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Los cárteles de la CDMX, vecinos del Palacio Nacional

Especiales / 1 julio, 2020

Por: Rodrigo Tejeda

Todo el centro histórico de la Ciudad de México vive del comercio; se vende lo más inimaginable. Si se buscan bolsas, hay que ir a cierta calle; mochilas y accesorios escolares a otra; celulares nuevos, usados y robados a otro sector.

Parado en la esquina de Tacuba y Palma, entro por un rato en el centro relojero, para comprarme un reloj deportivo de plástico, muy vistoso, hecho en China y a un precio que resulta bastante económico.

En el derredor de ese centro relojero se ubican muchos establecimientos que venden relojes usados de marcas caras: Cartier, Bulova, Longines, Raymond Wells, de todo, mezclado con algo de joyería de oro y plata.

Todo parece transcurrir con absoluta normalidad, pero gran parte de esos negocios realmente venden relojes y joyas robadas; quien no sea turista lo sabe perfectamente.

Si lo que el cliente busca es un teléfono celular usado, de modelo reciente y a buen precio, bajo su riesgo puede preguntar y recorrer unas cinco cuadras, un poco más allá de la calle de Francisco I. Madero y puede adquirir un teléfono celular robado, por la mitad de su costo. 

Así, en lo que parece todo un bullicio comercial que transcurre en apariencia de forma ordinaria, opera todo un inframundo del crimen organizado. 

Todo el centro histórico de la Ciudad de México y las colonias que lo rodean, que son de las más viejas de la capital, están bajo el control del cártel La Unión Tepito y otras organizaciones criminales que dependen de este, protegidos por políticos y mandos policiacos.

Por supuesto nadie habla nada y tampoco pasa nada, pero éste es un fin de año caliente, aún así no falta quién sí se atreve a hablar, porque está harto de la situación. Este es el caso de un hombre afable que tiene una vendimia de boinas en una de las esquinas de la calle Isabel La Católica.

“La cosa está muy caliente, patrón. La Marina le cayó a los jefes, a los que mueven todo desde Tepito y se llevaron como a cuarenta, con todo y el mugrero que tienen clavado, pero más tardaron en entrar que las gentes de Bejarano (René Bejarano, “el señor de las ligas”, pareja de Lourdes Padierna) en sacarlos, y salieron bien encabronados y la llevamos nosotros: nos subieron la cuota de piso, por eso no le puedo hacer más descuento”, comenta en tono de indignación.

RdC: ¿Ellos son los jefes?

Comerciante: Sí, ellos controlan todo el centro, ellos ponen la cuota de piso y a gente como yo, que no tengo un local propio, me dan chanza de ponerme en esta esquina y pos la verdad me va bien, pero ahora con el aumento de la cuota le tengo que pegar más duro para poder salir, ahorita es temporada, pero fuera de temporada si no bajan la cuota pos ya va a estar muy difícil que salga. Yo traigo buena mercancía; toda es china, y la consigo a buen precio.

RdC: ¿Pero controlan todo?

Comerciante: Sí, jefe, todo, nomás imagínese cuánto levantan de cuotas de piso; somos miles y miles de comerciantes, pero también controlan el robo, la venta de lo robado, el contrabando. Tienen que autorizarlo ellos y usted sabe que todo esto es contrabando, pero tienen otras cosas que ahí sí está más grueso, como la droga, los levantones y todo eso a lo que uno afortunadamente es ajeno.

RdC: ¿Se puede entrar a La Lagunilla y a Tepito?

Comerciante: Mire, la verdad ahorita a gente de fuera como usted y a cualquier gente yo le recomiendo que ahorita no se meta a La Lagunilla, porque le andan poniendo la navaja y le quitan todo lo que lleve, está muy cabrón el ambiente. A Tepito a menos que sea gente de ahí o ellos mismos lo protejan, que para gente como usted está muy peligroso. Yo le digo que ni se acerque; de todos modos, aquí en el centro va a encontrar cualquier cosa que busque.

Preguntando aquí y allá con cierta discreción, se concluye lo obvio: todo el centro histórico y todas las colonias del primer cuadro, que están en torno a Palacio Nacional, están bajo el control del cartel La Unión Tepito y sus satélites. Todo mundo que viva o trabaje en el sector lo sabe, y evita meterse en problemas, porque lo menos que se puede llevar es una golpiza, perder el negocio y, en el caso extremo, perder la vida.

De unos años para acá las cosas se han ido descomponiendo cada vez más y la presencia del crimen organizado recurre con más frecuencia a métodos más violentos.

