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Cerrando filas ante el centralismo

Editorial / Opinión / Opinión Principal / 2 noviembre, 2020

Editorial octubre 2020

El conflicto entre la unión de gobernadores federalistas y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha escalado ante la negativa presidencial de entablar un diálogo directo con los gobernadores y tratar de convertir el problema de la distribución de los recursos fiscales, que es técnico, en un asunto de carácter “politiquero y electorero”.

Una agrupación de 10 gobernadores que se ha ido consolidando y que presenta toda una argumentación y un recuento detallado de los presupuestos que se pretenden establecer en 2021, merece por lo menos la atención del presidente y una repuesta seria, además de una obligada negociación.

Aludir que atender personalmente a los 10 gobernadores federalistas no es posible porque tiene que cuidar “la investidura presidencial”, es una postura poco seria, como también es muy poco serio dar una argumentación plagada de descalificaciones y de falsedades jurídicas en su conferencia de prensa mañanera, que además no es el foro y el modo de abordar el problema.

La formula con la que se calcula la distribución de los recursos y participaciones a los estados data de principio de los años ochenta, así que tiene 40 años sin ser revisada a fondo, cuando la estructura económica, demográfica y social del país es completamente diferente.

Además de enviar a los gobernadores para ser atendidos por el Secretario de Hacienda, los reta a que hagan consultas populares para ver lo que opina “el pueblo”, siguiendo con esa tendencia demagógica y populista de simular decisiones populistas y hasta anticonstitucionales por medio de consultas, que se convierten en absurdas.

Para los gobernadores es fácil tomarle la palabra y preguntar a los habitantes de su estado si están de acuerdo en que el estado genere una determinada cantidad de recursos fiscales y sólo reciba de vuelta la cuarta o la quinta parte, como sucede con la mayoría de los estados que forman parte de la alianza.

López Obrador ha estirado más de lo debido el hilo del centralismo, acentuando hasta niveles insostenibles una distribución fiscal en la cual el gobierno central retiene la mayor parte de la recaudación fiscal del país, lo que ha generado el surgimiento de la alianza federalista, que es una oposición muy respetable y que no se puede manejar como se han manejado otros problemas: con autoritarismo y descalificaciones.

Lo sensato es sentarse en la mesa de negociaciones y hacer modificaciones en la distribución de recursos, volviéndola más justa y acorde a la productividad y el desarrollo de los estados, porque somos una federación de estados, no una república monárquica.

Por cierto, eso de que hay necesidad de modificar la constitución es una gran mentira. Los estados sí tienen recursos políticos y legales para exigir un cambio a la fórmula que rige la distribución de recurso y la tendencia es que se sumen más gobernadores al reclamo, lo que haría escalar aún más el conflicto, algo que en nada es bueno para el país

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Redacción




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