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Quirino y Echevarría, ¿juego sucio en el Pacífico?

Análisis Político y Social / 3 octubre, 2021

Por: Gerardo Lozano

En las pasadas elecciones del 6 de junio, donde se renovaron 15 gubernaturas, Morena arrasó en la costa del Pacífico, llevándose las gubernaturas de Baja California Norte, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Michoacán y Guerrero.

En la parte norte del Pacífico no sólo ganó sino que ganó con ventajas enormes, aún en gobiernos, como Sinaloa, donde nunca antes había ganado un partido opositor al PRI, o en Baja California Sur, donde las preferencias electorales iniciales eran marcadamente a favor del PAN, o en Sonora, donde el candidato de Morena, Alfonso Durazo, era un desarraigado y tenía señalamientos de nexos con el crimen organizado.

Sobre Sinaloa corrió la versión, antes del mismo proceso electoral, de que el gobernador priista, Quirino Ordaz Coppel había vendido la elección, bajo las presiones del crimen organizado y los acuerdos con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Rubén Rocha Moya, un viejo militante de izquierda que ya en dos ocasiones anteriores había competido fallidamente por la gubernatura, fue el candidato que más votos recibió a nivel nacional, con un 56.60% del total, encabezando la coalición Morena-Partido Sinaloense (PAS), contra la alianza PRI-PAN-PRD que obtuvo 32.49% de los votos emitidos.

Una derrota de casi dos a uno, en la que Morena se llevó todo: gubernatura, congreso local y la casi totalidad de los gobiernos municipales.

La participación en las urnas no fue especialmente notoria: 48.97%, por lo que el porcentaje obtenido por la alianza PRI-PAN-PRD fue demasiado bajo.

La presencia del crimen organizado en la elección fue inocultable, sólo que el poder de las organizaciones del crimen obliga al silencio a los medios de comunicación locales y estatales, pero también Quirino Ordaz se cruzó de brazos y dejó la coalición a su suerte, con el evidente disimulo.

Unas semanas antes de que termine su periodo, Quirino Ordaz es invitado por Andrés Manuel López Obrador para ocupar la embajada de México en España, lo que ha sorprendido a todo el medio político.

La maniobra de López Obrador, porque es una maniobra, parece tener dos intenciones: una, pagarle el favor a Quirino Ordaz, a quien ha calificado como “un profesional” y, la segunda, golpear políticamente al PRI, al generarse desconcierto y división interna.

Si Quirino Ordaz fuera realmente un profesional destacado de la política, sería inexplicable que la alianza PRI-PAN-PRD perdiera de ese modo la gubernatura, pero además no existe una explicación lógica o razonable de por qué López Obrador le ha otorgado a Quirino Ordaz el cargo que éste le ha pedido, porque ése es otro aspecto que se debe considerar: el nombramiento de la embajada de España se debe a una petición del propio Quirino, quien no sabe absolutamente nada de diplomacia.

LOS INTERESES ECONÓMICOS

Hoy, Quirino Ordaz es más empresario hotelero que político, y debe estar atendiendo a sus intereses económicos. La embajada en España debe servirle para promover sus intereses económicos en la hotelería, específicamente en Mazatlán, Sinaloa, donde además se cruzan y se entrelazan al más alto nivel los intereses del crimen organizado con los empresarios del ramo turístico.

Más a raíz del caso de Joaquín “El Chapo” Guzmán, los grandes capos de la costa del Pacífico mexicano tienen claro que no es confiable invertir sus enormes ganancias en Estados Unidos o en algún destino internacional que esté al alcance de la justicia norteamericana, teniendo, como la tienen ahora, una relación amistosa con el gobierno de López Obrador.

Moverse en Europa con la investidura de embajador debe ser bastante cómodo para promover negocios turísticos hacia México, especialmente en España.

Muy en su estilo ladino, López Obrador se muestra sorprendido de que la dirigencia nacional del PRI haya rechazado el nombramiento de Quirino Ordaz, quien se ha servido del PRI, y se ha servido a lo grande, y ahora “chaquetea”, para usar el término vulgar.

Como gobernador, Quirino Ordaz fue corrupto he hizo muchos negocios, especialmente en su ciudad nativa, Mazatlán, pero eso se lo han pasado a un segundo término.

Por el mismo rumbo va el caso del gobernador saliente de Nayarit, Antonio Echevarría García, panista él, quien también ha sido invitado a incorporarse al gabinete, con la misma intención política de golpear al PAN y darle a ganar a otro “gobernador que dejó en paz a Nayarit”, sólo que atestado de narcos.

La ocupación principal de Echevarría García es la de empresario, y fue panista casi accidentalmente.

En los últimos tres años ya había evidenciado una relación muy cercana con López Obrador, quien todo indica tiene sus “querencias” en ese estado, al que ha visitado hasta en 14 ocasiones, cuando sus visitas a otros estados son sumamente esporádicas.

No es nada extraño, por lo menos no en este caso, que Echevarría García le ha cedido la pasada elección del 6 de junio a Morena y que ahora este siendo invitado al gabinete.

La dirigencia panista tal vez no tenga ni la oportunidad de expulsarlo, porque él se irá por propia voluntad.

Hay, pues, juego sucio en la franja del Pacífico y el verdadero gran beneficiario parece ser el crimen organizado, que cobra cada vez más poder en esta zona del país.

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