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Gertz Manero, la deshonestidad del Fiscal General de la República

Opinión / 3 octubre, 2021

Por: Marcella Valles

Alejandro Gertz Manero es ya un anciano que está por cumplir 82 años de edad y tiene una muy larga trayectoria como funcionario público, la mayor parte en cargos de seguridad pública tanto en gobiernos perredistas como panistas.

A estas alturas de su vida debe tener bien resuelta su situación económica y terminado su ciclo profesional, pero aceptó convertirse en Fiscal General de la República, con facultades de autonomía frente a cualquier otro poder, pero con la obligación de tener un impecable apego a las leyes y al ejercicio de sus funciones.

Por alguna razón, aunque es un hombre que se ha desempeñado en el área de seguridad pública, Gerzt Manero tiene pretensiones intelectuales y la necesidad de obtener reconocimiento como académico, pues necesidad económica no tiene y, como ya se dijo, es un anciano de 82 años de edad.

Por cinco ocasiones consecutivas intentó obtener el nombramiento como investigador titular del Sistema Nacional de Investigadores, dependiente del Conacyt, y en las mismas cinco ocasiones fue rechazado.

De acuerdo al expediente, el comité de evaluación del Conacyt determinó, literalmente: “Su obra no corresponde a la creación de conocimiento nuevo, no tiene metodología ni aparato crítico, sino que solamente constituye la opinión del autor”.

El problema es que Gerzt Manero se lo tomó como algo personal y ya como Fiscal General de la República presionó para violentar la normatividad del Sistema Nacional de Investigadores, algo sumamente delicado que en los 37 años del sistema nunca había ocurrido.

La directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, creó una Comisión Especial Dictaminadora, una figura que no existe en el reglamento, por medio de la cual se le otorgó al fiscal de la república el grado de investigador, categoría III, la máxima que existe, sin que haya pasado siquiera por las categorías I y II como lo exige la normatividad.

Y lo hizo sencillamente como un acto de revancha y porque puede, lo cual se calificaría como un acto de uso indebido de la función pública y también como una forma de corrupción, pero refleja también el talante ético del personaje y las características de su ego.

Como investigador de nivel III recibirá 32 mil 657 pesos mensuales, pero en este caso, tanto para él como para la comunidad científica lo del dinero pasa a un segundo término.

DESHONESTIDAD INTELECTUAL

Si la obtención del nombramiento como investigador categoría III fue un acto indebido, cuando Guillermo Sheridan, un intelectual reconocido, se puso a investigar una parte de la obra de Gerzt Manero y encontró que éste ha recurrido burdamente al plagio, las cosas han tomado un giro vergonzoso para el fiscal de la república.

Guillermo Sheridan demostró que en su libro biográfico “Guillermo Prieto” (SEP,1967) Gerzt Manero plagió párrafos completos de la obra “Don Guillermo Prieto y su época” (Botas, 1939) de Salvador Ortiz Vidales, así como del libro “Vida y obra de Guillermo Prieto” (Colegio de México, FCE, 1960) de Malcolm D. McLean.

Al exponerse una situación tan penosa, lo menos que debió hacer el fiscal era renunciar al nombramiento que recién había recibido, pero lejos de ello se ha comportado con arrogancia y respondido que en su libro dichas fuentes están debidamente citadas, no obstante que todo esto viene a poner en evidencia su integridad moral e intelectual, pero él es el Fiscal General de la República y es uno de los intocables del gobierno de “la cuarta transformación”.

La comunidad científica y de la investigación está indignada y está abiertamente en contra de las políticas que ha tomado López Obrador para con la ciencia y la tecnología, sector al que está golpeando económicamente, lo que es una aberración.

Álvarez-Buylla, quien ya ha venido siendo cuestionada en su desempeño, queda en una posición de mayor desprestigio, al prestarse a las presiones del fiscal general de la república y, con ello, dañar el Sistema Nacional de Investigadores.

Este caso es como la cereza en el pastel de un gobierno al que no le importa mayor cosa el desarrollo de la ciencia y la tecnología, que es la base de todos los países desarrollados del mundo.

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