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La autoridad moral ante el Covid-19

Editorial / Opinión / Opinión Principal / 2 agosto, 2020

Editorial julio 2020

La pandemia del COVID-19 se ha salido de control en la Comarca Lagunera, cuando se tuvo todo el tiempo necesario para contenerla y lograr una expansión moderada. Hoy no sabemos hasta dónde pueda llegar y cuántos casos y defunciones se registren en lo que resta del año.

Tenemos en apariencia dos problemas fundamentales: el bajo nivel de educación entre la mayoría de la población y, no menos importante, la falta de liderazgo moral por parte de los gobernantes locales, esto es los alcaldes que gobiernan cada municipio, singularmente tres de los cuales son médicos de profesión.

Al momento en que se presenta un problema de salud masivo entre la población, el cual requiere de adoptar medidas personales de higiene preventivas, para evitar el contagio personal y de los demás, todos esos alcaldes no tienen un liderazgo moral para influir de manera eficaz sobre sus gobernados y tampoco quieren asumir ciertos costos de adoptar medidas más enérgicas, indispensables en un alto porcentaje de los ciudadanos que requieren de una mano firme y de medidas si no duras, sí enérgicas.

Inicialmente los propios alcaldes no creen en que la pandemia puede tomar dimensiones masivas y se comportan indolentes, posteriormente, cuando el problema de la pandemia alcanza un nivel de infección comunitaria, tratan de adoptar medidas, pero no tienen la autoridad moral para lograr influir de manera contundente en los ciudadanos.

A estas alturas todavía tenemos sectores de la población que son negacionistas, esto es que siguen afirmando que la pandemia es una fantasía y un invento gubernamental. No son pocos los que utilizan el mismo dinero que les da el gobierno para organizar fiestas, o grupos de adultos mayores que organizan bailes en la Plaza de Armas de Torreón, sin tomar ninguna medida de distanciamiento y de protección, cuando todos son población vulnerable y contraer el virus puede significar la muerte o un estado de salud muy grave.

Los alcaldes no se pueden quejar de las autoridades del gobierno federal, cuyas políticas ya son bien conocidas desde el inicio del problema: negación a la aplicación de pruebas, para no gastar y para no tener que rendir estadísticas reales, manipulación política de los datos y el no acatamiento de las recomendaciones de la OMS, en buena medida por una arrogancia absurda, absolutamente irresponsable. Si AMLO fuera un ciudadano común, sería negacionista. López Gatell se ha convertido en una figura histriónica, mediática y arrogante, con un discurso plagado de incoherencia, quien, solo y no con un colegiado de respaldo, ha perdido la credibilidad.

La única alternativa es que cada alcalde, en coordinación con el gobierno estatal, asuma la situación de una manera enérgica. No se trata de ganar o perder votos, sino de contener una pandemia de proporciones mundiales que nos ha alcanzado.

Al 22 de julio, sumaban ya 6 mil 101 contagios en La Laguna y 335 fallecimientos, con una tendencia agresiva de crecimiento, uno de los índices más altos en el país, cuando se comenzó en marzo con uno de los más bajos.

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Redacción




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