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El PAN se derrumba y Morena es un caos; el resumen electoral de Coahuila

Especiales / Especiales Principal / Slider / 2 noviembre, 2020

Por: Álvaro González

Que el PRI haya arrasado en las pasadas elecciones del 18 de octubre, ganando 16 de 16 diputaciones en juego, es algo que tiene muchas lecturas muy importantes que requieren de una reflexión. El PAN se ha derrumbado drásticamente, cayendo hasta un tercer lugar, mientras que MORENA perdió los 16 distritos por un margen de dos a uno, algo totalmente inesperado, sorpresivo no sólo para el electorado coahuilense sino para el mismo medio político.

En principio el PRI consideraba que sería exitosa la elección si lograba ganar una mayoría simple, suficiente para mantener el control en el Congreso del Estado, pero llevarse todo ha sido un regalo político que lo deja muy fuertemente posicionado para la elección de 2021 y sienta inclusive un precedente a nivel nacional.

En Coahuila la mayor sorpresa ha sido el derrumbe del PAN, más aún que la incapacidad de MORENA para ganar una sola diputación por la vía de la mayoría relativa. ¿Qué le sucedió a Acción Nacional cuando estaba bien posicionado como la segunda fuerza política del estado y perdió por un margen muy estrecho la gubernatura en 2017, ganando gobiernos municipales importantes que mantiene a la fecha?

La primera causa aparente del desastre parece estar directamente relacionada con lo que se puede denominar como el “grupo Torreón” del panismo, una camarilla que detenta el poder interno en el partido desde hace dos décadas y que se ha dividido, pero aún así la parte que se mantiene logró, a través de Jesús de León Tello, hacerse de mala manera de la dirigencia estatal, en lo que fue una elección muy controvertida, donde se da una fuerte división interna.

Para efectos prácticos, el PAN se parte en dos: el grupo del centro del estado y el grupo de Torreón, el cual se reduce a la camarilla de Guillermo Anaya Llamas y la parte que hace grupo en derredor de Jorge Zermeño Infante, a partir de la posición de éste como presidente municipal de Torreón, lo que le da el poder principal y casi único de tener a su disposición la nómina del segundo municipio más importante del estado.

Además de esta grieta tan importante, otra parte del grupo original de Torreón generó una desbandada hacia MORENA, en donde se han convertido, muy contradictoriamente, en la cúpula del partido o movimiento del gobierno de López Obrador, para lo cual han estado aprovechando las relaciones y parte de los cuadros y las redes territoriales que había venido creando el panismo a nivel estatal.

En Saltillo, el encarcelamiento del exgobernador Jorge Torres López por parte del aparato judicial norteamericano ha generado una pasividad político-electoral por parte de la familia López, quienes son los propietarios del PAN en la capital del estado, por lo cual el partido ha caído en uno de los bajíos o periodos cíclicos que le han caracterizado desde que decidieron incursionar en la política, partiendo de su posición como la familia de empresarios más importante e influyente del sureste de Coahuila.

Los tres alcaldes panistas que ha tenido Saltillo son de la familia López y, en consecuencia, dos primos y un tío de Jorge Torres López.

DESAPROBACIÓN A ZERMEÑO

El otro elemento muy importante del fracaso electoral del panismo es lo que se evidencia como un voto de castigo al partido en general, que ante el gobierno de López Obrador se ha dedicado a “nadar de muertito”, y el desempeño de los gobiernos municipales de Torreón y San Pedro en La Laguna y de Monclova y Frontera en el centro del estado.

Arrogante e intolerante a la crítica, tanto o igual que el propio López Obrador, Jorge Zermeño Infante le ha dado la espalda a dos hechos controversiales: un equipo de colaboradores que requería cambios y se negó a realizarlos por sus intereses personales y de sus hijos y, por otra parte, la ausencia de un proyecto de gobierno enfocado a los problemas más importantes del municipio.

El programa de obras de los últimos tres años se ha dedicado, principalmente, a obras de remozamiento de parquecitos y plazas y decoración urbana, en lo que ha distraído, además con mucha corrupción y opacidad, buena parte del presupuesto municipal.

