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Los Moreira, pesadilla que no termina

Análisis Político y Social / Coahuila / 30 marzo, 2020

Por: Gerardo Lozano

   ¿Qué es un cínico? Un hombre que sabe el precio de todo y no le da valor a nada.

                                                                                                                                    Oscar Wilde

Dice el dicho cotidiano que contra el cinismo no hay armas; simplemente no se puede luchar contra alguien que no cree en nada y sólo vela por sus intereses, a los cuales, como el diccionario define la palabra cinismo: los disfraza con “desvergüenza o descaro en el mentir”.

Los Moreira, más específicamente aquellos integrantes de esta familia que están dentro de la política o viven de los beneficios que éstos les otorgan, pasarán a la historia de la vida pública de Coahuila como una pesadilla, pero una pesadilla recurrente que se resiste a desaparecer; que tiene más capas que una cebolla y cuando ya crees haber terminado surge algo nuevo e inesperado.

Para contar un poco de esta pesadilla basta hurgar en la dinámica interna de este clan que, en algún momento oscuro, asaltó el poder estatal y le provocó graves daños al estado, pero, como un paciente con esquizofrenia, no sólo piensan que no hicieron mal alguno, sino por el contrario: le abonaron a la grandeza de Coahuila y lo afirman categóricamente, que es lo que asombra.

Veamos un poco de esta pesadilla que se resiste a terminar.

Rubén Moreira Valdés, el hermano mayor y exgobernador, publica en su cuenta de Twitter una fotografía de la portada de la revista Letras Libres con el título “Vientos de derecha, los partidos contra las libertades”, a lo cual añade el comentario personal: “Nos hicimos igual que ellos porque iban a votar por nosotros”.

Si es diputado plurinominal por el PRI y su esposa es la secretaria general del Comité Directivo Nacional del partido, evidentemente se está refiriendo al PRI.

A semejante comentario el sobrino, Rubén Humberto Moreira Guerrero, le contesta (no es la primera ocasión que lo hace) con el siguiente Twitter:

“Leer a Marx no lo hace de izquierda. Yo lo vi haciendo grafitis ‘patria o muerte’ donde quiera. Yo era el flaco de la guitarra, no se bien si se (sic) recuerde, caudillo-Arjona.”

Los versos pertenecen a una canción del cantautor Ricardo Arjona que hablan sobre un presidente mercenario que alguna vez fue un joven idealista. El coro dice así:  “Caudillo / Tatúate en la piel lo que prometas / que el tiempo puede hacerte un mercenario / y ser tan solo otro falso profeta. / Caudillo / de la revolución a la avaricia / hay sólo un par de pasos en la brecha / Cuidado y te resbalas por lo fácil”.

El sobrino, hijo mayor de Humberto Moreira, exgobernador, y presidente del nuevo partido local Unidos, hace sarcasmo del tío, por el cual siente una animadversión manifiesta y pública, haciendo mofa sobre los tiempos de juventud de su tío como militante y grafitero de izquierda, que ahora viste prendas de sofisticadas y muy caras marcas de ropa y accesorios.

Increíblemente los Moreira se piensan gente de izquierda y el más joven le reclama al más viejo el haber dejado de serlo, mientras que el más viejo y ya exgobernador priista y actual diputado federal también priista, delira pensando en que el PRI se hizo igual que los de derecha, lo que explica que dejaran de votar por ellos.

La animadversión del sobrino hacia el tío procede del enfrentamiento entre los dos exgobernadores: Humberto y Rubén Moreira, sólo en apariencia a raíz del asesinato de José Eduardo Moreira Rodríguez, hijo de Humberto, como una venganza personal del crimen organizado, al estilo de “ojo por ojo”, como consecuencia de lo cual la familia de Humberto odia al tío Rubén y la viuda inclusive lo maldijo y le atribuyó la responsabilidad del crimen.

¿Por qué maldecir al tío y culparlo de algo tan grave? ¿Qué hizo, que el común de los coahuilenses no sabemos, para ganarse inclusive tal maldición? La versión más creíble es que el tío Rubén aparentemente rompió el pacto con el crimen organizado y se dispuso a expulsarlo del estado a sangre y fuego, pero se ganó el odio de su hermano y de su familia.

Aquí tenemos ya dos elementos: uno surrealista y el otro de cinismo. El surrealista es que los Moreira dicen ser de izquierda, añoran supuestamente el tiempo en que lo fueron, pero hoy lucen corbatas Ferragamo y otras exquisiteces; el cinismo es que el tío se gana el odio del hermano y su familia porque rompe los aparentes pactos con el crimen organizado.

Pero aún con la lucha cainita entre Humberto y Rubén, ya como gobernador Rubén le cuidó las espaldas al hermano contra todos y contra todo, pues además el escándalo de la deuda no fue destapado hasta que pasaron las elecciones de 2011, donde Rubén vence cómodamente a sus adversarios, lo que no hubiera sido así de haberse conocido el problema de un endeudamiento por 36 mil millones de pesos que, hasta la fecha, sigue sin una explicación contable seria.

Con el apoyo de Enrique Peña Nieto, el tío “grafitero de patria o muerte y supuesto socialista” (hasta hoy parece imposible el ser socialista en una ciudad como Saltillo, menos en décadas anteriores) fue sacando como pudo su gestión como gobernador del estado.

Lo demás es bastante conocido: los escándalos de Humberto, que ha ido de uno juicio a otro y de una demanda a otra contra medios de comunicación y periodistas.

Al final Rubén dejó más deuda, documentada y no documentada, y le aparecieron empresas fantasmas, pero no enfrentó consecuencias legales y el asunto se ha ido diluyendo hasta casi perderse. El pasado 2 de marzo el Congreso del Estado le aprobó por mayoría la cuenta pública de su último año de gobierno.

