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Inmigrantes centroamericanos por Torreón y Gómez Palacio

Coahuila / Especiales / 30 marzo, 2020

Por: Pedro Antonio Flores

Los desplazamientos migratorios que proceden de Centroamérica han sido una constante durante toda la mitad del siglo pasado y lo que va del presente, hasta que llegó a la presidencia de los Estados Unidos ese personaje siniestro de Donald Trump, que está tratando de parar el flujo de migrantes del sur hacia el norte, obligando al gobierno estadunidense a convertirse en un policía migratoria, lo que está propiciando que el acceso hacia los Estados Unidos se haya convertido en una ruta de terror, mucho más complicada de lo que ya era.

Puestos en tal situación, muchos centroamericanos que buscan el sueño norteamericano, están optando por hacer estancias en algunas ciudades del norte de México, en espera de mejores tiempos, que podrían tardar si Donald Trump se reelige como presidente.

Torreón se ha convertido para algunos centroamericanos en una especie de hostal, donde pueden vivir sin ser perseguidos por autoridades migratorias y policiacas; una ciudad que no está en la atención de las autoridades migratorias, pero aún así deben vivir como una especie de fantasmas, debido a que no poseen pasaportes, ni pueden obtener ningún tipo de documentación que les permita encontrar un trabajo formal e, inclusive, realizar una vida ordinaria.

Para apoyarse y protegerse, han establecido temporalmente algunas casas de estancia, en colonias como la Vicente Guerrero, o bien diluirse en la ciudad discretamente y salir a los cruceros a pedir la ayuda de los automovilistas.

La mayoría termina yéndose de la ciudad, no se sabe si a tratar de intentar cruzar la frontera hacia los Estados Unidos, una vez que pasa el invierno, o regresándose a su país de origen, hambrientos, desarrapados, sin una alternativa que les dé dignidad como seres humanos y les permita una forma de vida honesta.

HISTORIA DE UN MIGRANTE

Alrededor de 4 mil hondureños participaron en la caravana del pasado mes de octubre. Para ser más precisos, pisaron tierras mexicanas el día 19 de este mes del año pasado.

Un caso en especial es el del Eylin Alberto Sifonte, 31 años. Joven sudamericano de origen hondureño que trabaja en los cruceros de las calles de Torreón y Gómez Palacio.

El termómetro del centro marca 27 ° grados, pero al contacto de la piel con el sol de la ciudad de Torreón se sentía que rebasaba los 30°. Ajetreados por el sol, limpiándose el sudor, un letrero y las señas del número uno con el dedo índice y, con la mano de ingerir algo a su boca, es el ritual típico para pedir caridad a los automovilistas.

“Cuando tenía 11 años me escapé de mi casa; llevo casi tres años aquí en México. Primero llegué a Toluca, dure ahí el tiempo en que nos arreglaron un permiso para “subir” bien al norte del país. Soy de la capital de Honduras, de Tegucigalpa.

“Mi recorrido ha sido muy difícil y lastimoso; no tenía dinero ni para el autobús que me saca de mi ciudad. Tuve que salir pidiendo (dinero y “raite”). Fue de modo que llegué a la frontera de Guatemala, pero ahí fue lo mismo. Entré y salí pidiendo dinero de Guatemala.

“Ahí en breve entré a México, en tres días caminé 150 kilómetros para poder llegar a Palenque, Chiapas. En esta ciudad fue donde abordé el tren al que le llaman “La Bestia”, y ahí es donde empieza otra aventura aún más complicada.” 

Eylin comenta que la reacción de las autoridades mexicanas hacia su persona no es siempre del todo solidaria, y menos hospitalaria. Ya que en la mayoría de las ocasiones los oficiales de policía los entregan al personal de migración para que ahí mismo los deporten a su país natal.

Es cuestión de andar de suerte para que logres pasar sin más problemas por la frontera de México con Guatemala”. Usa la expresión, sin más, puesto que platica que también arriba del tren vas corriendo el mismo peligro que irte por la carretera, si no es que hasta más.

