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El gremio camionero de Torreón: explotadores del servicio

Especiales / 29 enero, 2020

A casi un año del aumento a las tarifas, el servicio y la infraestructura del transporte público siguen siendo deplorables.

Por: Lauro Villegas

El 29 de enero de 2020 casi a las 8 de la mañana, en el primer cuadro del centro de Torreón un camión urbano se incendia por una falla eléctrica. El chofer vio humo saliendo del cofre y les pidió a sus ocho pasajeros que bajaran; minutos después, las llamas consumían la parte frontal. Cuando los bomberos lograron sofocarlo, el fuego ya había consumido el motor, el parabrisas, el tablero y hasta la puerta; tal vez incluso se quemó la pegatina que anunciaba los 13 pesos que debieron pagar esas 8 personas para poner su vida en riesgo. Según reportaron los medios, era un camión de la ruta Polvorera, marca Dina y modelo 1992; un vejestorio de 28 años. La imagen no podría ser una mejor alegoría de las condiciones inadmisibles en las que gobierno y gremio camionero tienen sumido al transporte urbano de Torreón. 

13 PESOS

Fue el viernes 15 de marzo de 2019. Minutos antes a través de un correo electrónico se había convocado a los medios de comunicación a los otros regidores a una sesión extraordinaria de cabildo para efectuarse a las 14:00 horas. Se había generado el misterio del por qué se convocaba de esa manera.

Un día antes se había efectuado una reunión para que los regidores a cargo de la Comisión de Vialidad y Movilidad Urbana de Torreón analizaran la propuesta presentada por concesionarios del transporte público de la ciudad sobre aumentar la tarifa de autobuses y taxis a 15 pesos y 12 pesos respectivamente. En esta reunión, quien por aquel momento fungía como encargada de autotransporte, Sandra Mijares, había presentado una contrapropuesta junto con los regidores panistas, quienes daban por un hecho el aumento. Se desató una controversia entre los miembros de la comisión y más asistentes cuando dos jóvenes estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales se hicieron presentes para alzar la voz y presentar un estudio que mostraban que lo dicho por los transportistas era falso; las voces estudiantiles, después de ser escuchadas por algunos regidores, fueron ignoradas por otros. Al día siguiente se citaba con urgencia a la sesión extraordinaria.

Fue así que aquel viernes 15 de marzo, Jorge Zermeño Infante propuso una tarifa de 13 pesos para el autobús y un banderazo de 10 pesos en los taxis, la cual fue aprobada entre disputas. El primer regidor de la bancada panista, Ignacio García, se abstuvo de votar debido a que es un concesionario del transporte.

La tarifa aumentó. Sin embargo, Roberto Serna y José Ángel Cuellar, concesionarios, manifestaron que este aumento no les ayudaba en nada y que con ello no podrían modernizar por completo los más de 500 camiones que existen en circulación en la ciudad.

Ante esto, la polémica volvió a desatarse, ya que los concesionarios se limitaron a comentar que serían tan solo 100 autobuses los que se modernizarían, provocando que más de 400 unidades siguieran circulando en muy malas condiciones.

Sin embargo, esta “modernización” puso de nueva cuenta sobre la mesa dos cosas: que las unidades ya tenían más de 10, o hasta 20, años de servicio en las calles de la ciudad y, por otro lado, que las renovaciones del transporte habían sido llevadas durante administraciones panistas, la última efectuada por el entonces panista José Ángel Pérez Hernández.

La tarde del viernes 22 de marzo, cuando la protesta estudiantil de aproximadamente 400 personas, estudiantes en su mayoría, llegó a la presidencia municipal para exigir una tarifa congruente a la calidad del servicio y el poder adquisitivo local, se encontró con un edificio vacío y atrancado, pues por una enorme coincidencia justo ese día se había ordenado la evacuación del predio, argumentando presuntas medidas de mantenimiento. La opinión pública fue que, con tal de evadir encarar la inconformidad ciudadana, Jorge Zermeño fue capaz de evacuar a más de 600 funcionarios municipales y dar por terminado el día laboral a las 2 de la tarde.

LA “MODERNIZACIÓN” DE 2006

En 2006, el alcalde José Ángel Pérez Hernández dio aviso a través de un desplegado por el periódico de mayor circulación, que durante los días 20 y 21 de julio se anunciaría el nuevo proyecto de renovación del transporte urbano, situación que molestó en demasía a los concesionarios del transporte público, asegurando que no asistirían.

Fue Zenón Gamboa Fernández, representante de este grupo que integra al 90 por ciento de las organizaciones transportistas urbanas, quien en aquel entonces aseguró que les molestaba que no fueran requeridos para este proyecto y jamás fueran escuchados, por lo que optarían por no asistir, además de vislumbrar un rotundo fracaso en el proyecto de modernización.

