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Casa Mudéjar ¿Y ahora qué hacemos?

Análisis Político y Social / 29 noviembre, 2019

Por: Marcela Valles

En asuntos de planeación del gasto público, nuestros políticos parecen incorregibles; lo mismo los políticos tradicionales que se gastaban el dinero sin control, sin estrategias de rendimiento y sin una planeación adecuada, que los recién aparecidos de la cuarta transformación, que siguen la política de aquel ranchero, que engordaba a su vaca consentida para presumirla y mataba de hambre a las otras tres que tenía.

El gobierno municipal de Torreón, de pronto, porque a alguien se le ocurrió (no han querido decir exactamente a quién), se pusieron a remodelar la denominada Casa Mudéjar; una casona de estilo morisco ubicada en el centro de Torreón.

No han proporcionado información de cuánto se gastaron en hacer tal remodelación, pero eso no es lo más delicado.

Lo que más llama la atención es que ahora que la han inaugurado no saben qué uso le darán y, más todavía, qué costo tendrá operarla, por lo mismo no saben exactamente para qué utilizarla.

Elías Agüero Díaz, el director de cultura municipal, ha declarado que “probablemente” le tengan que destinar entre 200 y 300 mil pesos para su operación, pero no tienen claro qué uso se le dará.

Supuestamente el asunto va “por el lado de la literatura”, “hay un colectivo por ahí que está interesado”.

¿Un centro literario? ¿Cómo? ¿Con quiénes? ¿Con qué equipamiento y qué costo tiene ese equipamiento?

¿No hubiera sido más serio primero ponerse a determinar qué uso se le podía dar a la casona antes de gastar en remodelarla?

NO ES LA PRIMERA

Y no es con el propósito de estar de aguafiestas, pero las cosas suelen primero planearse y luego hacerse, y en este caso están replicando lo que sucedió con la casona de la Juárez y Colón, donde se ubica desde hace más de un año una sede del Instituto Municipal de Cultura.

Luego de ser ocupada por el ICOCULT, la remodelación y destino de esa finca fue un enredo. Inicialmente fue remodelada y destinada a un centro cultural y posteriormente, o desde el inicio, cedido su manejo al muy controvertido empresario Pedro Luis Martín Bringas, quien posteriormente trató de que fuera un centro de artes privado, CACTO Casa del Artista, pero las instalaciones nunca fueron apropiadas para tal cosa, como el colocar exposiciones de pintura.

En suma un desorden que costó mucho dinero público y estuvo buscando su destino, para terminar siendo una sede de las oficinas del Instituto Municipal de Cultura.

Ahora habrá que ver qué destino final se le da a la Casa Mudéjar, porque ahora que la inauguraron todavía no lo sabían.

Al Canal de la Perla, una obra de drenaje que se rescató como un atractivo turístico a un costo elevado, le pasó que una vez concluida no se tenía idea de para qué usarla y a la fecha es un subterráneo oscuro, sin visitantes y sin utilidad clara alguna.

Por cierto, habrá que cuestionarse si la fuente que colocaron en el patio de la Casa Mudéjar era parte de la edificación original, pero aunque resulte un espacio decorativo, quienes están en el quehacer crítico, que suele ser de lo más común en el medio de las artes, tanto como la maledicencia de café, es que el patio central, sin la fuente, es el espacio más grande y el que podría albergar eventos de mayor tamaño, como conferencias y arte escénico.

Eso está evidentemente a discusión, pero por lo pronto ya está lista la remodelación; sería bueno saber cuánto costó y finalmente qué uso le van a dar.

¿No hubiera sido más provecho socialmente que terminaran la biblioteca y centro de informática del complejo La Jabonera y de paso inyectarle más recursos para su adecuada operación?

Tal vez no, porque políticamente hubiera sido no redituable: es un gran complejo deportivo-cultural hecho por un gobierno anterior y en la remodelación de la Casa Mudéjar hay todo un evento de inauguración y una obra qué presumir.

El caso es más extremo, por las características de la obra, a la cual no se le ha puesto además creatividad, porque finalmente el dinero sale de nuestros bolsillos y los gobiernos municipales son algo así como propiedad privada de las camarillas que los obtienen por tres años.

Habrá que ver en qué termina esta remodelación de la Casa Mudéjar.

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