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Estancado el desarrollo de La Laguna

Especiales / Especiales Principal / Slider / 1 marzo, 2021

Por: Rodrigo Tejeda

Incluso con el boom industrial de Saltillo en los años setenta y ochenta, en el censo oficial de población y vivienda de 1990, Torreón seguía siendo la ciudad más grande de Coahuila, con 464 mil 825 habitantes, en comparación con la capital, que registraba 440 mil 920 habitantes, pero a partir del inicio del Tratado de Libre Comercio, TLC, con Estados Unidos y Canadá, Saltillo comenzó un despegue industrial y poblacional que la ha colocado como la nueva ciudad más importante del estado, mientras que Torreón ha tenido un estancamiento en su desarrollo.

Como región, la Laguna experimentó el mismo comportamiento que Torreón, pero agudizado en los municipios de la periferia, como Matamoros, Francisco I. Madero, San Pedro y Viesca, perdiendo también su posición como la región más poblada y económicamente más importante de Coahuila.

Ya en el censo de población de 1995, Torreón pasó por primera vez a ser la segunda ciudad en población del estado, registrando 508 mil 076 habitantes, en tanto que Saltillo aumentó su censo a 527 mil 979 habitantes, diferencia que se iría acrecentando en las dos siguientes décadas.

En el último recuento de población realizado en 2015, veinte años después, Saltillo registra ya 807 mil 537 habitantes, mientras que Torreón contabilizó 679 mil 288, una diferencia de casi 120 mil habitantes más.

El censo no sólo refleja una diferencia cada vez más grande de población, sino también una diferencia en sus economías y en la cantidad de empleo que ofrecen ambas ciudades.

Además de registrar un mayor empleo, Saltillo ha desarrollado un sector industrial más moderno, más integrado a la economía internacional, aunque muy concentrado en la industria automotriz.

Esta mayor modernidad en su sector industrial, se refleja también en el desarrollo del sector de servicios y, lo que es muy importante, en los niveles de sueldos y salarios, donde la capital del estado supera sensiblemente a Torreón y en general a la región lagunera, que se ha convertido mayoritariamente en una región de salarios bajos.

En el censo económico de 2015, antes de la pandemia, Saltillo estaba generando 327 mil 417 empleos formales, de los cuales un 34.39 por ciento correspondía al sector de funcionarios, profesionistas, técnicos y administrativos; un 35.43 por ciento a la industria; 28.43 al comercio y los servicios, y solamente un 0.96 por ciento al sector agropecuario.

Por su parte, Torreón registraba 270 mil 281 empleos, distribuidos de la siguiente forma: 35.62 por ciento a funcionarios, profesionistas, técnicos y administrativos; 23.52 por ciento a la industria; 39.09 por ciento al sector comercial y de servicios y únicamente un 0.90 por ciento al sector agropecuario.

La diferencia más importante se da en el sector industrial, la cual es muy notoria, no sólo en cantidad y calidad, pero también es muy importante considerar que Torreón tiene más empleos en el sector de comercio y servicios debido a que es el centro regional; la ciudad que ha absorbido gran parte de este sector a nivel regional, algo que se da en mucho menor proporción en Saltillo, debido a que su zona conurbada es mucho más chica que la de Torreón y, además, tiene que competir con Monterrey y su zona metropolitana, la segunda en importancia a nivel nacional.

La falta de inversión en infraestructura, tanto por parte de los gobiernos de los tres niveles como de los particulares, aunado a la falta de una promoción adecuada, de una simplificación burocrática y de incentivos, propiciaron que el sector industrial de Torreón y de la comarca lagunera en general comenzara a sufrir un retraso desde el inicio de la de década de los noventa.

Sí ha habido un crecimiento industrial, pero ha sido mucho menor al de la capital del estado; además, hay otro aspecto muy importante: mientras que en Saltillo se ha logrado la instalación de grandes empresas trasnacionales, con infraestructura y tecnologías de punta, además de empleos calificados y mejor remunerados, la atracción de empresas en la región lagunera se ha dado en el sector maquilador, que es mucho más volátil, con sueldos bajos y no genera cadenas de abastecimiento por medio de una industria periférica de partes y componentes diversos.

LA LAGUNA COMO REGIÓN

Como región poblacional y económica, La Laguna ha experimentado cambios importantes en las últimas tres décadas, pero en términos generales su desarrollo ha sido lento y ha perdido su preponderancia como la región más rica de Coahuila, aunque sigue conservando tres de los siete municipios más poblados del estado.

Tradicionalmente el sector agrícola fue el más importante de la región, con el algodón y otros cultivos, pero en las últimas décadas ha tenido un gran crecimiento el sector lechero y el avícola, que va aparejado con la producción extensiva de cultivos forrajeros y un enorme crecimiento de la explotación del acuífero, hasta llegar a un nivel en que está poniendo en riesgo la viabilidad de una agricultura sustentable.

La región concentra el 75% del ganado lechero del estado y el 90% de la producción de leche. El registro estatal reporta una existencia de 330,997 vacas lecheras en producción; 252,353 vaquillas de reposición; 240,672 vacas con cría de becerros y 184,498 reses de engorda.

La mayor parte del ganado lechero y de vaquillas para reposición, además de una parte cada vez más importante del ganado para engorda y venta de carne se encuentra en La Laguna, con instalaciones cada vez más modernas y tecnificadas, pero esto ha implicado la explotación intensiva de la tierra y el agua que anteriormente se dedicaba a otros cultivos.

