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Tres ejemplos para no seguir la música de TikTok

Cultura / Cultura Principal / 6 junio, 2022

Daniel Herrera

Escritor y músico lagunero
twitter: @puratolvanera

Al parecer algo de molestia causó la columna del mes pasado. Que me atreviera a cuestionar cómo las redes y plataformas ahora moldean nuestros gustos fue una afrenta para algunos. También me calificaron de ignorante, como si no supiera la existencia del sonido Brill Building o el Motown, por sólo nombrar un par de ejemplos.

Lo que quise explicar es que la red no existe realmente como un espacio democrático y multicultural, sino que está controlada por una serie de empresas que sólo observan las ganancias como meta. Lo que vemos es una ilusión de la libertad, sobre todo cuando no cuestionamos por qué en las plataformas aparecen ciertos artistas y ciertos géneros como los dominantes. Por supuesto, uno entrena al algoritmo, pero siempre se va a colar los intereses de las empresas. ¿Eso está mal? No lo sé, mucha gente vive de lo que hacen esas empresas. Lo que sí sé es que me causa de inmediato desconfianza la manera en que se comercializa la música más popular.

Por otro lado, vivimos una época en que, de la misma forma, es relativamente sencillo acceder a grupos y discos que más o menos escapan del mercado. Hay para todos. Desde los obsesivos de la música más under y extraña hasta quienes buscan grupos más populares pero que huyen de las listas de grandes ventas. En mi caso, siempre ando en exploración de grupos de rock cercanos al punk, al garage, al postpunk y al grunge. Pero tampoco desprecio a los metaleros, aunque ellos parecen atrapados en los ochentas y noventas. Me muevo también hacia algunos grupos de rock mexicano y reviso el hiphop con cierta regularidad. Incluso, como se puede ver más adelante, encuentro satisfactorio otros géneros más o menos lejanos a mis gustos.

En este caso, justo buscando y buscando y recibiendo recomendaciones, lejos de los algoritmos de las plataformas, he descubierto tres grupos, muy distintos entre ellos, que no sólo han llamado mi atención, sino que también se han convertido en presencia constante en la música que oigo a diario. Pasen a leer, pero, sobre todo, a escuchar los álbumes de cada grupo.

Amyl and The Sniffers

Originarios de Melbourne, Australia, son un grupo que nos recuerda el punk más clásico, pero también al mejor hard rock como AC/DC o Rose Tattoo. En especial sobresale la cantante, Amy Taylor, una verdadera frontwoman que se convierte en una pequeña pero imparable fuerza del rock. Un torbellino que lleva al grupo a destacar como hace tiempo no lo lograba un grupo de punk. Sin Amy, es probable que Amyl and The Sniffers sea un grupo más de rock. Y no estoy despreciando para nada al guitarrista Declan Martens, quien con claridad carga la parte creativa de la banda. De todas maneras, un grupo que sobresale entre la mayoría es porque dos o tres poderosas personalidades se encontraron. Cualquier duda sobre mis palabras se pueden esclarecer al escuchar Comfort To Me, el más reciente álbum de la banda. Yo tengo todas mis esperanzas puestas en ellos. De verdad.

Yard Act

Esta banda es una apuesta que aparece cada cierto tiempo y que, aunque ya la he visto antes, siempre me agrada mucho encontrar bandas que se arriesgan por algo así: un cantante que más que cantar se encuentra cercano al spoken word y una banda con fuerte influencia post punk. No encuentro mejor forma de escuchar a una banda políticamente consciente, y que me perdonen los fans de Rage Against The Machine. Yard Act nació en medio de la pandemia. Cuando el cantante James Smith y el bajista Ryan Needham se habían mudado juntos para crear el grupo en el 2019, el coronavirus destruyó sus aspiraciones y las del mundo entero. Una vez que estaban encerrados, en lugar de darse por vencidos, decidieron grabar un demo tras otro. Al final, en este mundo hiperconectado, el éxito les llegó pronto aunque ellos siguieran en casa. Su álbum debut, The Overload, se convirtió en una colección de canciones potentes pero contenidas, con arranques sónicos violentos y mucha letra crítica.

Nation of Language

Por extraño que parezca, llevo varios días atado a esta banda que se encuentra lejos del hard rock o el post punk o el punk o el grunge. En realidad, Nation of Language es una banda joven llena de nostalgia que apostaron por un sonido electrónico que nos recuerda al synth-pop de los ochentas. Suena a Depeche Mode pero no se parecen tanto. También suenan a Orchestral Manoeuvres In The Dark, mejor conocidos como OMD, pero Nation of Language son menos ingenuos. Sí, suenan a los ochentas pero al mismo tiempo parecen por completo actuales. Algo tienen con ese sonido semi electrónico que la primera vez que los escuché no pude resistirme y me levanté a bailar. Es una banda que le gusta tanto a los jóvenes como a personas cercanas a los sesenta años. Después de escucharlos, el cuerpo experimenta una sensación de bienestar cálido. El sonido de este trío consigue que el buen humor aparezca casi de inmediato. Pero no es una alegría ruidosa, sino una felicidad delicada que abraza al escucha y no lo suelta mientras las canciones sigan su marcha. De sus dos álbumes, recomiendo el más reciente: A Way Forward. Pop de alta calidad.

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