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Estados Unidos contra China: El coronavirus y la teoría de la conspiración

Especiales / Especiales Principal / Slider / 14 mayo, 2020

¿El virus fue inventado o es una mutación natural?

Por: Marcela Valles

El primer ministro de Australia, Scott Morrison, declaró que la comunidad internacional debe tener acceso para poder realizar una investigación científica independiente en torno al origen del coronavirus y las circunstancias que provocaron la pandemia, infectando a más de tres millones de personas y provocando efectos devastadores en la economía internacional.

De inmediato el embajador de China en Australia, Cheng Jingye, de forma oficial, lanzó una amenaza de un posible boicot a las exportaciones de Australia a China, principalmente carne, vino y la afluencia de turismo.

Ante una respuesta tan agresiva, la Secretaría del Departamento de Relaciones Exteriores y Comercio de Australia, Frances Adamson, manifestó que la postura del gobierno australiano no cambiaría y se seguiría insistiendo en el tema.

La diplomacia china, que había calificado al primer ministro australiano como un testaferro de Estados Unidos, ha tratado de suavizar el encontronazo, pero mantiene firme su negativa a que se realicen investigaciones sobre el origen del coronavirus por parte de científicos extranjeros.

La prensa independiente china, que es poca, ha sido radicalmente censurada en torno al tema del coronavirus, sobre el que se tiene prohibido hacer cualquier tipo de investigación y publicación.

Ya anteriormente, el premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, desde España, había hecho una crítica a la dictadura china por ocultar información en torno al COVID-19. La respuesta del gobierno chino fue prohibir la venta de cualquier publicación del escritor peruano y el retiro de su obra de cualquier tipo de establecimiento y librerías. Una reacción muy agresiva y desproporcionada.

De inicio, Donald Trump ha afirmado insistentemente en el que COVID-19 fue desarrollado en un laboratorio chino, lo que ha sido ratificado por otros funcionarios de su gobierno, quienes afirman que hay pruebas abundantes de ello, pero hasta ahora no las han aportado. Éste es el caso de Mike Pompeo, Secretario de Estado estadunidense.

INVENTADO O NATURAL

La postura del gobierno chino, quien se ha opuesto terminantemente a darle acceso a investigadores internacionales y ha censurado toda información, le ha abierto paso a la teoría de la conspiración, algo que es bastante prolífico en el imaginario de la sociedad moderna, habituada a todo tipo de producciones de ficción sobre temas conspiratorios, apocalípticos y tramas siniestras donde la ciencia y la tecnología son empleadas por villanos para atacar a la humanidad, con la aparición de un héroe extraordinario que, en el filo de la navaja, salva de último momento la situación, pero ahora faltó ese elemento de la ficción: no hubo héroe y la pandemia atacó al mundo entero.

Las teorías conspiratorias sobran y van desde cuestionamientos de tipo científico, hasta una siniestra trama política por el control mundial, pasando, las más consideradas, por un grave error en la creación de armas químicas por parte de China, pero incluso la guerra comercial que enfrenta el gigante asiático con los Estados Unidos abona mucho a estas tramas conspiratorias.

Y lamentablemente hay muchos elementos y no pocos cabos sueltos que permiten desarrollar teorías conspiratorias y hacerlas creíbles.

La versión oficial de China es que el virus pasó de un animal a un humano en el mercado de animales exóticos de Wuhan, muy probablemente de un murciélago; así de simple.

La Organización Mundial de la Salud, OMS, está avalando, sin investigaciones de por medio en Wuhan y su provincia, que el virus es de origen natural, pero es inocultable que la OMS está siendo muy complaciente con China, más después de que Donald Trump le retiró todo el presupuesto que le aportaba a la OMS, molesto por los resultados de dicha organización ante la pandemia.

El mercado de animales exóticos de Wuhan fue totalmente sanitizado y limpiado químicamente, sin que se sepa si antes se realizó algún tipo de investigación, para determinar específicamente qué animal portaba el virus y, en un proceso de aparente mutación, lo pasó a un humano, lo cual es sumamente importante para cualquier investigación posterior.

El otro hecho que muchos discuten es qué estaba haciendo con las investigaciones sobre el coronavirus el Instituto de Virología de Wuhan. Hay información probada, no resultado de las fantasías en la Internet, de que dicho laboratorio estaba trabajando en el desarrollo de virus, específicamente de coronavirus en murciélagos de diferentes especies y en ciertos aspectos muy específicos relacionados sobre el comportamiento de dichos virus y su potencial de transferencia a seres humanos.

Hasta ahora no existe un informe oficial a la comunidad científica internacional sobre dichos trabajos, aunque hay la versión contraria de que la información ya ha sido proporcionada al mundo científico e incluso estudiada para el desarrollo de vacunas, por parte de países como Alemania y los propios Estados Unidos, pero se trata de la composición genómica del virus, no de su origen, algo que se podía obtener con la tecnología propia de esos países.

Otro cuestionamiento importante que no ha sido despejado es quién fue el paciente cero.

Siempre en un tono agresivo, China ha respondido a todos los cuestionamientos y a las dudas, digamos razonables, de la prensa internacional, entre ellas cómo logró que la pandemia no se propagara a la capital del país, Beijín, ni a su capital económica, Shanghái. La primera tiene una población de 21 millones 540 mil habitantes, mientras que la segunda alcanza 24 millones 280 mil habitantes.

La misma ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, tiene una población de 10 millones de habitantes y alcanzó, en números oficiales, sólo 83 mil 39 enfermos, con únicamente 3,340 fallecimientos, lo que parece demasiado poco para haber sido epicentro mundial de la pandemia, en el país más poblado del mundo, con 1,393 millones de habitantes, una cantidad inmensa potencialmente para la propagación de la infección.

Muchos medios importantes de comunicación en el mundo insisten en que los números de la pandemia en China no cuadran, e incluso todo parecía estar preparado para controlar el brote del coronavirus, de manera pronta y excepcionalmente eficiente, al grado que hoy las empresas chinas están vendiendo insumos a muchos países para el combate a la pandemia.

Sobre los cuestionamientos, China ha respondido que Estados Unidos nunca dio al mundo una explicación sobre el VIH.

Mientras las teorías de la conspiración se acumulan y van de la fantasía delirante a las dudas razonables, la versión oficial de China es la de un cliente exótico aficionado a comer animales como murciélagos, un animal que resulta no sólo incomestible sino repugnante en gran parte del mundo, o bien un perro que comía murciélagos, pero finalmente un glotón que era cliente del mercado de Wuhan desató esta pandemia que azota al mundo.

Esta explicación, simplísima, por supuesto que no llena las expectativas de un mundo tan complejo y en una era de la información, sobre el origen de una pandemia que ha trastocado la vida en todo el planeta, al menos mientras no sea creada en un sofisticado laboratorio una vacuna que tendrá que ser aplicada a toda la población mundial, en un mundo donde la industria del espectáculo difunde historial de ficción, tan espectaculares y exóticas que hacen una conspiración hasta con la sangre de Jesucristo.

Es un tanto comprensible entonces que la explicación del mercado de Wuhan, que apenas da para una anécdota, ni tan siquiera para un cuento o una historia, sea el punto de partida de un caos mundial que estamos padeciendo todos.

Es posible que una vez que pase lo más crítico, China va a tener que salir al mundo a dar una explicación científicamente más creíble y, al mismo tiempo, mucho más sofisticada, porque si no, de una manera u de otra, el mundo comprará alguna de las versiones de las teorías de la conspiración.

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