La diferencia notoria entre Humberto y Rubén es que Humberto, aunque haya recuperado legalmente su filiación priista, en la práctica está fuera del partido, sigue enfrentando la crítica de los medios periodísticos, especialmente a raíz de su demanda en contra de Sergio Aguayo y está relegado de la política estatal, donde nadie quiere verse vinculado con él, lo que le ha llevado a decisiones penosas como querer ser diputado local por pequeños partidos que crea su propio hijo para quien, por razones filiales obvias, el padre sigue siendo inocente de cuanto se dice de él y un gran político, junto al cual luchan por los pobres de Coahuila.

Por su parte, Rubén movió sus relaciones con el grupo político de Enrique Peña Nieto y se instaló como diputado federal, en parte para protegerse y en parte porque considera que su carrera política no está concluida, más cuando la esposa, Carolina Viggiano, se ha colocado como la secretaria general del Comité Directivo Nacional del PRI, gracias al apoyo que recibe de Miguel Osorio Chong, jefe político del priismo del estado de Hidalgo y uno de los hombres del círculo íntimo de Enrique Peña Nieto.

A Rubén nadie lo ha acusado formalmente de nada, no tiene problemas con la prensa y tampoco litigios, además ha optado por manejarse con un perfil bajo como diputado federal y como exgobernador. No es un político popular y comparte una gran animadversión social, sobre todo en la región lagunera, pero su posición es mucho más relajada y cómoda que la de Humberto. Parece estar en espera de tiempos mejores, pero los tiempos políticos mejores pueden no llegar nunca, no se sabe.

Humberto piensa que Rubén le debe todo y Rubén que Humberto ha cometido graves errores y sigue empeñado en cometer otros.

Dicen seguir con el feo pleito entre hermanos, pero es incuestionable que sin Humberto, Rubén nunca hubiera salido de su carrera de burócrata de tercera o cuarta fila, lo que parecía ser su destino hasta que su hermano se hizo de la gubernatura del estado y la dirigencia nacional del PRI. Ssin esa sucesión nepótica de la gubernatura, Humberto hoy no estaría descansando en su residencia, por más mala imagen y desprestigio que tenga.

Humberto afirma, y se ha encargado de publicarlo en Wikipedia, “la enciclopedia libre”, que durante los cinco años que duró su gobierno, la economía de Coahuila creció a un 14% anual, dos veces lo que creció la economía China, entre otras increíbles maravillas que se pueden leer en dicho sitio que cualquier usuario puede modificar.

LA LUCHA POR LOS POBRES

En el 2017 Humberto Moreira Valdés fundó el llamado Partido Joven y se colocó en el primer lugar de la lista plurinominal para ser diputado local, haciendo cuentas fabulosas sobre su popularidad entre los sectores más populosos del estado, a una gran parte de los cuales está persuadido que sacó de la pobreza.

No sólo no gana nada el tal Partido Joven sino que pierde el registro por falta de votantes, lo que le deja en el ridículo, pero su espejo le sigue proyectando una imagen maravillosa.

Habiendo sido expulsado del PRI (el segundo presidente nacional expulsado en toda la historia del viejo partido), logra que el Tribunal Electoral de la Federación le devuelva la militancia priista, pero como dondequiera que pisaba embarraba, nadie lo quiere dentro del PRI y menos en procesos electorales.

Surge así en 2019 el Partido Unidos, encabezado por su hijo Rubén Humberto Moreira Guerrero, el cual logra presentar 6,492 afiliados de los 5,378 que necesitaba para obtener el registro oficial, condicionado a la votación que obtenga en las elecciones de este año de 2020, con la limitante de que no puede ir en coalición con ningún otro partido.

Apenas iniciando, las autoridades electorales del estado le imponen al Partido Unidos una multa de 79,677 pesos el 15 de julio de 2019, por no haber presentado los comprobantes fiscales de 26,559 pesos, correspondientes al segundo bimestre del año. Las malas costumbres con el dinero parecen un mal de familia que no tiene remedio.

Para las elecciones de este 2020, el Partido Unidos ha dejado entrever la posibilidad de lanzar a Humberto Moreira como candidato a diputado local por un distrito del sur de Saltillo, donde se ubica la población más pobre de la capital y también la de menor educación.

El extraño panismo de Saltillo, que atraviesa por otra de sus periodos cíclicos de depresión, no parece interesarle mayor cosa si Humberto se pone o no de candidato. A Morena tampoco le interesa gran cosa, porque hasta ahora no ha podido penetrar en Saltillo y, aunque parezca algo extraño en estos tiempos, el priismo pasa por buen momento en la capital del estado, por lo que tampoco parece preocuparle mayor cosa el asunto.

Para las elecciones de este año por las diputaciones locales, el Partido Unidos se ha propuesto como principal estrategia el robarle votos al PRI en los sectores populares, vendiendo, increíblemente, la idea de que Humberto Moreira hizo un gran gobierno y luchó por los más pobres, a quienes solicitan hoy su voto con dádivas, que se desconocen de donde están costeando, pues el pequeño partido recibió un subsidio de apenas algo más de un millón de pesos, para cubrir todo el proceso electoral a nivel estatal.

Después de todo lo que ha pasado parece increíble que un hijo de Humberto Moreira pretenda seguir la presencia de este clan político que tanto daño ha provocado a Coahuila.

Sería un acto de sanidad política el terminar con la pesadilla de esta mala historia de los Moreira, independientemente de partidos y de elecciones; sencillamente por salud pública.

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Redacción




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