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¿Por qué Morena no funciona en Coahuila?

Análisis Político y Social / 7 marzo, 2022

Por: Álvaro González

Para Morena el estado de Coahuila es todo un caso de frustración. Los pocos avances político-electorales que había tenido los perdió en las elecciones municipales de 2021, y el panorama para la elección por la gubernatura en 2023 le es muy adverso.

¿Cuáles son los factores por los cuales el partido oficial no puede arrollar como lo ha hecho en una gran cantidad de estados del país? ¿Qué diferencias hay entre Coahuila y esas otras entidades que han permitido que Morena se afiance como la primera fuerza política y el PAN haya caído hasta la tercera posición?

Un primer factor al que se ha tenido que enfrentar Morena es que el calendario electoral de Coahuila coincide sólo dos veces con el calendario federal: las elecciones de diputados federales y de senadores, pues las elecciones de diputaciones locales, de alcaldías y de la gubernatura se dan en solitario, lo que impide que la figura presidencial y el efecto de cascada se dé en estos procesos coahuilenses.

Esto tiene como consecuencia que Morena se tenga que enfrentar al PRI y al PAN como una fuerza estatal, no un movimiento nacional, y Morena, como partido, por lo menos en Coahuila, es un desastre, debido a las divisiones internas entre la verdadera militancia de base y los grupos políticos arribistas que se le han sumado, provenientes del viejo PRI, pero la mayoría del PAN, lo que es una enorme incoherencia que no asimilan los simpatizantes de López Obrador.

Morena, como estructura, es un partido pequeño, que tiene bloqueada la membresía, por lo que es casi imposible convertirse en miembro oficial del partido. Además de tener una estructura muy pequeña, que no cubre territorialmente los diferentes distritos, su dirigencia formal es prácticamente desconocida para el grueso de la sociedad. Todas las decisiones se toman a nivel central y todo está supeditado a la figura presidencial y a los programas clientelares.

En la elección del 2020 por las diputaciones locales, el PRI arrasó al PAN y a Morena, como no sucedía hace dos décadas.

En la elección del 2021, por las alcaldías, el PRI volvió a llevarse casi todo, recuperando Piedras Negras y Matamoros, además de otros municipios chicos, lo mismo que Torreón, al mismo tiempo que mantuvo Saltillo, la capital.

En Piedras Negras no sólo recuperó la alcaldía, sino que regresó al PRI Claudio Bress, un priista, varias veces alcalde, que era la única figura con que contaba Morena en la región norte.

De acuerdo al posicionamiento que tiene hoy Morena en el estado, la posibilidad de pelear en firme por la gubernatura el próximo año de 2023 es prácticamente nula, todo orienta a que el PRI seguirá gobernando Coahuila.

SIN FIGURAS DE LIDERAZGO

A diferencia de lo que ha sucedido en otros estados del país, Morena no cuenta en Coahuila con ninguna figura de liderazgo importante. Lejos de sumarle, los políticos panistas y priistas que se agregaron le han restado credibilidad y contundencia.

El jefe político morenista en Coahuila, Armando Guadiana Tijerina, es un empresario minero con un historial empresarial nada edificante, además de ser un hombre de edad ya muy avanzada, un anciano pintoresco, que no encaja de forma seria entre los electorados urbanos y rurales del estado.

Otras figuras jóvenes, como la de Luis Fernando Salazar Fernández, son identificadas con un grupo de muchachos de clase alta que corrompieron y utilizaron al PAN por muchos años, todo para beneficio personal, además no tienen ni el carisma ni la presencia que les haga creíbles para las clases medias y, mucho menos, para los sectores populares urbanos y rurales.

Sin cuadros de importancia, Morena ha sumado a figuras del medio social con perfiles desastrosos, como la de un Horacio Piña, quien se desempeño de forma aberrante como alcalde de Matamoros.

Hay otros elementos importantes: el gobierno de Miguel Riquelme Solís, aún con serias limitaciones económicas, está muy bien calificado en la mayoría de las regiones del estado, al darle a la entidad una estabilidad que no tienen otros estados. Se le percibe como un gobierno serio, que ha maniobrado con habilidad política, lo que se refleja en la ausencia de conflictos, en un clima de seguridad y en una convivencia social que se aparta de la polarización que le ha traído al país el gobierno de López Obrador.

De acuerdo al Ranking Mitofsky, publicado el 20 de diciembre de 2021, en su capítulo Comparación de Aprobación Presidente y Gobernadores por Estado, Andrés Manuel López Obrador tenía en Coahuila una aprobación del 66.8%, mientras Miguel Riquelme Solís tenía 69.5%; 2.7% arriba de AMLO, lo que le coloca como el quinto gobernador con un mayor nivel de aprobación a nivel nacional.

Coahuila, como gran parte del noreste mexicano, es una sociedad muy industrializada, de muy alta inversión extranjera, un nivel alto de seguridad, con niveles de educación superiores a la media nacional; con niveles de pobreza más bajos que el promedio del país y con la mayor parte de su población concentrada en grandes centros urbanos, por lo cual tanto el discurso de AMLO como sus programas asistenciales sí penetran, pero no tienen el alcance que logran en otros estados.

En una apreciación general, a la 4T no le alcanza para hacerse de una clientela masiva, que le permita apabullar políticamente y todo indica que no le alcanzará en lo que resta del sexenio de López Obrador. Las diferencias entre Coahuila, Tabasco, Guerrero o Oaxaca son demasiado grandes, como lo son también en los casos de otros estados vecinos como Chihuahua y Nuevo León.

Es una cultura y una sociedad diferente, así que es natural que también se tengan tendencias políticas diferentes.

También habrá que considerar que en Coahuila la narcopolítica está severamente disminuida, por lo que no puede ser factor en los procesos electorales, lo que sucedió en 2021 en estados como las Bajas Californias, Sonora, Sinaloa, Guerrero y San Luis Potosí, entre los casos más importantes.

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