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La alianza PRI-PAN en Coahuila, una experiencia sin precedentes

Análisis Político y Social / 6 junio, 2022

Por: Álvaro González

Coahuila había sido, hasta el 2018, un estado con un marcado bipartidismo entre el PRI y el PAN, con alternancia política en las principales ciudades del estado, pero sin que el PAN haya logrado alcanzar la gubernatura en ninguna ocasión.

Lo único que había fuera de ese bipartidismo era el partido regional UDC, Unión Democrática de Coahuila, que tiene su territorio en el municipio de Ciudad Acuña y, sólo de manera ocasional, en algunos otros municipios chicos del norte del estado.

En Torreón de 1997 a la fecha el PAN había logrado tener hasta en cinco ocasiones la presidencia municipal, pero también ha gobernado en municipios como San Pedro, varias veces en Saltillo, Monclova, Frontera, Ramos Arizpe y otros municipios menores. A partir de 2018 irrumpe en el escenario estatal Morena, y lo hace de una forma importante, primero para agregarse como un tercer partido, pero en las dos elecciones siguientes (2020 y 2021), como la segunda fuerza electoral, desplazando abruptamente al PAN.

Habrá que considerar que el PAN estaba pasando por un muy mal momento al darse la irrupción de Morena, lo que le facilitó las cosas al partido oficial.

Había una fuerte división interna; el debilitamiento de la dirigencia estatal y una pérdida notoria en la calidad de su militancia. Lo paradójico es que en buena medida fue una parte de la dirigencia del propio PAN la que le dio fuerza a Morena en Coahuila, lo que es completamente contradictorio.

Reyes Hurtado, el “súper delegado” y brazo derecho de Armando Guadiana Tijerina, venía de la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional, al mismo tiempo que Luis Fernando Salazar Fernández, por ambición política, se pasa a Morena siendo diputado panista en funciones y se convierte más tarde en candidato fallido a la presidencia municipal de Torreón. José Ángel Pérez, un fallido exalcalde panista de Torreón, se pasa también a Morena en busca de posiciones políticas, algo que no ha logrado.

Particularmente Luis Fernando Salazar Fernández ha hecho un trabajo de sapa en contra del panismo lagunero, comprando cuadros en los sectores populares y canalizando grandes cantidades de dinero para crear una estructura territorial, usando parte de la que había creado el PAN. A cambio de un trabajo político tan sucio ha logrado demasiado poco, por lo menos hasta ahora.

En la elección de 2020 por las diputaciones locales tuvo su primera derrota aplastante, al no ganar una sola diputación de mayoría relativa, y quedarse con tan solo tres diputaciones plurinominales, después de haber tenido hasta nueve diputados ante el Congreso del Estado.

Además de tener sólo tres diputados, estos forman parte de equipos políticos diferentes y no se encuentran integrados entre sí, por lo que han dejado la segunda posición parlamentaria a los pocos diputados de Morena, que tienen un papel secundario pero mucho más activo.

En 2021 el PAN asiste a su segunda derrota y se hunde en la tercera posición electoral, mientras que Morena logra avanzar y el PRI recupera Torreón, Matamoros, San Pedro y Piedras Negras, además de conservar Saltillo, Ramos Arizpe y otros 19 municipios chicos del estado, en lo que se considera como un caso de excepción a nivel nacional, ya que Morena ha estado arrasando en la mayoría de los estados del país.

En esta elección del 2021 el PRI logró cosechar el 40.84% de la votación total, Morena el 31.34% y el PAN apenas el 12.62%, mientras que otros partidos menores sumaron 12.0%.

Esto colocó al PAN en la situación más complicada de toda su historia reciente, por lo menos de los últimos 30 años.

¿IR SOLO O EN ALIANZA?

Ante semejante escenario, el PAN se ve en la muy difícil disyuntiva de ir solo a la elección por la gubernatura, para la cual no tiene un buen candidato y el partido sigue pasando por un mal momento o, por primera vez en su historia en Coahuila, aliarse con el PRI y el PRD, como está sucediendo a nivel nacional.

Aliarse con el PRI es algo que resulta difícil de aceptar para la clientela panista de clase media alta y alta, que ha sido panista hasta por tradición familiar, lo que no sucede en los medios populares y de clase media y media baja, que son clientelas mucho más recientes y tiene una carga ideológica más tenue.

Aunque sea más difícil a las clases media alta y alta digerir el votar junto con el PRI y el PRD, son estos sectores sociales quienes tiene una animadversión mucho más marcada hacia Morena y, por el nivel de politización, son los más conscientes de las consecuencias que tendría para el estado el que Coahuila cayera en manos del partido oficial, algo que se manifestó de manera muy clara en la reciente elección del pasado 5 de junio en seis estados del país.

Ir a una elección en solitario para obtener un 12% de la votación o aún un poco menos parecería un desperdicio del voto, pero además no le daría ninguna posición al partido en el estado, mientras que una alianza implica una obligada negociación, en la que varias posiciones estatales serían ocupadas por panistas en caso de obtenerse el triunfo, lo que de acuerdo al comportamiento de las elecciones de 2020 y 2021 es algo muy posible.

El trago no dejaría de ser muy amargo para el panismo, pero el escenario político-electoral del país ha cambiado de un modo radical, de tal manera que los partidos de centro-derecha y de centro, quienes fueron los protagonistas de la vida política del país por todo el periodo postrevolucionario, están obligados a replantear su estrategia, por lo menos en tanto pasa el auge de Morena y de López Obrador, lo que tendrá que suceder en el mediano y largo plazo.

Estadísticamente el PRI está en posición de obtener un triunfo en solitario sobre Morena, pero una alianza con el PAN le daría un margen mucho más amplio, aun cuando el PAN perdiera un poco más de su clientela, lo que se ve difícil, ya que parece haber llegado a un mínimo posible, algo que compensaría el que Morena va a tratar de anexarse a todos los partidos pequeños que pueda.

Indudablemente una decisión difícil para el panismo, pero en medio de un escenario inédito donde se juega no sólo la alternancia, sino el futuro del país.

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