Este gobierno no heredará ninguna obra importante de infraestructura para la ciudad y el municipio en general. Y eso parece haber contado mucho a la hora de que el ciudadano de clase media y popular emitió su voto porque, al menos en las clases medias, los programas clientelares de compra de votos no funcionan.

En plena campaña electoral, la Fiscalía General del Estado tuvo que aprehender al Director de Tránsito y Vialidad Municipal, Pedro Luis Bernal, por abusos de sus agentes en contra de la ciudadanía, algo que ya se veía venir y no se quiso corregir a tiempo.

También en pleno proceso electoral subió los impuestos, cuando la pandemia del coronavirus ha golpeado severamente la economía regional y el 2021 está pronosticado como un año especialmente difícil.

Un alcalde cansado, mal humorado, poco sensible a los problemas reales del municipio y de la economía familiar, es un mal referente al momento de acudir a las urnas.

Otro error del PAN fue haber permitido que de los cuatro distritos de Torreón, tres de los candidatos a diputados se estaban tratando de reelegir, cuando tenían muy pobres argumentos para sostener que habían hecho algo por sus distritos durante su primer periodo en el Congreso del Estado; ¿por qué iban a votar nuevamente por ellos?

Para dar una idea de la repercusión del desempeño del gobierno municipal de Torreón en el proceso electoral, el primer regidor, Ignacio García, quien es además presidente del Comité Municipal del PAN, pidió permiso a su cargo para competir internamente por una diputación plurinominal. En la asamblea correspondiente obtuvo apenas 5 votos, lo que le dejó completamente fuera de la posibilidad de ser diputado por la vía plurinominal, algo que refleja el nivel de aceptación que tenía al interior de su propio partido.

El PAN fue relegado así a una tercera posición, por debajo de MORENA en la casi totalidad de los distritos, aunque en Torreón obtuvo su nivel de votación más alto en relación a este partido, pero fue superado por una proporción de más de 2 a 1 por parte del PRI. En los demás distritos del estado sencillamente se derrumbó y quedó en una posición marginal.

MORENA: UN CAOS COMO PARTIDO

En los pocos sondeos realizados antes y durante el proceso electoral, MORENA se encontraba fuertemente posicionado en la aceptación de amplios sectores de la población, pero al interior del partido se vive un caos, donde en cada distrito había hasta 11 precandidatos tratando de obtener la aprobación de un comité manejado desde la Ciudad de México.

A dos años de haber ganado la presidencia de la república, MORENA no se puede considerar, en un sentido serio, como un partido político, sino como un movimiento sin una estructura, sin comités estatales y municipales, sin un padrón formal de miembros y con una lucha interna salvaje de sus cuadros por hacerse del control.

Desde el año pasado están parada las inscripciones al partido, de tal manera que la mayoría de quienes se dicen morenistas son sólo simpatizantes o adherentes, por llamarlos de alguna manera, entre ellos muchos de los propios candidatos a diputados que compitieron el 18 de octubre.

El promedio de votación alcanzado por MORENA, en una elección con 61% de abstencionismo, fue de un promedio del 20%, menos de la mitad de lo que logró el PRI, que en promedio fue el 50% del total de la votación emitida.

En medio de su caos interno, los candidatos morenistas tenían la convicción que el solo nombre del partido y la figura de Andrés Manuel López Obrador era suficiente para obtener una votación mayoritaria. La mayoría de los candidatos tenían perfiles muy bajos, verdaderos desconocidos dentro del medio político y social. La calidad de las campañas fue baja por falta de trabajo, pero se desconoce si también por falta de recursos.

Tomando en cuenta el desorden, la falta de estructura, la división interna, pero el aprovechamiento de todos los programas clientelares que maneja López Obrador, se podía considerar que a MORENA le fue bien, pero, por lo menos en Coahuila, no tiene la penetración ni la clientela que supone su dirigencia nacional.

