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Bancos y Covid-19: un servicio infame

Análisis Político y Social / 27 mayo, 2020

Por: Marcela Valles

Es la 1:30 de la tarde del 20 de mayo en la sucursal Rodríguez Triana del banco Santander en Torreón.

La temperatura a la sombra es de 37 grados centígrados y bajo el rayo del sol debe alcanzar por lo menos cuarenta grados. Pegados a la pared, tratando de resguardarse, una fila de 52 clientes, contados a dedo, soportan por horas el calor para poder ingresar al banco, donde sólo les dejan ingresar de tres en tres, ya sea para trámite en ventanilla o para ver a un ejecutivo.

Dentro del banco el espacio sobra y el aire acondicionado deja sentir la frescura del lugar. Hay una sola caja dando servicio y un solo ejecutivo atendiendo a una clienta que ya tiene por lo menos hora y media haciendo un trámite.

En esta fila nadie respeta la sana distancia, muchos no llevan cubrebocas. Entre un cliente y otro habrá una distancia no mayor de cincuenta centímetros, pero eso al guardia del banco no le interesa y lo dice abiertamente:

“No señora, lo que pase afuera del banco no es mi problema, yo no los voy a estar arriando para que guarden distancia y las órdenes de arriba es que sólo pueden entrar de tres en tres, ni uno más”, comenta con sorna mientras cierra la puerta y regresa a una silla cercana, donde se entretiene chateando en su teléfono celular, mientras espera para darle entrada a los tres siguientes.

Corre el tiempo, el calor aprieta y hay desesperación. El banco tiene cerrada la sucursal de Paseo de la Rosita, la de la Plaza de Armas, la de Boulevard Independencia, sólo parecen estar disponibles las de Rodríguez Triana y la de Colón y Escobedo.

Estamos en pleno pico de la etapa 3 de contingencia por el COVID-19, donde las autoridades sanitarias piden sólo salir a lo indispensable y no exponerse, pero los bancos parecen tener la disposición de exponer a la gente, además de tratarla de forma inhumana, al hacerla pasar de dos y hasta tres horas a la inclemencia del clima en el mes más caluroso del año.

“¿Por qué no ponen otro cajero por lo menos para atender a toda esta gente?” reclama uno de los clientes a una funcionaria que se asoma brevemente, se desconoce para qué.

“Es el servicio que le podemos dar, no hay más cajeras. Si quiere esperar; si no, regresa mañana más temprano” responde ella cortante y, antes que el cliente responda, se mete y cierra detrás de sí la puerta.

Después de pasar por lo menos dos horas bajo el sol, cerca de 15 clientes ya no alcanzaron a realizar sus trámites, porque el banco cierra a las cuatro de la tarde en punto.

La misma escena se repite en la sucursal del banco CityBanamex, ubicada en la calle Juárez, donde una fila de al menos 50 clientes esperan bajo el rayo del sol. Son las dos de la tarde con quince minutos y el calor es aún más intenso.

Algunos, como pueden, se pegan a la pared que da al estacionamiento, buscando protegerse en una breve sombra que proyecta la cornisa.

Después de esperar por casi dos horas, una señora que debe estar aproximadamente por los 60 años de edad, comienza a sentirse mareada y tiene deseos de vomitar.

Las personas cercanas la ayudan, pidiéndole al guardia que le de permiso de entrar para sentarse en una silla, mientras otra persona que la acompaña corre a la Farmacia Guadalajara de al lado a comprar una botella de agua.

Los clientes están molestos, irritados, ya a nadie parece importarle mucho lo de la sana distancia y se repite el que algunos no portan cubrebocas o, debido al calor, se lo bajan al cuello, lo que desean es que la fila avance y ser atendidos.

Unos días antes, algunos de los organismos empresariales de la región les habían solicitado a los bancos que dieran un trato más humano a la clientela y que atendieran las reglas de la contingencia, pero lejos de eso los bancos cerraron sucursales, disminuyeron el número de cajeros y de funcionarios para la prestación de un servicio que es prioritario.

Al abordar a uno de los funcionarios en la sucursal de Colón y Escobedo del banco Santander, se le cuestionó sobre el porqué de las políticas que están aplicando, amontonando gente fuera de las pocas sucursales que tenían abiertas, con menos cajas en servicio y con menos ejecutivos, a lo cual contestó, en tono molesto, que eran políticas que le marcaban “desde arriba” y ello no hacían sino acatarlas.

“Si alguien tiene quejas del servicio pues que busque dónde quejarse, porque aquí nosotros no podemos hacer nada, es lo que nos marca el sistema”, contestó ya con enfado.

Los bancos han sido, por décadas, de las empresas más beneficiadas en México por las políticas gubernamentales, al grado de aplicar tasas de interés, cobro de servicios y encajes legales que son muy superiores a los que aplican en sus países de origen, ya que la mayoría de las instituciones bancarias que operan en México son extranjeras. Aun así, la pandemia del COVID-19 pareciera no importarles en lo más mínimo, al tratar de semejante manera a su clientela.

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