Finalmente hace 12 años, en 2007, José Ángel Pérez inició un proceso de modernización del transporte que hoy queda sólo en recuerdo. Supuestamente adquiriendo más de 400 camiones de los modelos nuevos más económicos, con un costo de 1.2 millones de pesos cada uno e introduciendo el sistema de prepago, que a veces los propios conductores saboteaban para seguir cobrando en efectivo. Hoy, muchos de esos camiones son material de deshuesadero y el uso de la tarjeta no está generalizado.

Aunque se dijo que fueron 400 los que se renovaron en 2007, hoy aparecen circulando muchos vehículos que tienen 20 o más años en circulación, lo que evidencia que se mintió entonces sobre la cantidad real de camiones nuevos, incluso a muchos de ellos sólo se les cambió la carcasa para cubrir las apariencias, pero una parte de los concesionarios ni eso hizo.

Ante esto, Jorge Zermeño, actual alcalde de Torreón, autorizó el aumentó en la tarifa, pero sin negociar nada a cambio, ni la renovación de las unidades, que era obligada, de la cuales sólo 100 fueron supuestamente renovadas el pasado mes de julio, lo que sigue ocasionando graves problemas para la ciudadanía, quien exige cada vez más un servicio de transporte de calidad.

Por lo tanto, está por cumplirse un año de la autorización en el aumento del autobús y la ciudadanía no ve mejora alguna, declarando que se siguen sin respetar a los usuarios de tarjetas de prepago, así como a personas de la tercera edad; los choferes tienen mal aspecto, las unidades están sumamente descuidadas o maltratadas, y los recorridos establecidos no se completan o bien los autobuses demoran demasiado. Por esto, la interrogante de una nueva modernización parece responderse con un rotundo fracaso y un auténtico reto por parte de los concesionarios al gobierno municipal.

Pero ante esto surge otro problema que les quita el sueño a los transportistas, quienes en sus palabras poseen concesiones que hoy en día no son negocio, ya que aseguran que por camión, en la ciudad de Torreón, mueven 384 usuarios diarios, lo que se convierte en un ingreso mensual de 104 mil pesos; no obstante, los costos de operación, combustible e insumos totalizan 143 mil pesos cada mes, por lo que al final quedan con un déficit de 39 mil pesos.

Esta versión es totalmente increíble y un argumento que se maneja desde hace por lo menos treinta años. De ser cierto, el transporte público ya hubiera desaparecido, pero es un postura viciosa para justificar el no renovar unidades y explotar camiones que tienen circulando hasta dos décadas

Asimismo, denuncian que la modernización en el sistema de movilidad los afectará, pues aseguran que el proyecto del Metrobús les impactará de manera negativa en su negocio, ya que la mayoría de las líneas tienen como flujo el bulevar Revolución, vía troncal por la cual circulará en su primera etapa este nuevo sistema de transporte, que se presume entrará en funciones este año, según las autoridades estatales.

Ante esto, Gerardo Berlanga Gotés, Secretario de Movilidad Urbana y Transporte del Estado de Coahuila, manifestó el pasado mes de agosto que los concesionarios del transporte de Torreón pasarán a ser accionistas del Metrobús, por lo que ellos tendrán injerencia en las decisiones medulares.

 “Lo que es un hecho es que los concesionarios se convertirán en accionistas del Metrobús y serán ellos quienes marquen la pauta del crecimiento en el servicio de acuerdo a la demanda de la población”, destacó.

Pero, qué opina la gente sobre las condiciones que imperan actualmente en el transporte urbano, así como el tema del Metrobús.

“Es un sistema de transporte con muchas fallas; yo fui víctima de un chófer imprudente. Iba rumbo a mi trabajo y al momento de bajar el conductor me cerró la puerta golpeando mi pierna izquierda, en ese momento caí en la parte de los escalones, sin embargo sentía que no podía levantarme y ‘el mosca’ fue quien me ayudó a bajar, sin embargo ya no pude volver a caminar de buena manera pues por el golpe sufrí desprendimiento de ligamento de la rodilla. Jamás anoté el número de camión mucho menos el de concesión.”

Eso manifestó Juana Estrada, quien para llegar a su trabajo usaba cuatro camiones al día, un Ruta Sur Panteones para llegar al centro y un Jacarandas para llegar a su lugar de trabajo, situación por la cual, desde aquel noviembre de 2012, ya su vida no fue la misma.

“Regularmente los choferes se enojan cuando pagas con tarjeta, algunos te reconocen y no te levantan, mientras que otros al ver que pagarás de esa forma, frenan impulsivamente el camión o al momento de bajar te dejan después de tu parada o no se detienen del todo; eso es algo que todos los estudiante debemos pasar día con día”, comentó Jonathan, quien a lo largo de su vida como estudiante manifiesta que son varias ocasiones en las cuales los choferes se portan de mala manera con los estudiantes, y más aún cuando algunos siguen poniendo música a alto volumen, a pesar de que esto ya está prohibido.