Al momento de votar, MORENA se ha quedado únicamente con el voto duro, con los votantes que están recibiendo algún beneficio o son incondicionales de AMLO, pase lo que pase, pero de los votantes de 2018 le han retirado su apoyo un alto porcentaje.

Hay regiones del estado donde el gobierno de López Obrador no ha tenido la sensibilidad de atender problemas muy concretos que se están enfrentando, algunos de ellos de gran importancia, como son los casos del problema de la compra de carbón por parte de la CFE en el norte del estado, el problema de la acerera AHMSA en la región centro, la pandemia de coronavirus en todo el estado y el apoyo a la reactivación industrial en la región sureste, lo mismo que en la región lagunera.

Además de no haber logrado ganar ni una sola diputación, aunque obtendrá aproximadamente 3 por la vía plurinominal, para MORENA lo más delicado en Coahuila es que estamos a casi medio año de la elección de 2021, donde se jugará mucho más que las 16 diputaciones locales, al darse la renovación de las presidencias municipales y las diputaciones federales.

¿Podrá MORENA, en tan solo seis meses componer el caos en el que vive permanentemente? Parece poco tiempo para los problemas internos tan grandes que enfrenta y la pérdida de simpatizantes que ha tenido el gobierno de López Obrador en Coahuila.

 

 

EL PRI, TRIUNFO INESPERADO

 

El principal activo del PRI en estas pasadas elecciones fue la conjunción de circunstancias adversas entre sus adversarios, el voto de castigo a los gobiernos panistas y morenistas, pero también la experiencia del tema electoral y de la operación de procesos por parte del gobernador.

Miguel Riquelme Solís, como persona, como político y como gobernante, tiene algunas cualidades que sus adversarios se han negado a reconocer: es una gente de trabajo, dedicado, es un administrador con sentido del orden (hay que recordar que es ingeniero en sistemas) y es un experto en operación de procesos electorales; de hecho, se abrió camino en el medio político trabajando electoralmente.

También es importante recordar que parte de ese aprendizaje lo motivó el hecho difícil de haber perdido su primera elección, que era precisamente como candidato a diputado local.

Otro aspecto muy importante es que, como gobernador, Riquelme Solís, consciente de lo difícil de su posición inicial, ha hecho un gobierno que no se ha confrontado con nadie, aún en los casos donde es difícil guardar la beligerancia, como ha sido el caso del alcalde de Torreón, Jorge Zermeño Infante, o algunas de las cabezas de MORENA, sólo por citar dos ejemplos.

Varios de los candidatos para las diputaciones locales no eran las personas más idóneas, y eso lo sabía el PRI perfectamente, pero la del 18 de octubre iba a ser una elección de partidos, más que una elección de candidatos por distrito, como los hechos lo demostraron.

El PRI sabía del deterioro del PAN y de que a MORENA no le alcanzaba para obtener mayoría en casi todos los distritos, aunque se tenía incertidumbre en varios de ellos, pero se lanzó a una campaña apoyándose básicamente en su estructura territorial y en la capitalización del voto de castigo en contra del PAN, lo cual le resultó bastante exitoso, más de lo que esperaba.

Una victoria así le da un nuevo aire al PRI, pero como consecuencia más importante, fortalece políticamente a Miguel Riquelme Solís para recorrer la segunda parte de su sexenio, si logra aprovechar el momento para repetirlo, al menos en buena parte, en las elecciones de 2021, que están ya a la vuelta de la esquina.

El gobierno de Coahuila atraviesa por una situación muy difícil en sus relaciones con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, al ser castigado presupuestalmente con severidad, lo que ha convertido a Riquelme Solís en una de las figuras más importantes del grupo de gobernadores federalistas, que están buscando un trato más justo en la distribución de recursos fiscales para los estados. Para ello se requiere solvencia política y la elección del 18 de octubre muestra que la tiene, al ganar tan exitosamente una elección que tuvo que vencer muchos problemas internos y externos, entre los que destaca el deterioro de la imagen del partido a nivel nacional y el índice inicial tan fuerte de rechazo al inicio del actual gobierno federal.

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