Son los miembros de las bandas más peligrosas del continente americano quienes hacen del trayecto prácticamente un verdadero viaje de terror, puesto que no sólo te amedrentan y humillan, si no también te asaltan, roban y hasta secuestran, y te ponen a trabajar de manera obligatoria.  De esa manera es como se han ido posesionando del tren. Está documentado que en este trayecto las mujeres corren un gran riesgo de ser atacadas y violadas por estas pandillas

RdC: ¿Por qué tomar esa decisión, salirte de tu casa a tan temprana edad?

EAS: Porque la situación económica es muy mala, los empleos son muy mal pagados y el presidente no hace nada, nadie hace nada. Ya se han manifestado en las calles las personas, pero no le importa, él dice que no se va. Y en cuanto a violencia e inseguridad también es muy grave. Las pandillas de allá son bien territoriales, y ahí de donde soy yo las cosas siempre están bien calientes, desde las 9 p.m. hay toque de queda ahí. Nadie puede salir, porque las pandillas si te ven después de esa hora en las calles, te secuestran y torturan porque piensan que eres de las pandillas contrarias.

Eylin comenta que en esos casos la policía se vuelve un tanto invisible y/o hasta cierto punto cómplice, pues en algunas ocasiones se observan a los oficiales uniformados conviviendo con los miembros de las pandillas, lo que da a entender o pone a pensar que están coludidos.

Nombre, ellos ni siquiera entran ahí donde yo vivo. En ´El Carrizal´, en las Lomas del Norte no entra nadie. Prácticamente es un lugar cerrado, un fuerte de pandilleros. Y en cuanto a economía también esta horrible, lo que aquí te cuesta un kilo de arroz, allá con esa misma cantidad sólo te dan un cuarto o un poco más, pero no llega ni al medio kilo. O el que quiera comer pollo o carne tiene que esperarse semanas para juntar y completarlo, eso es prácticamente darse un lujo.”

DESTINO: NORTEAMÉRICA

“Yo salí de mi casa con la mentalidad de entrar a Estados Unidos a trabajar y lo logré, pero a los pocos días de estar allá me agarraron y me encerraron 4 meses en la cárcel. A los pocos días lo volví a intentar y me dieron un año, por eso ahorita si me da miedo intentarlo y que me vayan a dar más”.

El que salió de su casa siendo un niño con precariedad, ha crecido y se ha transformado en hombre. Tal vez no sea por los años que han transformado su cuerpo, sino más bien por las circunstancias que éste ha tenido que pasar y sobrellevar: calor, frío, lluvias, hambre, discriminación, peligros, enfermedades, desesperación, angustia, preocupación, impotencia, humillaciones, secuestro, dolor, llantos.

Dice que aún no es tiempo de regresar. No sin poder llevar algo digno de regreso a su casa, a su mamá, y a sus hermanos, incluso después de todo lo que ha pasado en esos más de tres años que Eylin lleva fuera de su casa, su tierra, su gente. Aunque le da temor sigue viviendo con el sueño norteamericano, pero se resigna a pasar un tiempo en La Laguna, en espera de mejores circunstancias.

RdeC: ¿Cómo fue el trato dentro de la cárcel en los Estados Unidos?

EAS: Pues es una cárcel normal, te alimentan normal y te dan algo de ropa, pero siempre lo torturan psicológicamente a uno. Por ejemplo, te despiertan muy temprano, como a las 5:00 a.m. a desayunar, y allá hace un frío horrible, de terror. Después te sacan a las “yardas” (patio de las cárceles en E.U) sólo como 20 minutos y te vuelven a encerrar otra vez.

Como a las 11:00 a.m. te vuelven a dar comida, pero te dan muy poca, solo para que te entretengas un rato, porque como a las 4:00 p.m. empieza a sonar la tripa de nuevo, pero uno ya sabe a lo que se atiene al meterse a ese “rollo”.

Después de eso ya no ha intentado cruzar de nuevo, se ha instalado en Gómez Palacio, pero radica en Torreón, ya sea vendiendo flores o manualidades que él mismo fabrica y las ha ido aprendiendo con el tiempo y las circunstancias. Comenta que unos amigos mexicanos le prestaron una casa, y es donde está viviendo ahorita junto con una prima que tiene un hijo.

