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Religión, sexo y pedofilia: otra visión de La Luz del Mundo

Análisis Político y Social / Slider / 5 julio, 2022

Por: Eugenia Rodríguez

Hace ocho años, aun considerando el oficio periodístico, sabía que existía una iglesia evangélica denominada La Luz del Mundo, eso era todo, nada más, pero por medios totalmente circunstanciales de pronto esta iglesia era un tema muy frecuente de conversación en mi entorno, y esto me dio una visión estremecedora de una familia cuyos miembros son todos fieles de este culto, no de ahora sino desde hace dos generaciones.

Un buen día se presentó en mi casa una joven alta y robusta, de no más de 25 años, sin maquillaje alguno, el pelo recogido en un chongo y vestida con una falda de mezclilla que le daba hasta los tobillos.

Era la nueva empleada de servicio y estaba recomendada como una trabajadora excelente, y efectivamente lo era. Se acordó su sueldo, las condiciones de trabajo, y, en lugar de vacaciones, ella pidió que se le diera cada año permiso para ir a Guadalajara por una semana, a un evento denominado Santa Convocación, que es el máximo evento anual de La Luz del Mundo, al cual acuden alrededor de medio millón de fieles e invitados.

Al principio la familia pensaba que la vida de Elisa debía ser toda sencillez y transparencia, que era, como casi todas las gentes piadosas, alguien sin mayor historia personal que contar, pero pronto comenzarían las sorpresas.

Viéndola moverse en ciertas tareas con dificultad por aquel faldón hasta los tobillos, se le sugirió si no era más cómodo utilizar pantalones y ella se puso muy seria. El uso del faldón era para no dar ningún tipo de tentación sexual y es una práctica de la iglesia.

Pero Elisa, además de ser una conversadora compulsiva, pasaba de estados emocionales en los que era una castañuela, a otros de inocultable depresión, en los cuales podían pasar días sin que apenas hablara.

Fue en uno de eso estados depresivos que contó una historia de vida tormentosa, terrible.

PEDOFILIA Y ABUSO SEXUAL

Ella, sus cuatro hermanas e inclusive su único hermano habían sido violados por su padre por toda la pubertad y parte de la adolescencia. Por alguna razón, fue ella la única que se atrevió a demandarlo, pero fue acusada de loca por su propia madre y ni hermanas ni hermano quisieron declarar.

Denunciar aquello de su padre era ir contra la ley de cristo y sus mandamientos, por lo de “honrarás a tu padre y a tu madre”.

El pastor de la iglesia local intervino por el padre ante las autoridades, por lo que a Elisa, para que no diera ya más problemas, le permitieron irse a un internado, donde vivió hasta alcanzar la mayoría de edad y se puso a trabajar.

La familia participó toda en una ceremonia del perdón, donde rezaron y lloraron mucho y el padre de Elisa fue redimido de “las tentaciones que le tendió el maligno”, sin que siquiera hubiera aceptado los abusos cometidos.

Como ya no tenía hijas que violar, se comenzó a buscar amigas entre las “hermanas” de la iglesia, hasta que encontró una que le gustó muchísimo y de la cual terminó prendado, pero entonces la esposa se olvidó de la piedad, tomó un garrote, acudió a casa de la joven y la tundió con rencor, hasta dejarla como al mismísimo nazareno. Llegó la policía y cargó con ella a la cárcel, donde no valió indulgencia alguna y tuvo que reparar los daños, que fueron pagados de mala gana por el marido.

La madre de Elisa encubrió las violaciones de sus propias hijas, pero no estaba dispuesta a perder al marido, pues las infidelidades no eran el problema, sino la intención del hombre de irse a vivir con su nuevo amor.

Con semejante historia, no es necesario abundar que las hermanas y el hermano de Elisa tienen serios problemas con su sexualidad. Elisa se casó con un muchacho discapacitado, a quien tiene que mantener y quien no puede ejercer su sexualidad, pero ella afirma que su matrimonio “es una misión que Dios le ha dado”.

La historia tormentosa de esta familia es mucho más larga y tiene mucho más color, pero el espacio no permite abundar en detalles, sólo agregaremos uno más.

Hará cosa de tres años que Elisa llegó a trabajar llorosa, inconsolable, cuando se le preguntó qué le pasaba ella afirmó que había sucedido algo terrible. ¿Qué era lo terrible?

Las fuerzas del mal estaban atentando contra el apóstol de Cristo, Naason Joaquín García, para atacar la iglesia, por lo que todos los fieles estaban en oración y penitencia, para protegerlo del ataque de las legiones diabólicas.

En ese mismo verano se fue al evento de la Santa Convocación a Guadalajara, y regresó confortada, contando que habían acudido más gentes que nunca y habían tenido una liturgia especial para pedir por “el apóstol de Cristo”, además del diezmo que pagan puntualísimamente cada mes, hicieron ofrendas especiales, tanto de dinero como de oraciones y penitencias.

Ahora que Naason Joaquín ha sido sentenciado a 16 años y 8 meses de prisión al aceptar tan solo tres delitos de abuso sexual y pedofilia, increíblemente Elisa y toda su congregación están esperanzados porque “el apóstol” enfrentará la gran prueba que le ha enviado Cristo y seguirá dirigiendo a la Iglesia desde su injusta reclusión, como dice la Biblia y la historia que lo hizo el apóstol Pablo.

¿Cómo puede una joven que fue víctima de pedofilia y de abuso sexual por su propio padre no asimilar la condición de pedófilo y de predador sexual de Naason Joaquín? Todo indica que el fanatismo tiene poderes terribles sobre la mente humana, y que los pastores y dirigentes de La Luz del Mundo saben manejar con absoluta maestría su gigantesco negocio, a costa de los millones que tengan de gente buena, trabajadora y piadosa que ha sido manipulada psicológicamente hasta por tres generaciones.

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Redacción




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