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El centro histórico de Torreón y los planes fallidos de rescate

Especiales / 7 marzo, 2022

Por: Álvaro González

El centro histórico de Torreón entró, a partir de los años ochenta, hace ya medio siglo, en un proceso de deterioro, por el cual ha sido gradualmente abandonado como zona habitacional, dejando en el olvido el escaso patrimonio arquitectónico que sobrevivió a la “modernidad” de los años cincuentas y sesentas, que arrasaron con casi toda la arquitectura original.

Hoy la zona está en manos de comerciantes, pero de comerciantes que le dan servicio a una clientela popular y, como gremio, no tienen interés alguno en el entorno urbano.

El bullicio y también el hacinamiento se concentran en el eje comercial que se forma sobre la calle Hidalgo y, en mucho menor proporción, en la calle Juárez y algunas pocas cuadras laterales que convergen a estas dos avenidas.

El Paseo Morelos, que ha sido la única obra importante de intento de regeneración urbana en las últimas décadas, se encuentra abandonado a partir de la calle Falcón, e inclusive ya antes se percibe una gran cantidad de comercios vacíos, en venta, en renta o sencillamente abandonados.

Aunque se habla del centro histórico como si se tratara de una zona con cierta homogeneidad y con características comunes, realmente se le puede dividir en sectores, como son la Plaza Mayor y una parte de su entorno; la Plaza de Armas y el corredor comercial de la Hidalgo; el sector comercial que inicia a partir de la calle Zaragoza y culmina en el sector del Mercado Alianza y las colonias populares que se ubican detrás de este. También se puede considerar como otro sector de la calle Allende hacia los bulevares Independencia y Constitución.

La calle Hidalgo concentra, entre la calle Falcón y la Múzquiz un hacinamiento urbano con un enorme ajetreo de tiendas grandes, changarros, puestos ambulantes de todo tipo, pedigüeños callejeros, marchantes en busca de cualquier tipo de mercancía y un tránsito vehicular endemoniado, donde se disputan la calle camiones urbanos estruendosos, taxis y una enorme cantidad de vehículos automotores.

Este zoco informe cobra toda su intensidad entre las calles Acuña y la Zaragoza y el hacinamiento se complica más por el cierre de las calles Valdez Carrillo y Cepeda, las cuales, en una decisión desastrosa, fueron convertidas, a lo largo de dos cuadras, en un tianguis durante el gobierno del panista José Ángel Pérez. Hoy, ocupado sólo en parte, este tianguis huele a orines y a otros malos humores.

Todo está aquí en manos del gremio de comerciantes, entre los que destacan algunas familias de origen árabe, por usar una referencia genérica, varios de ellos con grandes capitales, entre los que había que citar a la familia Batarse, J. Juan y Mansur, por el poder económico que acumulan.

Son ellos los que deciden este sector del centro histórico y no tienen, por lo que está a la vista, ningún interés con lo que suceda más allá de sus tiendas, salvo la insistencia, siempre que inicia cada gobierno municipal, de que les retiren de las banquetas a los llamados “vendedores ambulantes”, la mayoría de los cuales no son ya ambulantes sino puestos fijos, que se retiran un tiempo pero vuelven a aparecer, amparados ciertamente por la corrupción del área de Plazas y Mercados del ayuntamiento.

Como si estorbaran, en lugar de adornar, se pueden ver en este corredor comercial de la Hidalgo el Edificio Arozena y el Hotel Salvador; el primero restaurado y bien cuidado y el segundo en total abandono y usado en su parte baja, de una manera atroz, para locales comerciales que han colocado enormes anuncios de neón. Es tal el descuido que el área de recepción del viejo hotel ha sido rentada para instalar un changarro de ropa barata. Su último propietario conocido es Hasan Mansur Núñez.

DE LA ZARAGOZA A LA ALIANZA

A medida que se camina hacia el poniente del Centro Histórico, a partir de la calle Zaragoza, se percibe un ambiente herrumbroso, descuidado y, aunque sigue habiendo comercio en menor concentración, el sector deja ver un mayor deterioro, de noche aquello queda completamente desierto y da la sensación de inseguridad.

De día hay bullicio, pero en las calles de Ramos Arizpe y la Melchor Muzquiz, donde se ubica el Mercado Alianza, hay en el ambiente un fuerte olor a suciedad y un gran hacinamiento, que proviene del mercado.

