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Integrar a La Laguna: hasta ahora, una fantasía

Especiales / Especiales Principal / Slider / 7 marzo, 2022

Por: Rodrigo Tejeda

Desde el sexenio de Salinas de Gortari, los planes de lograr que la Comarca Lagunera tenga un funcionamiento integral siempre han terminado siendo papeles en un cajón, frustrados por diversas razones, principalmente políticas. ¿En verdad es posible en un futuro cercano que toda La Laguna, y en especial su zona metropolitana, logre un desarrollo sinérgico, cooperativo, como región?

Esto podría comenzar como un cuento infantil: hubo una vez un poderoso presidente de México que lanzó una propuesta para la integración de toda la Comarca Lagunera en un solo proyecto de desarrollo integral que se denominó Plan de la Nueva Laguna, el cual fue elaborado con base en todo un estudio y mandado a imprimir en un compendio de cuadernillos temáticos. ¿Y qué cree usted que sucedió? Aquello fue un fracaso rotundo que terminó en el más olvidado rincón de la oficina de un corrupto empresario privado, amigo de ese poderoso presidente llamado Carlos Salinas de Gortari.

De aquel proyecto a la fecha han transcurrido 30 años justamente y, de haberse llevado a cabo, por citar sólo un aspecto relevante, no tendríamos el problema de sobreexplotación de los acuíferos y no sería en lo absoluto necesario ese proyecto de Agua Saludable para La Laguna, que costará al menos 11 mil millones de pesos,

Junto a ese proyecto impreso se conserva otro documento muy grueso, de cerca de 300 páginas, tamaño carta, con pastas en color verde olivo; otra joya de la fantasía del desarrollo urbano, en este caso de la ciudad de Torreón.

Se trata de un exhaustivo estudio de movilidad y ordenamiento del tráfico urbano de Torreón realizado por la empresa francesa SOFRETU, en el periodo de gobierno municipal del ya fallecido Mariano López Mercado.

Es un estudio realizado por expertos en la materia que proponía soluciones prácticas y económicas para ordenar la movilidad urbana, hace 26 o 27 años, lo que hubiera evitado todo el desorden que podemos observar hoy en día.

Más recientemente tenemos otro caso, el cual fue mucho más allá del papel, pero muestra también cómo la integración, no ya de La Laguna como región sino sólo de la zona metropolitana (ZML), se convierte en una fantasía.

En 2014 estaba funcionando muy bien el fondo para las zonas metropolitanas del país, el cual se decidía en la Cámara de Diputados.

A la Zona Metropolitana de La Laguna (ZML) le tocaron un poco más de 600 millones de pesos anuales, los cuales se distribuyeron en dos mitades: 300 millones para Torreón y Matamoros y 300 millones para Gómez Palacio y Lerdo.

Se lanzó entonces el proyecto del Metrobús para la zona metropolitana, que iniciaría en Lerdo y terminaría en Matamoros.

En la zona de Coahuila se realizó el proyecto ejecutivo y se iniciaron las obras a la brevedad, pero en la parte de Durango el gobernador Jorge Herrera Caldera, un político verdaderamente obtuso y mezquino, decidió que no, que los 300 millones anuales del fondo metropolitano se destinarían de la forma que él dijera y, hasta la fecha, no está claro en qué se utilizó el presupuesto de ese año y de los siguientes, pero no le puso un solo peso al proyecto del Metrobús.

Como político que era, nunca dijo públicamente que no habría Metrobús, pero sencillamente no hizo nada y le dio hilo a alegatos inútiles sobre su posible trazo, generando confrontaciones de intereses.

A diferencia de Torreón, donde el transporte público depende directamente del municipio, en la parte de Durango depende del gobierno del estado y es uno de los gremios más obsoletos y mafiosos que existen en todo el país, protegidos bajos las siglas de las centrales obreras anacrónicas como la CTM.

Los alcaldes de Gómez Palacio y Lerdo no podían decidir sobre el destino del fondo metropolitano. Así pasaron los años; el fondo comenzó a disminuir y Andrés Manuel López Obrador decidió eliminarlo, por una supuesta corrupción que jamás se tomó siquiera la molestia de demostrar.

Pero AMLO fue más lejos: puso a pan y agua a las administraciones estatales de Coahuila y Durango y a los municipios laguneros.

El Metrobús en Torreón ha sido prácticamente terminado en su obra física pero no ha podido ponerse en operación por falta de recursos, pero en la parte de Durango jamás se hizo absolutamente nada.

Los ejemplos anteriores nos llevan a un cuestionamiento penoso pero inevitable: ¿en verdad es posible integrar a la Zona Metropolitana de La Laguna (ZML) y a la región en general bajo un como ordenamiento territorial de medio ambiente, seguridad y reglamentos municipales, entre otros?

La respuesta está en la experiencia de las últimas tres décadas: es, en los hechos, sumamente complicado y, lo común, es que todo se quede en buenas voluntades y fantasías políticas.

POLÍTICOS Y GOBIERNOS

Cada cierto tiempo se plantea el tema de la integración de la región lagunera o, por lo menos, de la zona conurbada, pero al final, hasta ahora, ha prevalecido la división política que hay entre los estados de Coahuila y de Durango, pero también el celo de los presidentes municipales por cuidar de sus territorios políticos y su dependencia de los gobernadores.

Sólo en situaciones de emergencia el gobierno federal ha visto, en muy contadas ocasiones, a la zona conurbada como una unidad.

