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Graduarse al desempleo: la oferta universitaria descontextualizada

Análisis Político y Social / Opinión / Slider / 1 diciembre, 2019

Por: Lauro Domínguez

En la Laguna como en el país, las universidades públicas y privadas ofrecen carreras que les resultan rentables, antes de reparar en la demanda del mercado laboral y las necesidades del desarrollo nacional.

En teoría vivimos en una economía de libre comercio, sujeta a la ley de la oferta y la demanda. Si la oferta o la cantidad de un producto crecen en el mercado, el precio baja; si la oferta baja y la demanda sube, el precio aumenta.

Bajo esta lógica el oro es caro porque es muy escaso y muy alta su demanda, mientras que los diamantes son aún más escasos y, aunque no sirvan para casi nada, su escasez los vuelve exóticos y carísimos porque hay un grupo de muy altos ingresos que los demanda. Lo mismo debería ocurrir con todos los demás productos y servicios pero, como dijimos, esta ley de la oferta y la demanda rige el libre comercio; no obstante, aún dentro de este sistema se debe propiciar un cierto equilibrio para evitar que un producto tenga tanta oferta que su precio se vaya al piso o bien, se vuelva tan escaso que su precio sea altísimo.

¿Qué sucede con el caso de los servicios educativos de nivel universitario que se están comportando de una manera ilógica y sumamente desordenada?

Hace ya más de una década que en la región lagunera había poco más de 20 instituciones que ofrecían estudios universitarios, pero hoy solamente en Torreón hay más de 40 universidades públicas y privadas, lo que ha comenzado a generar una sobreoferta de ciertas carreras profesionales, lo cual se desfasa de la demanda de la economía y de las diferentes instituciones empleadoras, provocando el desempleo y subempleo de miles de jóvenes graduados.

Ante esta enorme oferta de licenciaturas como leyes, contaduría, administración, mercadotecnia, ciencias de la comunicación, entre otras, los sueldos de los nuevos profesionistas se han desplomado, pero todavía más: el incremento en la cantidad de universitarios va a la par de una disminución drástica de la calidad de los estudios que se ofrecen.

La ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior) tiene décadas operando, pero ha mostrado ser de muy poca utilidad en algunos temas capitales como lo son la calidad de los estudios universitarios y la indispensable planeación.

Esta asociación, que gozó en su mejor momento de cierto prestigio, se ha vuelto más bien una membresía que aporta información, pero no alienta análisis de mayor fondo y mucho menos fomenta la autocrítica entre sus afiliados, lo que la ha convertido en un instrumento más bien decorativo.

Es evidente que no hubo una visión de futuro, como también es evidente que el estado, con el propósito de quitarse presión y alentar la
política de que toda persona debe aspirar a convertirse en licenciada, ha manejado una manga anchísima en sus políticas de reconocimiento y validación de estudios universitarios, lo que nos ha llevado a la actual situación, donde la mayor tasa de desempleo se da entre jóvenes con estudios de bachillerato general y licenciaturas.

Siguiendo el modelo establecido a partir de la UNAM, donde se considera que la universidad debe ser una institución autónoma, independiente del estado (aunque casi cada peso que gasta sea aportado a través del estado), todas las universidades públicas se volvieron autónomas, pero luego la autonomía se transfirió a las universidades privadas que inicialmente eran pocas pero que han ido proliferando aceleradamente.

La autonomía, en principio, se supone que debería estar sustentada en la búsqueda de libertad académica y en general libertad de pensamiento, frente a un estado autoritario que no aceptaba el pensamiento crítico de izquierda o más específicamente, el pensamiento marxista-leninista que fomentaba un reducido grupo de intelectuales después de la revolución mexicana y, posteriormente, a raíz de la “primavera de Praga” que en los años sesenta llega a México, vía el movimiento juvenil iniciado en París y que culmina en 1968,
debido en buena medida a la atención mundial que despertó la olimpiada “México 68” y posteriormente el mundial de futbol “México 70”.

El estado se convierte así, para la mentalidad de la izquierda que se expande a casi todo el sistema de educación universitaria del país, en un ente represor que debe sacar su nariz de la institución universitaria, aunque, contradictoriamente, son precisamente las universidades públicas los semilleros que nutren al estado de su burocracia media y alta.

UNA OFERTA IRRESPONSABLE

Este año se cumplieron 51 años del movimiento del 68 y las circunstancias no podían ser más contradictorias dentro del sistema de educación superior del país.

Con la honrosa excepción de ciertas instituciones universitarias públicas y de ciertas carreras, como la de medicina, por citar una de esas pocas, la universidad pública ofrece estudios básicamente a los medios sociales de clase media baja y baja, mientras que el grueso de las clases media y alta envía a sus hijos a las universidades privadas, que representan una variedad casi incontable.

Ser profesionista en el México de los años cincuenta, sesenta y setenta era el camino más eficaz y seguro de ascenso social. Esto ha cambiado de manera drástica debido, en buena medida, a esa ausencia de planeación en la oferta de estudios universitarios.