Aquí el comercio se mezcla con cantinas, que realmente son prostíbulos, fondas, hoteles de paso desvencijados, changarros de lo más inimaginable.

Este sector del Centro Histórico es parte del hacinamiento urbano más viejo de la ciudad: las colonias populares de los cerros; de aquellos que no tuvieron más alternativas que construir tejabanes en las laderas de caliza, en una serie de cuestas y callejones imposibles.

Hoy siguen siendo colonias muy pobres y con todos los problemas que vienen con la pobreza. Oficialmente no son parte del Centro Histórico, para propósitos de planos urbanísticos, pero son ellos la principal clientela comercial y en la práctica están integrados a esta zona de la ciudad.

Y esto es algo que pasan por alto los gobiernos municipales y los encargados de urbanismo: la mayor parte de todo el movimiento que se da en el Centro Histórico proviene de las colonias del poniente y del este y el oeste que rodean al mismo, si tales colonias no existieran la zona estaría desierta, casi abandonada.

LA PLAZA DE ARMAS

La denominada Plaza de Armas no es, a diferencia de ciudades fundadas en el periodo colonial, el centro urbano, sino una plaza en torno a la cual se ubican varios edificios de hoteles y bancos, pero la plaza como tal no resulta atractiva, debido a las fallidas remodelaciones que se han realizado en las últimas décadas.

La última remodelación fue realizada teniendo como elemento principal una serie de pasillos, a los lados de los cuales se levantaron muretes, de tal manera que se pierde la perspectiva de un espacio amplio y abierto.

Al centro de la plaza fue construido desde los años setentas del siglo pasado una edificación que es una especie de torreón y de quiosco de muy mal diseño, que además no cuenta con espacio suficiente en su derredor. En resumen, tenemos una plaza principal de muy mal diseño y cuyo uso principal se da en el espacio del derredor. Las fuentes, de las cuales inclusive han sido robadas estatuas, se ven “ahorcadas” por el laberinto de muretes y una vegetación que es inadecuada. No se sabe si el sistema hidráulico funciona, pero están en mal estado.

De los edificios del derredor, se encuentra abandonado lo que fuera el Hotel Palacio Real, lo mismo que el Hotel Galicia, una interesante construcción de estilo art déco. El edificio que fuera del Banco de México y hoy es del gobierno municipal está cubierto frontalmente por arboles que no son cuidados en su forma y tamaño para que resulten de ornato.

Lo que en la Valdez Carrillo y Morelos era un enorme estacionamiento con pinta de terreno baldío desde que en 1995 se demolió el Teatro Princesa, ya ha sido remodelado para seguir operando como estacionamiento, pero en la esquina de Morelos y Cepeda hay un gran edificio en obra negra desde hace por lo menos cuatro décadas y en contra esquina se levanta otro edificio de cristal y aluminio en condiciones de deterioro y de una fea estética.

El plus agregado a la Plaza de Armas han sido el Teatro Nazas, convertido en el espacio escénico más importante de la ciudad, y el conjunto del Museo Arocena y la Casa Arocena, a las que se ha agregado lo que fuera el casino de la ciudad y la parte alta del banco chino.

Estos dos espacios son culturalmente los más importantes de su tipo en la ciudad, pero no lucen lo que debieran, debido al mal diseño de la plaza y al tianguis de lámina que se asoma a la calle Juárez por la Valdez Carrillo y la Cepeda.

En el sector norte, que comienza en la Allende y va a dar al boulevard Independencia, se puede apreciar algo que domina a toda la zona más vieja de la ciudad: un estilo arquitectónico donde se mezcla un concepto retro deteriorado, mezclado con fincas de adobe en no muy buen estado y muchas fincas vacías, aunque habrá que considerar que este sector permanece habitado en su mayor parte, pero carece de cualquier tipo de atractivo.

LA PLAZA MAYOR

La que ahora se denomina como Plaza Mayor se ha convertido en un espacio importante que, singularmente, fue muy criticada su construcción al inicio, pero es un proyecto de tales dimensiones que hoy muy difícilmente se podría realizar.

Esta área inicia en el denominado Palacio Federal, recientemente remodelado en su parte exterior, y se integra con lo que fuera la vieja plazuela Juárez, lo que es la explanada central y el edificio del gobierno municipal. En la parte sur cruza el Paseo Morelos.