En un punto de la Juárez en el primer cuadro del centro, cerca de las 6 de la tarde Elena esperaba la ruta Fovissste/Federal 8 de un Campo Alianza, a la que no recurría hacía meses pero que había utilizado por varios años. Luego de cuarenta minutos de espera, decide preguntarle a un chofer de otra ruta si la que ella espera tardará mucho. “No, ahorita el Fovissste ya no pasa”, responde el conductor desde su asiento entre las luces coloridas que adornan el interior de su autobús, “de ése nomás anda uno circulando y se guarda bien temprano”.

Sobre los taxis, Andrea, una joven usuaria del transporte público, expresó: “No te sientes segura, al menos yo no me siento segura. Algunos manejan con lentes oscuros, las unidades en mal estado y sientes cómo te van viendo por el espejo retrovisor, y qué decir de la forma en que se visten o de que mientras manejan van hablando por teléfono, eso aunado a la forma de conducir. Algunos por ejemplo ahora por fechas navideñas te cobran la tarifa que ellos quieren y se reservan el entrar a algunas colonias; por eso y más, si puedo usar Uber, mucho mejor, porque ellos no entienden que si dieran mejor servicio, los preferiríamos”.

El transporte público de Torreón tiene serios problemas, pero tiene también al primer regidor del ayuntamiento, Ignacio García, como su principal protector y cabildero.

Las quejas de la ciudadanía van desde las condiciones de las unidades hasta el trato por parte de los conductores.

De acuerdo al informe oficial del Tribunal de Justicia Municipal, que se puede encontrar en su portal, al mes de noviembre se registraron 341 unidades del transporte público que tuvieron algún tipo de accidente vial, superando las 337 que se registraron en todo el 2018, mientras que fueron precisamente los taxistas en donde la cifra de involucrados en accidentes aumentó, llegando a 282 en el mes de noviembre del 2019, por 246 que se registraron en todo el año 2018.

En cuanto a accidentes con autobuses de transporte público hubo una disminución de 32, yendo de 91 a 59; en este último fue de igual forma octubre el que tuvo más percances con personas al volante de un autobús, en tanto que la cantidad de personas lesionadas como consecuencia de uno aumentó un 14.92 por ciento; en contraste, la cantidad de fallecidos se redujo casi a la mitad, pasando de 30 a 19, lo que sigue siendo una cifra sumamente considerable.

Ante el tema del transporte público, el gobierno municipal sigue dejando muchas preguntas y dudas sobre su compromiso con la ciudadanía, ya que las quejas se presentan cada vez más, todo esto a pesar de las campañas de concientización; resultan claras las nulas políticas de modernización de este servicio tan esencial para la población de más bajos recursos económicos del municipio.

Ignacio García, primer regidor y consecionario de transporte.

Sólo bajo presión, el gobierno municipal que preside Jorge Zermeño tendrá que entrar a la remodelación de todo el servicio, debido a la entrada en operación de la primera ruta troncal del nuevo metrobús, una obra a la que se ha negado invertir un solo peso del presupuesto municipal, ni en 2018, ni ahora en 2019 al transcurrir el primer año del segundo gobierno. Tampoco ha sido presupuestado recurso alguno dentro del proyecto de egresos de 2020.

Para tener un referente comparativo, en la ciudad de México el nuevo sistema de metrobús, que emplea camiones de tipo inglés (en color rojo, de dos pisos, con clima, área de discapacitados, sujetadores, rampas, cámaras de video, pantallas de información y pago con tarjeta por medio electrónico en cada una de las unidades) tiene un costo de únicamente 6 pesos, menos de la mitad de lo que cuesta el servicio de un camión destartalado en la zona conurbada de La Laguna.

También en la ciudad de México, ha sido renovado, después de muchísimos años de abandono y pese a la protesta de las organizaciones ambientalistas, el viejo trolebús, que alguna vez existió también en Torreón, con la introducción de unidades nuevas y el mismo costo de tan solo 6 pesos.

Un camión de los empleados en los sistemas de metrobús tiene una capacidad hasta para 100 pasajeros, el doble de un autobús ordinario, gasta el mismo combustible y se mantiene igual el sueldo de los choferes, por lo cual el costo por cada usuario transportado disminuye notoriamente, pero los concesionarios ya están proponiendo un incremento de tarifas para los usuarios, argumentando que “no es negocio” y están perdiendo dinero: una postura de cinismo que llevan manejando por décadas y que parece estar amparada por políticas gubernamentales no escritas.

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