¿En qué bases sustenta una universidad pública o privada el diseño y el lanzamiento de una determinada carrera universitaria?

La toma de decisiones, que se realiza desde un escritorio, es preocupante. Contra lo esperado, no se realiza ningún estudio de campo, tampoco una investigación de carácter académico y una medición del estado de la oferta y la demanda de cada carrera dentro de la economía regional y estatal. Sencillamente, se oferta como una opción para una demanda potencial de aspirantes. De darse dicha demanda, la cual no pasa por un filtro de selección, salvo en muy pocas carreras, se abre y comienza a funcionar así, sin más.

Lo anterior propicia que en la región lagunera, con apenas un poco más de un millón de habitantes, al menos seis universidades ofrezcan la carrera de Ciencias de la Comunicación, cuando la demanda de esta carrera es muy, muy reducida. Es asunto ocasional que el sector de los medios de comunicación y de las empresas oferte puestos de trabajo para esta carrera, siendo la mayoría de quienes egresan mujeres que van al subempleo o sencillamente no ejercen la carrera que estudiaron.

NADIE PONE ORDEN

En enero de 2018, Revista de Coahuila entrevistó a Ángel Pineda Castro, abogado y Jefe de Asuntos Académicos de la Unidad Torreón de la UA de C, quien aborda la problemática de la oferta y la demanda de estudios universitarios en la región lagunera.

Cuestionado al respecto, Pineda Castro reconoce que evidentemente existe un problema muy importante de planeación y, la UA de C está haciendo algunos esfuerzos y tomando algunas medidas para atender este problema; no obstante, reconoce que las medidas no son suficientes y el estado debería intervenir para establecer una normatividad más específica y más eficaz al respecto.

“Nosotros como universidad, comenta, a través del Departamento de Vinculación Universitaria le damos seguimiento a los egresados de la universidad y Saltillo me reporta el dato de que entre un 60 y un 65% de los egresados están ubicados en un puesto de trabajo, pero se desconoce qué pasa con el otro 40%.

“Tenemos en Torreón facultades muy grandes como la FECA que, de acuerdo a los últimos datos, tiene entre 2,800 y 3,000 alumnos distribuidos en tres carreras: contador público, licenciado en administración de empresas y licenciado en comercio exterior. Es, con mucho, la facultad más grande de la unidad, pero tenemos escuelas y facultades mucho más chicas, bastante más chicas”, añade.

RdC: Ahora que mencionas a la FECA, creo que es el mejor ejemplo de la sobreoferta que estábamos comentando, si tomamos en cuenta que tiene tres mil alumnos y que deben de egresar alrededor de 700 alumnos por año en carreras como contaduría y administración de empresas que están completamente saturadas. Existen por lo menos diez universidades en la región que ofrecen esas mismas carreras.

APC: Sí, es cierto, se da este caso, pero lo pondría también como referencia el caso de medicina, que tiene una población de 515 alumnos; no existe una segunda vuelta para poder ingresar. Este año se presentaron como aspirantes 1,273 alumnos y únicamente ingresan entre 100 y 115, no más. La carrera sólo la ofrecemos nosotros y la UJED en la parte de Durango.

RdC: Parece de los pocos casos donde se da un proceso más riguroso y se cuida realmente la oferta y la demanda, no sé si por tener características más especiales.

APC: En el caso de medicina se tiene que garantizar a los alumnos el sexto año, que es de servicio social y el séptimo, que es de prácticas o
internado, como le llaman. Es algo obligatorio y esto tiene mucho que ver con ese control estricto que se tiene del número de alumnos que pueden ser aceptados.

¿Qué hacer para regular la demanda de ciertas carreras universitarias y tenerla en sintonía con las necesidades de la economía y de las
instituciones empleadoras? Ángel Pineda comenta al respecto que la UA de C aplica un examen general en todas sus carreras, salvo en el caso de medicina, donde además se aplica un segundo examen de conocimiento, lo que hace más rigurosa la selección, pero en todas sus preparatorias están aplicando más a fondo los programas de orientación vocacional y las visitas a empresas e instituciones, para lograr que el bachiller pueda decidir mejor qué estudiar y dónde tiene posibilidades de desarrollarse.

“Desde el año 2000 la universidad está cambiando la norma y está emigrando, buscando la aplicación de un examen único del CONEVAL y un examen de perfil. Tenemos situaciones, que yo considero lamentables, como la de los CETIS, que son preparatorias técnicas donde se ha eliminado de la enseñanza el área de humanidades, lo que limita mucho a los alumnos para poder tener acceso o desarrollarse exitosamente en ciertas carreras.

“En mi caso personal yo soy abogado y soy maestro en la Facultad de Derecho, ahí puedo observar que estos alumnos que no recibieron una formación en humanidades no tienen hábitos de lectura, no pueden redactar y tienen limitaciones para expresarse con fluidez y eso es básico en la profesión de abogado”, refiere.