Como un plus importante quedó anexado al conjunto el Teatro Nazas y a una distancia corta la Catedral del Carmen.

Este conjunto tiene todo para detonar una renovación urbana de su entorno, pero éste ha sido muy lento, aún así se está dando y se construye un edificio importante sobre la parte poniente, en la calle Matamoros.

La instalación de cafeterías y restaurantes-bar se había ya dado en el Paseo Morelos, pero la pandemia de COVID-19 obligó al cierre de algunos establecimientos y ha detenido la inversión de varios proyectos que estaban por iniciarse. La renovación del entorno de la Plaza Mayor ha sido un proceso difícil y habrá que esperar hasta el término de la pandemia para que se reactive la inversión.

¿DÓNDE ESTÁN LOS 70 MILLONES?

Con el propósito de mejorar urbanísticamente el Centro Histórico, el gobierno municipal ha agregado un cobro anual al cobro del impuesto predial, el cual asciende a un poco más de 17 millones de pesos por año.

Durante los cuatro años de gobierno de Jorge Zermeño Infante se recaudó un poco más de 70 millones de pesos para destinarlos al Centro Histórico, pero hasta ahora no hay una explicación concreta de cuál fue el destino de ese dinero. Las mejoras en esta zona de la ciudad han sido mínimas y en algunos años inexistentes.

Hubo algunas intervenciones aisladas, como la remodelación de la Casa Mudéjar, la cual fue realizada sin respetar el diseño original, con poca calidad en algunos de los acabados y agregando una fuente en el patio central, que debería ser el espacio más importante para aprovecharlo en eventos. Nunca se ha informado cuánto costó la remodelación ni quién, específicamente, la llevó a cabo.

Posteriormente han surgido algunos proyectos que pudieran parecer muy innovadores, y que incluso el IMPLAN los manejó como si fueran un gran aporte al cambio urbanístico del Centro Histórico e inclusive al aspecto ecológico, ante la falta de vegetación suficiente.

Este proyecto fue el de los “parklets” o “parques de bolsillo”, que se colocaron en cuatro cruceros y consisten en macetones o cajas de madera donde se siembran árboles y se acompañan de una construcción ligera que hace las veces de un toldo, para la colocación de mesas y sillas al aire libre, formando una “oreja” en la esquina de dos calles, donde también se pinta el piso para darle un ambiente ecológico.

La idea, traída del extranjero, parte sin duda de una buena intención, pero no se puede aplicar en Torreón de la forma en que se hizo. Hoy se ven el abandono y los árboles plantados en los macetones han comenzado a secarse.

Es necesario un proyecto urbanístico en forma, a corto, mediano y largo plazo, con la participación del gobierno municipal y el gremio tan extenso de comerciantes que operan en el Centro Histórico.

Las banquetas de esta zona de la ciudad tienen un ancho de hasta tres metros, lo que permite un arbolado de tamaño mediano, que esté bajo la responsabilidad del Departamento de Parques y Jardines y de los propios comerciantes y propietarios de las fincas, por citar sólo un ejemplo de muchos proyectos que se pueden emprender.

Los “parklets” o “parques de Bolsillo” funcionan en el extranjero, pero son extensiones de restaurantes establecidos, quienes se responsabilizan de los mismos, porque llevan un beneficio en ello.

En los cuatro años de gobierno de Jorge Zermeño, el número de vendedores ambulantes en las principales calles del centro se multiplicaron hasta en un 200%, en buena medida debido a la corrupción del Departamento de Plazas y Mercados, regresando a un problema que tiene ya casi cincuenta años sin poder resolverse, y todo debido a la ineficiencia y a la corrupción.

El gobierno que inicia manejará, en los tres años, un presupuesto aproximado de 50 millones de pesos, sólo en ingresos directos para el Centro Histórico, pero ahora falta que se lleve a cabo un buen proyecto de regeneración en estos tres años. No pequeñas obras aisladas, sino algo que haga realmente la diferencia y cambien la calidad urbana de esta parte de la ciudad.

El gremio de comerciantes está obligado a participar y a ponerle inversión, más ahora que el primer regidor del cabildo es Luis Jorge Cuerda Serna, expresidente de la CANACO Torreón.

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