Esta descomposición ha llegado a un nivel en el cual la pugna entre los cárteles por el control de ciertas zonas de la ciudad, terminó en un atentado para matar al Secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, quien logró salvar la vida pero recibió tres impactos de bala, en lo que es un reto abierto al gobierno de la capital y al propio estado mexicano.

El atentado fue todo un operativo perpetrado en la colonia Lomas de Chapultepec, delegación Miguel Hidalgo, una de las zonas más exclusivas de la ciudad de México y a pleno día, lo que evidencia aún más el poder de la presencia de los cárteles y la política fallida de seguridad pública.

DE ZONA ROSA A ROJA

El control del comercio en la zona del centro histórico y sus alrededores es una actividad que deja miles de millones de pesos al crimen organizado, incluyendo otras colonias y zonas cercanas, algunas de ellas a solo dos o tres cuadras de la emblemática avenida de Reforma. La representación de lo que pareciera una gran ciudad del primer mundo: se mueve todo un territorio del vicio, donde los giros cambian a la venta de todo tipo de drogas, prostitución de hombres, mujeres y menores, permisos para operar antros desde la media noche hasta el amanecer.

La “Zona Rosa”, alguna vez una zona pop para la diversión nocturna, el “ligue” y ciertas formas tradicionales de prostitución, se ha convertido en una zona roja donde se concentra principalmente clientela gay, pero con propósitos de diversión dura.

La lista de antros para bailar, pasar una noche loca de sexo y droga, beber y bailar hasta que amanezca, es larguísima: Amberes 46, Club Antifaz, Blow Bar, Malva Club, Daddy… La zona para el reventón noctámbulo se extiende ahora hacia colonias como la Roma-Condesa.

Por estas noches corre un río de alcohol, sexo y drogas, pero todo está bajo el control del crimen organizado, que surte los estupefacientes, pero también tiene el control de todo cuanto se mueve; de prostitutos, prostitutas, menores de edad de ambos sexos. Nada sucede en este medio sórdido sin que el crimen organizado lo permita y cobre por ello, con el mismo consentimiento de políticos y mandos policiacos.

La ciudad de México es un pastel gigantesco para el crimen organizado. Gobernada por la izquierda desde hace un poco más de 20 años, tanto los jefes delegacionales como el regente o gobernador, así como las alcaldías en la parte del Estado de México que conforma sectores populosísimos de esta gigantesca urbe, negaron hasta hace poco que hubiese cárteles del crimen organizado operando, pero desde el periodo de Miguel Ángel Mancera, el último del PRD, y ahora con Claudia Sheinbaum como gobernadora de Morena, la pugna entre los grupos políticos y el empuje del crimen no sólo evidenciaron que hay cárteles en la capital, sino que se ha desatado una guerra entre los mismos.

La inteligencia policial ha tenido que reconocer que operan los cárteles La Unión Tepito, Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel Nueva Generación Tepito y el Cártel de Tláhuac, el cual se ha visto más debilitado por las pugnas.

Se tienen detectadas al menos a 16 bandas de criminales que operan en toda la ciudad, pero se ha vuelto especialmente conflictiva la Delegación Cuauhtémoc, que comprende precisamente el centro histórico y sus zonas aledañas, como las colonias Santa María-Tlatelolco, Tepito-Guerrero, Juárez-San Rafael, Roma-Condesa y Obrera-Doctores, las más conocidas de un total de 33 colonias.

Todo esto sucede en el mismo centro histórico, político y económico del país, en derredor del emblemático Zócalo capitalino y del Palacio Nacional, ahora sede de la presidencia de la república.

Sucede con una fuerza policial de casi 100 mil elementos, sobre los cuales se ha ido perdiendo el control y han sido penetrados cada vez más por la corrupción y los intereses de políticos que, siniestramente, pertenecen algunos de ellos al primer círculo del nuevo poder federal.

Con la nueva gubernatura de Claudia Sheinbaum Pardo las cosas lejos de mejorar tienden a empeorar, con una fiscal capitalina, Ernestina Godoy, una persona bien intencionada pero con un perfil muy distante al de alguien de experiencia probada en los medios judiciales, las cosas se facilitan para las organizaciones del crimen organizado.

No es de extrañar que casi en cualquier antro de la “Zona Rosa” con mil quinientos pesos consigas droga para toda una noche: cocaína, metanfetaminas, cristal, mariguana, heroína y “pastas” de todos los colores y sabores, cuando en la esquina hay una patrulla con dos elementos, que beben un café del Oxxo para acortar las largas horas de la noche y esperan a que termine el turno para cobrar su cuota respectiva, porque ellos también son parte del negocio.

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Redacción




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