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¿Se debe ir FCH?

Análisis Político y Social / Opinión / Slider / 2 agosto, 2020

Por: Marcela Valles

Contrario a la costumbre presidencial del siglo XX y al igual que Vicente Fox, Calderón se ha mantenido activo opinando constante y públicamente, pero además tratando de crear estructuras políticas e influir en los procesos electorales, principalmente durante el tiempo de López Obrador.

Durante todo el periódico hegemónico del PRI en el poder, existía una máxima inquebrantable, por la cual un presidente que terminaba su periodo se retiraba de la política en activo y se dedicaba a su vida privada o a un cargo simbólico, pero desaparecía del escenario de la política.

Carlos Salinas de Gortari rompió esta máxima y trató de seguir involucrado en la vida política, lo que motivó que Ernesto Zedillo, quien era un presidente de carácter muy moderado, lo enviara al destierro, por lo cual Salinas de Gortari terminó viviendo en Irlanda, al otro lado del mundo y, durante un tiempo prolongado, lo más que se podía acercar era a Cuba, para atender asuntos de carácter personal.

Ningún pariente cercano al expresidente se mantuvo activo dentro de la política, por lo menos no en un nivel en que fuera visible.

Felipe Calderón Hinojosa, expresidente panista y ya dentro de un esquema político muy distinto del país, no sólo no se retiró de la política, sino que se involucró de manera directa en las elecciones de 2018, donde dividió a su propio partido e impuso como candidata independiente a su esposa, Margarita Zavala.

Su animadversión con Andrés Manuel López Obrador es pública y es mutua, pero lejos de impedir que López Obrador llegara a la presidencia de la república, todo indica que Felipe Calderón ayudó al tabasqueño, provocando una división al interior del PAN, que le debilitó más de lo que ya estaba.

En los últimos dos años, Felipe Calderón ha tratado de formar su propio partido político, pero la imagen que ha predominado de su gobierno no es nada favorable, al relacionársele con un periodo de violencia generalizada que ensangrentó al país, por la llamada “guerra contra el narcotráfico”.

Para su infortunio, su gobierno es reducido a esta guerra, haciendo a un lado todo lo demás, lo que no ayuda en nada a su imagen y, como consecuencia, tampoco a la de su esposa.

Existen muchos aspectos de esta “guerra contra el narcotráfico” que no han sido debidamente analizados y mucho menos investigados a fondo. Se movieron muchísimos intereses y toda una trama sucia, donde grupos políticos, gobernadores en funciones, camarillas de poder e inclusive gente de las fuerzas armadas le pusieron leña a la hoguera de la violencia, como lo demuestra el caso de los estados de Coahuila y Durango.

No se dice, por ejemplo, que para 2011 Felipe Calderón había logrado una sensible inflexión de las organizaciones del crimen organizado, pero Enrique Peña Nieto siguió, en buena medida, la misma política de Andrés Manuel López Obrador: no colocar en su agenda prioritaria la lucha en contra del crimen organizado, lo que provocó el resurgimiento de organizaciones que estaban ya debilitadas o la expansión de nuevas organizaciones que eran regionales y se obtuvieron alcance nacional, como es el caso del Cartel Jalisco Nueva Generación, CJNG.

López Obrador ha ido todavía más lejos y no sólo ha relegado el tema de la seguridad pública, sino que se ha negado a fijar una postura de Estado frente a este problema tan crítico, lo que está teniendo ya consecuencias, al darse un empoderamiento de las organizaciones criminales viejas y emergentes.

Genaro Garc“a Luna, titular de la SSP y el Presidente Felipe Calder˜n durante la inauguraci˜n del Centro de Mando de la PFP.
Eduardo miranda / procesofoto / DF
16 de junio 2008

UN RETIRO OBLIGADO

Siguiendo su enfrentamiento personal con López Obrador, Felipe Calderón se ha vuelto en el principal blanco presidencial y es, de acuerdo a la estadísticas, el personaje que más ataques ha recibido hasta ahora en las conferencias “mañaneras”; es el villano predilecto de AMLO, quien sigue en su afirmación que Felipe Calderón le robó la elección de 2006.

La animadversión ha llegado ya a niveles muy delicados, con la captura de Gerardo García Luna, el zar antidrogas del periodo de Felipe Calderón. Después de casi ocho años de radicar en Estados Unidos sin tener ningún problema, lo que abarcó todo el periodo de Peña Nieto, de pronto fue detenido con una serie de cargos graves y es procesado por la justicia norteamericana, pero sería ingenuo pensar que le darán un trato ordinario, como también es ingenuo pensar que fue aprehendido sin que el actual gobierno de López Obrador tuviera participación en el asunto.

Si las posibilidades de prosperar con su proyecto de partido político eran ya muy escasas para Felipe Calderón, su protagonismo político ha propiciado que le alcance la venganza de un presidente que parece ser especialista en el tema, pues además Calderón Hinojosa debió calcular que tenía un flanco abierto por el cual le iban a atacar.

Con toda la experiencia política que tiene, el expresidente panista debió entender que no puede, como expresidente y ya despojado del poder, enfrentarse a un presidente en funciones, porque no tiene ninguna posibilidad.

En este juego visceral, lo único que ha logrado es darle argumentos a su enemigo y hacerle daño al PAN, que es al partido que históricamente se debe, porque fue el que lo llevó a la presidencia de la república.

Si se hubiera hecho a un lado en la elección de 2018, renunciando a ese proyecto de nepotismo con su esposa Margarita Zavala, y se retira a la vida privada o a una actividad discreta y adecuada, le hubiese hecho mucho más bien a la política nacional.

Todo indica que Felipe Calderón no esta actuando con la inteligencia, sino por motivos mucho más primarios, lo que le puede meter en un laberinto donde tiene mucho que perder y nada que ganar.

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