Socialmente ha surgido un fenómeno muy delicado. Los grandes establos, que pueden tener poblaciones de hasta 2 mil y 3 mil vacas, se encuentran ubicados en los municipios de la periferia, mientras que sus propietarios se ubican en Torreón la mayoría de ellos y otra parte en la vecina ciudad de Gómez Palacio.

Al concentrar aguas y tierra de una gran cantidad de ejidos, la economía de las comunidades rurales de los municipios de Matamoros, Francisco I. Madero y San Pedro se ha visto empobrecida, mientras que el gran capital del negocio lechero se ha ido sobre concentrado en un grupo social muy reducido, que radica en la zona metropolitana.

En contraste con lo que sucedía en la década de los años setenta y ochenta, actualmente el municipio de San Pedro sólo tiene el 13.9% de sus empleos en el sector agropecuario; Francisco. I. Madero el 11.29% y Matamoros el 12.7%, en tanto que Torreón apenas registra un 0.90% de empleos en este sector.

Lo anterior refleja que ya sólo una parte muy reducida de los municipios de la periferia tienen un ingreso y empleo en el sector agropecuario, que anteriormente era su principal fuente de riqueza.

El empleo del que ahora disponen como fuente principal de ingresos estos municipios es el sector maquilador, según lo reflejan claramente las estadísticas del censo de 2015.

Del total de los empleos registrados, San Pedro tiene un 35.5% en el sector industrial o maquilador, Matamoros un 36.96% y Francisco I. Madero 30.40%. El sector que les sigue es el de comercio y servicios y, con porcentajes bajos, el de funcionarios, profesionistas, técnicos y administrativos.

San Pedro reporta, a 2015, un total de 33,018 empleos; Matamoros 38,986 y Francisco I. Madero 19,780, mientras que el municipio de Viesca se ha convertido en un municipio marginal en todo sentido, con tan solo 6,244 empleos, de los cuales 27.79% están en el sector rural de sobrevivencia y un 35.30% en el sector maquilador.

UNA COMPARACIÓN CON LA FRONTERA

Poblacionalmente si Torreón ha tenido una tendencia decreciente en su tasa de incremento anual, los municipios de la periferia tienen un nivel bastante más bajo, al convertirse en expulsores de población desde la década de los años noventa.

En el Censo de Población y Vivienda (INEGI) de 1990, San Pedro registraba una población de 90,165 habitantes y, 35 años después, sólo ha incrementado su población a 106,142 habitantes. Francisco I. Madero registró en ese mismo año un censo de 50,981 habitantes, mientras que en 2015 reportó 58,360 habitantes, lo que refleja lo alto que ha sido el flujo de expulsión de habitantes en ambos municipios, pues la tasa promedio nacional anual ha sido de un 2.0% y considerando sólo la tendencia de los últimos 15 años, pues la anterior era mayor.

El municipio de Matamoros tenía en el censo de 1990 un total de 86,398 habitantes. Para el censo de 2015 registra 108,950 habitantes, lo que refleja también un flujo de expulsión de población, apenas un poco menor que los dos municipios anteriores.

Un comparativo importante de lo que está sucediendo con el comportamiento poblacional y económico de la región lagunera son las ciudades fronterizas de Piedras Negras y Acuña.

Piedras Negras, con una población de 163,595 habitantes de acuerdo al censo de 2015, registra un total de 63,120 empleos formales, mientras que Acuña, con una población al mismo año de 147,809 habitantes reporta 61,649 empleos.

Piedras Negras tiene prácticamente el doble de empleos formales que San Pedro, pero sólo un 30% más de población, en el caso de Acuña se acentúa aún más la diferencia entre población y empleo pues, haciendo otra comparación, este municipio fronterizo tiene 23 mil empleos más que Matamoros, con una diferencia de tan solo 39 mil habitantes.

Acuña tiene el índice de empleo industrial más alto de todo el estado de Coahuila, con un 59.25%, todo él ubicado en la industria maquiladora de exportación. De hecho, la zona fronteriza de Coahuila y la de Chihuahua son los dos principales destinos de expulsión de población de los municipios de La Laguna de Coahuila.

Antes de la pandemia del COVID-19, la región fronteriza de Coahuila estaba enfrentando una sobreoferta de empleo en su sector maquilador, debido a la muy alta demanda y a la gran rotación de personal, que tenía variadas opciones de empleo.

Todos los censos de los últimos 30 años muestran importantes cambios en el comportamiento poblacional y económico de la región lagunera, pero lamentablemente las tendencias orientan hacia un estancamiento, como una expulsión masiva de población; una transición de su agricultura hacia sectores más modernos y tecnificados, pero con sobreexplotación de los recursos de las comunidades rurales y una sobre concentración muy delicada del capital; un crecimiento muy pobre de la gran industria y un crecimiento bajo de la industria maquiladora de exportación.

La infraestructura de la región lleva por lo menos dos décadas de atraso en comparación con otras regiones más productivas del país, lo mismo que la inversión de capital privado nacional en el sector industrial.

Las grandes ventajas de la región lagunera, como la potencial diversificación económica y todas las oportunidades que trajo consigo el TLC, se han perdido en buena parte, lo que es atribuible tanto al capital privado como al desempeño gubernamental, no obstante que en la región se ha dado alternancia política desde la década de los años noventa, por lo menos en Torreón que es el centro poblacional y económico de la región, junto con Gómez Palacio por la parte de Durango.

De no replantear el desarrollo regional, en todas sus variantes, el rezago se irá acentuando en una década que ha comenzado con una pandemia y una gran crisis económica a nivel nacional e internacional, además de un nuevo gobierno federal que está orientado en su gasto e inversión hacia los estados del sur del país y dispone cada vez de menores recursos financieros.

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