La última vez que sucedió esto fue con las grandes avenidas del río Nazas, que destruyeron todos los pasos que había entre Torreón y Gómez Palacio y Lerdo, lo que motivó la inversión en la construcción de varios puentes, para evitar que las avenidas extraordinarias provocaran un conflicto de vialidad entre ambas partes. Fuera de esas obras no se tiene registrada ninguna otra que parta de una visión integrada de la zona metropolitana.

Pero mientras los gobiernos estatales y municipales se suceden unos a otros, en la vida cotidiana los habitantes de la zona metropolitana hacen su vida social, económica y cultural yendo y viniendo de Torreón a Lerdo y a Gómez Palacio.

Esta interacción se da desde la instalación de una empresa y un negocio hasta actividades recreativas como el paseo dominical y el ir por una nieve.

Toda la zona de Villa Juárez se ha ido llenando de casas de campo propiedad de familias torreonenses, así como la zona industrial que, desde sus mismos orígenes, no ha tenido ningún problema por motivo de divisiones políticas o asuntos gubernamentales. Buena parte de las empresas de la Zona Industrial de Gómez Palacio son de Torreón, y lo mismo sucede en sentido inverso.

El problema de la integración es entonces un asunto de políticos y gobiernos, no de la sociedad civil. Si no ha habido una mayor integración en temas de seguridad, de medio ambiente, de reglamentos y de asuntos urbanísticos se debe a la falta de voluntad política y, lo más penoso, es que esto parece tener la tendencia de seguir manejándose de la misma forma, por más que haya buena voluntad o interés de algún alcalde de la zona conurbada.

En los últimos años la división política fue mucho más acentuada que en los años anteriores, pues debido a la alternancia, Lerdo era gobernado por el PRI; Gómez Palacio por Morena; Torreón por el PAN y Matamoros y Francisco I. Madero por Morena, mientras que el gobernador de Coahuila es del PRI y el de Durango del PAN. Una especie de Torre de Babel por lo intrincado de los intereses, de las ideologías de los políticos y de los juegos de poder.

Hasta en el tema de la criminalidad hay marcadas diferencias. Socialmente cualquier persona medianamente informada sabe que en la parte de La Laguna de Durango operan bandas relacionadas al cártel de “Los chapitos”, mientras que en la parte de Coahuila la presencia de “Los Zetas” desapareció en buena medida, pero hay otros cárteles que están permanentemente intentando ingresar.

El sector agropecuario de La Laguna de Durango se queja de fuertes problemas de seguridad, lo que no sucede en Coahuila, donde existe un mucho mayor control.

Otro caso llamativo es el del gobierno saliente del panista Jorge Zermeño Infante, quien manejó a la Dirección de Seguridad Pública Municipal como si fuera una isla privada, negándose inclusive a cooperar con el gobierno estatal de Coahuila, mucho menos con otros cuerpos de seguridad municipales de la zona conurbada.

Ahora mismo en Durango habrá campañas electorales y elecciones de gubernatura y presidencias municipales el próximo 5 de junio, así que hasta que no pase el proceso electoral ni se sepa quién ganó y quién perdió y se instalen los nuevos gobiernos a finales de año, no puede haber mayores acuerdos de cooperación, en el supuesto caso de que hubiera la buena intención de hacerlos.

DE BUENAS VOLUNTADES…

En el lado de Coahuila están comenzando los nuevos gobiernos municipales y pueden tener deseos de cooperar y de buscar una integración de la zona metropolitana, pero tendrían que esperar hasta fin de año o más bien, en términos pragmáticos, hasta enero de 2023, pero entonces habría que esperar otros meses a que esos gobiernos tomen impulso y se organicen allá a finales de la primavera de 2023, pero, como se dijo anteriormente, faltaría ver quién gana y quién pierde.

Todo esto de crear una Comisión de Ordenamiento Metropolitano, un Consejo Consultivo Ciudadano y Metropolitano y hasta un Programa de Ordenamiento Metropolitano se podría dar, en el mejor de los casos, entre Torreón y Matamoros, pero hoy no es posible hacerlo con Gómez Palacio y Lerdo, que es lo que más interesa, así que lo que se diga son muy buenas voluntades pero solamente eso.

Una de las cosas interesantes que hasta ahora ha dicho el nuevo alcalde de Torreón, Alberto Román Cepeda, es que el IMPLAN, Instituto Municipal de Planeación sólo es útil si la información que proporciona se utiliza en proyectos y en políticas públicas concretas, de otro modo seguirá siendo un organismo que recopila información, la ordena, en algunos casos la analiza, y la presenta, pero se queda ahí: en un archivo electrónico para ser consultado por quien lo desee o lo considere de cierta utilidad.

Si esa información y el análisis que se pueda hacer de la misma no aterriza, desgraciadamente no sirve de mayor cosa, como ha sucedido hasta ahora.

Hace 30 años Carlos Salinas de Gortari o alguien cercano a él manejó el eslogan: “Una Laguna dividida es una laguna perdida”. Como todos los eslóganes, éste es simbólico y demasiado simple, como fue aquella fantasía de crear un nuevo Estado de la Laguna.

Una zona conurbada debe estar mucho mejor integrada en todos los aspectos, pero el problema son los políticos, los gobiernos y habría que añadir a los partidos políticos, más ahora que tenemos a ese extraño partido llamado Morena que, hasta ahora, nadie entiende bien a bien de qué va o a dónde va; los demás son viejos conocidos, en todos sus vicios y virtudes.

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