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El Bodegón #338 – Noviembre 2019

El Bodegón / Opinión / 1 diciembre, 2019

Nepotismo, opacidad y apatía: otra vez la receta de Zermeño

¡Al junior no me lo toquen!

Ahora sí los funcionarios policiacos y de tránsito del gobierno de Jorge Zermeño hicieron el oso del año, otorgado por la Asociación Internacional sobre la Torpeza, con sede en el edificio más grandote de la Plaza Mayor.

Como ya es más que conocido, el junior Primo Emmanuel, de 23 años el primor de muchacho, hijo nada menos que del director de policía de Torreón, el veleidoso Primo Francisco García Cervantes, fue retenido a las dos de la mañana en el boulevard Saltillo 400 y se negó a soplarle al alcoholímetro, porque a él le hacían lo que el viento a Juárez.

También les presumió que es el orgullo del nepotismo de su papi y es, no faltaba más, secretario particular del Tribunal de Justicia Municipal, con un modesto sueldito de 18 mil pesillos más prestaciones.

A los gorilas, perdón, puntuales agentes de tránsito, les valió y lo sometieron a punta de cachetada limpia, pasando luego a aplicarle la filomena, el torniquete y la urracarrana, todas ellas bonitas suertes del pancracio nacional.

Se estaban dando gusto los gori-agentes cuando el junior le habló a su papi y en menos de lo que salta una liebre, llegaron hasta el lugar un grupo de agentes de la policía municipal, quienes cargaron, por supuesto también de fea manera, con los cuatro agentes, internándolos en la cárcel municipal, de los cuales solo liberaron posteriormente a dos y dejaron a otros dos para una supuesta investigación.

El junior se quejaba de que le habían pegado aquí, allá y más acá y amenazaba con presentar cargos por los daños sufridos a su tierna humanidad.

Como en el círculo de amigotes del honorabilísimo alcalde don Jorge Zermeño e Infante, mozo juvenil y de alegre carácter, hay jerarquía, el gorila mayor, don Pedro Luis Bernal, tuvo que toser hacia dentro y sólo atinó a decir que él esperaba a que las autoridades determinaran lo procedente.


Ni a cuál irle, la neta

Y este enredo embarra por donde se le pise. Si el junior no iba alcoholizado y fue tundido por los agentes gorilezcos de tránsito, el hecho demuestra, con un ejemplo regocijante, que son prepotentes y que se pasan la ley por el arco triunfal, amparados por la oscuridad de la madrugada.

¿Si eso le hacen al hijo de papi director de policía que no le harán a cualquier hijo de vecino?

Pero si resulta que el junior iba más pedro que don Domec, entones la cosa está igual de peor, porque demuestra, de alegre manera, que la policía municipal está para proteger los desmanes de los juniores del honorable gobierno municipal de Torreón.

Con otra gracia: cada que se le rasca a un funcionario municipal de primer nivel resulta que tiene a la parentela en la nómina, en cargos medio fantasmales pero con sueldos que ya los quisiera Obama.

Para puras vergüenzas no ganan quienes siguen tratando de defender la idea de que el actual gobierno municipal que acaudilla Zermeño Infante es una chulada y no, como todo indica, un gobiernito más donde los únicos ganones son la familia del propio alcalde y su círculo de intocables amigazos y funcionarios municipales.


Un DIF deshumanizado

En un asunto muy delicado, como fue el entierro del niño Esaú Pérez, quien falleció como consecuencia del terrible atropellamiento que sufrió junto con su pequeña prima Yoselín, el DIF municipal, que precisamente está para atender a la infancia y la familia, se vio mal, muy mal, cuando sólo dejó el féretro del menor en el peor de los panteones públicos y se desaparecieron, pues la tumba no estaba ni siquiera terminada y el menor había sido colocado en un ataúd para adulto.

Ninguna de la tribu de funcionarias del DIF, que cobran unos sueldos de ejecutivas, se hizo cargo del asunto hasta su buen final. Pedir que la primera dama del municipio, Astrid Casale, le entrara a ese toro era muchísimo, porque no se trata de algún evento pomadoso de la alta sociedad, sino una desgracia de una muy humilde familia del más olvidado de los sectores habitacionales de la ciudad, pero provocada por la imprudencia de un agente de la mismísima policía municipal. A ver si cuando se les ofrezca el voto si se paran por ahí.

Por nuestra parte, como medio periodístico, damos nuestro más sentido pésame a la familia Pérez y esperamos que tengan pronta justicia y paz.


¡Que no saben cuánto costó!

Cuando los preguntones reporteros tratan de investigar cuánto costó la remodelación de la Casa Mudéjar, resulta que nadie sabe, nadie supo y se lanzan la pelotita unos a otros. Hay quien dice que dos millones, otros que tres, otros que quién sabe.

Tampoco se sabe cómo la equiparán y cuánto va a costar eso del “centro literario”, pero por lo pronto el faccioso propagandista del gobierno municipal, el señor Zamarrón, ya le comenzó a meter publicidad con alegría, como si se tratara de la obra magna del cierre del 2019, en vísperas de un informe anual que va a estar muy pobretón si se toma en cuenta todo lo que nos sacan a los pobres contribuyentes.

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Redacción




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