Sólo por ahí sobrevivió alguna figura, como Venustiano Carranza, pero eran la excepción en medio de la sarracina que trajo consigo el movimiento revolucionario. Y de eso se trataba: de fundar un nuevo régimen político, lo que requería de hombres nuevos, con una idea distinta de país.

En su enorme ingenuidad, Francisco I. Madero dejó como ministro de la defensa a Victoriano Huerta, un torvo y vicioso militar porfirista, y ese grave error le costó a él la vida y al país mucha, mucha, sangre.

Hoy estamos escuchando a Andrés Manuel López Obrador decir que está realizando una cuarta transformación. La primera fue la independencia, la segunda la reforma, la tercera la revolución y, modestamente, él está encabezando la cuarta.

No es un presidente más de la transición democrática del país, ¡no! Es el caudillo de la cuarta transformación de la historia independiente del país.

Pongamos por un momento a un lado la desmesura de la megalomanía y la ingenuidad de que en el México de hoy siguen cabalgando liberales y conservadores, enfrascados en una sangrienta guerra civil de la cual surgirá un caudillo tipo Juárez. Vayamos a un mundo político más inmediato.

Para realizar una transformación del régimen político mexicano, y de cualquier otro, se requiere de una clase política nueva, con una formación distinta, una ética sólida y una disposición de servicio ejemplar.

Esa nueva clase política debe estar encabeza por un jefe de estado no sólo capaz sino brillante, con dotes políticos fuera de lo ordinario, visionario, excelente administrador e impecablemente ejemplar.

Lo tercero sería el proyecto de país, algo que se dice bastante fácil, pero es sumamente complicado.

Hasta ahora lo único que se ha repetido hasta el hartazgo es que todos los males del país, todos, se deben a algo que se llama neoliberalismo, así que hay que ir en contra de eso, y en ese costal cabe cuanto se oponga, estorbe, sea incómodo o, cosa peor, muestre una posición distinta y activa.

Pero lo que en este espacio nos ocupa es si hay o no una nueva clase política o está en vías de formación.

VIEJOS, PRIISTAS Y AMIGOS

En el sentido estricto no hay una nueva clase política, sino una mezcolanza donde predominan viejos políticos priistas, amigos del presidente, profesionales viejos y “grillos” políticos más o menos de izquierda que se hicieron en el PRD.

Hasta ahora la ética de este grupo no ha sido precisamente una característica distintiva, como tampoco lo ha sido la eficiencia, sino la subordinación a la figura presidencial. No hay un solo ministro que brille por méritos propios o por estar realizando un trabajo muy destacado.

Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República, 82 años, tiene señalamientos graves de corrupción no desmentidos, de uso indebido de la función pública y de ser un viejo envenenado, sumamente rencoroso; además, en lo académico señalado también puntualmente de corrupción. Concluiría de 85 años.

Rogelio Ramírez de la O, Secretario de Hacienda y Crédito Público, 73 años, un economista profesional calificado para el cargo, quien tomó posesión con cierta reserva (es el tercer secretario de Hacienda en menos de 4 años), debido a que los dos anteriores se fueron por la falta de respeto a las atribuciones y la toma de decisiones que implican un cargo tan delicado. Concluiría de 76 años.

Jorge Arganís Díaz Leal, Secretario de Comunicaciones y Transportes, 79 años, un profesional calificado, pero con un margen de toma de decisiones sumamente limitado por la oficina de presidencia. Concluiría de 82 años.

Roberto Salcedo Aquino, Secretario de la Función Pública, 78 años, un profesional capacitado para el cargo pero, como la mayoría, con serias limitaciones en la toma de decisiones. Concluiría de 81 años.

Jorge Alcocer Varela, Secretario de Salud Pública, 77 años, un profesional de la medicina con un desempeño muy cuestionado, especialmente en el manejo de la pandemia de COVID-19, muy poco comprometido y de ética cuestionable. Terminaría a los 80 años.

Manuel Bartlett Díaz, director general de la CFE, 86 años, expriista de larguísima trayectoria, el más siniestro personaje del gabinete, señalamientos puntuales de corrupción. Terminaría a los 89 años.

Octavio Romero Oropeza, director general de PEMEX, 63 años, ingeniero agrónomo no calificado para el cargo profesionalmente, amigo personal de AMLO.

Adrián Augusto López, Secretario de Gobernación, 62 años, priista por 25 años, político tabasqueño amigo personal de AMLO, perredista un tiempo y ahora en la lista de posibles sucesores. Empezó bien su desempeño pero pronto adoptó la tónica de subordinarse por completo al discurso y a la línea política presidencial, perdiendo rápidamente credibilidad.

Alfonso Romo Garza, ex Jefe de la Oficina de la Presidencia, 71 años, multimillonario, utilizado por AMLO como puente con los empresarios norteños del país en su campaña presidencial. Renunció al cargo por serias incompatibilidades con el presidente y regresó al manejo de sus empresas.

Tatiana Clouthier Carrillo, Secretaria de Economía, expanista y exactivista independiente, profesionalmente traductora del idioma inglés, no calificada para el cargo, usada por AMLO como “gancho político” en su campaña, no goza de la confianza del círculo íntimo de la presidencia.

Delfina Gómez Álvarez, Secretaria de Educación Pública, 59 años, maestra y política, sin el perfil adecuado para el cargo, en un periodo crítico para la educación. Está en el cargo transitoriamente, en espera del proceso electoral por la gubernatura del estado de México, pues es considerada la candidata más viable de Morena. Gente de confianza de AMLO.

Con este grupo se puede formar una visión suficiente de cómo es que está conformado el gabinete del gobierno de López Obrador.

Las revoluciones triunfan no por la fuerza de sus ideas, que en el caso de la 4T y de López Obrador son bastante escasas, sino cuando logran constituir una clase dirigente mejor que la anterior. Si se trata de ver con objetividad el actual gabinete, esa empresa no parece haber triunfado, como sí triunfó, por ejemplo, la reforma de los liberales en el siglo XIX, periodo que tanto emociona al hombre de Tabasco.

El caso de los 22 nuevos gobernadores es todo un tema aparte, que esperamos tener la oportunidad de abordar en la próxima edición.

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Redacción




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