RdC: Ustedes como universidad son los líderes en la región y en el estado, pues sólo la Unidad Torreón tiene más de 12 mil alumnos, por lo que pueden marcar pauta en esto de una mejor planificación de la oferta de estudios universitarios.

APC: Bueno, creo que sí tenemos el liderazgo en cuanto a cubertura, pero creo que es el estado el que puede hacer mucho en todo el sistema educativo de nivel medio y superior, pero contra lo que podría pensarse, también tenemos carreras que tienen cada año un número de aspirantes bajo, como comercio con 60, mercadotecnia 30 o psicología 80. Está el caso de sociología, que es una licenciatura de la Facultad de Estudios Políticos y Sociales, en la que se presentan apenas 25 aspirantes para un cupo que puede ser de 20 o más, por lo que se está considerando replantearla.

El equipo de robótica preparatoriano del Colegio Cervantes de Torreón, obtuvo en octubre el “Premio Dr. Mae Jemison a la Unidad Internacional” representando a México en el FIRST Global Challenge, en Dubai.

En los últimos años, la mayor inversión de los gobiernos estatales en Coahuila se ha orientado hacia la creación de universidades y bachilleratos tecnológicos, pero por otra parte en el sector privado han surgido una gran cantidad de instituciones que siguen dentro de un esquema tradicional: ofertando carreras que ya están saturadas, aceptando a todos los aspirantes y atendiendo básicamente a un criterios de negocios.

Hay casos, como el del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, ITESM, Campus Laguna, que es la universidad más costosa de la región y la que tiene el presupuesto per cápita más alto, debido a los grandes subsidios que recibe del sector empresarial y a lo elevado de sus colegiaturas. Aunque se denomina tecnológico, su programa de ciencia y tecnología es demasiado pobre, muy por debajo inclusive de instituciones públicas con ingresos mucho menores y pocas relaciones empresariales.

En 2016, el equipo de robótica del ITESM CL, en el nivel de bachilleres, hizo muy buen trabajo; ganó el nacional y fue a competencias internacionales, pero el equipo de alumnos no contaba ni tan siquiera con un taller adecuado para diseñar y armar el robot requerido para la competencia. El programa de ingenierías de la sede local de esta universidad no cuenta ni con la infraestructura académica ni las instalaciones para ofrecer un nivel de competencia elevado, lo que contrasta con los costos de las colegiaturas, que pueden superar los 100 mil pesos por semestre. En los últimos años este programa de robótica del ITESM CL ha dejado de ser un referente local, viéndose ampliamente superado por los avances y logros internacionales del equipo preparatoriano del Colegio Cervantes de Torreón, cuyos miembros recientemente obtuvieron una medalla de oro representando a México en el FIRST Global Challenge, con el “Premio Dr. Mae Jemison a la Unidad Internacional”.

Universidades privadas, como la Iberoamericana, Campus Torreón, tiene también un programa pobre de ingenierías y carreras de innovación tecnológica. Por citar un ejemplo, en ingenierías básicas como la de Ingeniero Mecánico y de Materiales, cuenta en su primer grado con tan solo ocho alumnos, pero en general la institución no cuenta con instalaciones de apoyo para el área de ingenierías, y el costo de las colegiaturas tampoco es algo fácilmente asequible.

EL MUNDO CAMBIA ACELERADAMENTE

La economía cambia y está migrando cada vez más al área de servicios de tecnología, como la informática y los sistemas electrónicos, las tecnologías de punta en producción y manufacturas en general, la biotecnología, las ciencias médicas de avanzada, como la genética, la robótica y otras áreas.

Ante esto, lejos de orientar su sistema de educación media y superior a los cambios internacionales que se están experimentando, las universidades se siguen apegando a un modelo tradicional, con carreras cuyo diseño data de hace medio siglo, en áreas que resultan más rentables y fáciles de cubrir en su planta docente, y con diseños curriculares que tienen poco que ver con las necesidades de la economía y de una sociedad cada vez más cambiante.

La consecuencia más importante es el distanciamiento crítico entre la formación de profesionistas y técnicos con respecto a un modelo de desarrollo del país, que esté acorde a las tendencias internacionales.

Durante los 20 años que estuvo en vigencia el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá, México pudo alcanzar un desarrollo tecnológico semejante al de muchos países desarrollados, por la presencia de todas las empresas internacionales que se instalaron y trajeron consigo tecnologías de punta que son operadas por trabajadores y empleados mexicanos.

En países como Estados Unidos, las principales universidades son semilleros de micro y pequeñas empresas que han desarrollado nuevas tecnologías y varias se han convertido en enormes consorcios, como sucede en el norte de California con Silicón Valley.

En humanidades también se ha dado una fuerte pérdida de la calidad de los estudios tanto al nivel de las universidades públicas y privadas, si se le compara con lo que se tenía en la primera parte del siglo pasado.

Las artes no son la excepción. México debería tener una de las más importantes industrias cinematográficas del mundo, si partimos de su posición en el siglo pasado, pero hoy esta industria es poco menos que marginal con respecto al cine norteamericano, que domina todo el mercado de habla hispana y latinoamericano.

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Redacción




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