“Ahorita se nos está complicando un poco porque no tenemos trabajo y ella con su hijo se hace aún más difícil, porque lo quiere meter a la escuela, pero le piden muchos requisitos que ahora no tenemos. Por eso se pone más complicado.

“Pero aquí las personas son buena onda, no en todo el país nos ha tocado la misma suerte, pero para mí lo que es Gómez Palacio, Durango y Torreón, Coahuila son buenas personas. Aquí no me ha pasado nada malo, al contrario, las mejores cosas que me han pasado en México desde que salí de mi casa, me han pasado aquí en Torreón y Gómez”.

EL ACOSO POLICIACO EN COAHUILA

El centroamericano de 31 años expresó, que en el norte del estado es donde su vida ha corrido más peligro. Un ejemplo es Monclova y Piedras Negras, que es donde conocieron al autoritario Grupo de Armas Tácticas Especiales (GATES), quienes lo amedrentaron, robaron y secuestraron por alrededor de cuatro horas, mismas en las que lo estuvieron torturando de manera inhumana, junto con otro centroamericano proveniente de El Salvador

“También en Monclova nos fue mal; a mí me agarraron esos policías que se llaman los GATES, ellos me secuestraron por tres horas, me ponían una bolsa en la cabeza y me querían ahogar. Me echaban gas pimienta en los ojos y me golpeaban muy fuerte. Ya después me dejaron libre, pero me quitaron todo, me soltaron sin pantalón ni nada, solo en calzones.

Después de eso ya me asusté y me vine más al sur, a Gómez, donde no he tenido problemas con nadie. Claro que uno siempre tiene que portarse bien, porque si te portas mal, siempre te va a ir mal.

Por su parte, Cecilia, prima de Eylin, nos relató un poco de lo que ha sido para ella esta experiencia:

“Tengo 28 años, soy de San Pedro Sula. Me salí de mi casa como a los 18 años, junté un poco de dinero y me vine a México. Estuve ahí en Chiapas, pero tuvimos problemas y me deportaron para Honduras. Luego me volví a adentrar en México y me fui directo para el norte (E.U) hasta que me deportaron para acá. Aquí tengo algunas tres semanas, porque me enteré que aquí está mi primo, por eso me vine aquí.

“Ya ahorita por lo pronto no intentaremos cruzar, queremos establecernos un poco. Pero si tuviéramos las mismas oportunidades creo que sí pudiéramos tener una buena vida aquí, pero nos ponen muchas trabas, nos piden muchas cosas, requisitos que ahorita no tenemos como CURP, visa, pasaporte. Cuando en realidad salimos de nuestro país muy apenas y con el acta de nacimiento.

“Por eso creo que es un proceso muy difícil, por eso digo que si tuviera las oportunidades al menos yo me quedaría aquí, obtener un seguro de vida o la posibilidad de ir pagando una casa.

“Lo peor aún, es que nosotros no tenemos consulado aquí, tenemos que ir hasta San Luis Potosí a arreglar un permiso, y ahí mismo es donde se topa uno a muchos paisanos conocidos, hasta de la misma colonia de donde soy. Casi casi de los mismos que venimos huyendo”, entre risas comenta Cecilia.

Aprovechando el medio, los jóvenes centroamericanos hacen una petición a toda la ciudadanía Lagunera y del país entero:

“Sólo queremos un poco de respeto, solidaridad y humanidad. Aunque no nos ayuden, tampoco creo que sea necesario que nos insulten y discriminen. Es cierto que, por desgracia, por otras acciones de los miembros de la caravana se ha distorsionado y se piensa que todos somos iguales, pero no es así. Nosotros sí venimos con ganas de trabajar, de superarnos, de ser mejores personas, tanto para nosotros mismos como para mi hijo, como yo, o al menos nosotros”.

Torreón y Gómez Palacio no son el destino, pero si se han convertido en una región que les permite hacer una parada en su deambular en busca de una vida mejor; un lugar, como ellos mismos lo definen, hospitalario donde se puede vivir sin ser hostigados.

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