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Eliminar el estrés laboral: la utopía de la Norma 035

Opinión / 30 octubre, 2019

Por: Álvaro González Ramos

Mi segunda profesión, después del periodismo al que me he dedicado toda mi vida, es lo que denominamos como recursos humanos, laboré por un tiempo en lo que fue el Instituto Mexicano de Investigaciones Siderúrgicas, como encargado de la comunicación organizacional.

Esa experiencia me permitió conocer la mayor parte de las siderúrgicas del país y diseñar cursos de capacitación en desarrollo organizacional, que es algo así como el padre de todas estas corrientes que buscan cuidar el lado humano de las relaciones laborales.

Esta experiencia se dio a mediados de los años ochenta, por lo que han transcurrido más de treinta años, pero las cosas no han cambiado realmente en la vida laboral de las grandes siderúrgicas, uno de los ramos industriales, junto con la minería, más duros para los trabajadores, sujetos permanentemente a lo que hoy llamamos estrés laboral.

Una siderúrgica no para nunca; trabaja en tres turnos, hay condiciones peligrosas en varias áreas, donde un accidente puede ser mortal; las condiciones físicas de calor pueden ser muy difíciles, más si se combinan con humedad, como es el caso de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas, ubicada junto al mar. En suma lo que sobra son causas para trabajar bajo tensión, inclusive el porcentaje de mujeres en estas empresas es sumamente bajo y se restringe a las áreas administrativas.

El miércoles 23 de octubre entró en vigor la Norma Oficial Mexicana 035 que busca eliminar las cargas de trabajo excesivas, la falta de balance trabajo-familia, violencia hacia los trabajadores y acoso por parte de los jefes, entre otros aspectos que repercuten en la salud psicosocial de los trabajadores, lo que se traduce en lo que denominamos estrés motivado por las condiciones inadecuadas de trabajo.

Esta nueva norma tiene en buena medida su origen en los reportes de la Organización Mundial de la Salud, de acuerdo a los cuales México es el país con el mayor índice de estrés laboral del mundo.

En ésta evaluación se supone que el porcentaje de mexicanos afectados por un estado de cansancio mental por la exigencia de tener un rendimiento superior al normal alcanza 75%, en comparación con un 73% en China y tan solo un 53% en los Estados Unidos.

Debido a lo anterior se afirma que un 43% de trabajadores con un empleo formal padece estrés a causa de sus tareas laborales, lo que repercute en enfermedades como la ansiedad, depresión y trastornos físicos cardiovasculares que pueden ser graves y llevar a la muerte.

NO HAY CONDICIONES NI CULTURA

Esta normatividad está inspirada en países desarrollados, del tipo de los países nórdicos o del tipo de Nueva Zelanda y Australia, los cuales tienen culturas y normas laborales que son completamente distintas a la nuestra.

Somos un país subdesarrollado, para emplear un término que se usa demasiado, pero que sigue siendo útil para tratar de dar a entender que nuestro nivel de desarrollo, en todos los órdenes, es inferior al de los países ricos del hemisferio norte.

Si esto del subdesarrollo se traslada al medio laboral, el tema se vuelve muy complejo, porque es todo un universo donde hay que diferenciar tipos de empresa (a qué giro se dedican), tamaño de la empresa (micro, chica, mediana y gran empresa), tipo de servicio o de productos específicos que genera, la región del país en la que se ubica, la formación personal del propietario y hasta las características específicas de cada trabajador.

Pongamos un ejemplo: las condiciones laborales de los médicos internos del IMSS, denominados R1, R2, R3… El sueldo es malo, los horarios de trabajo extenuantes, la responsabilidad muy alta y las condiciones de trabajo difíciles, inadecuadas. Así trabajan todos los médicos internos del país. Para realizar un cambio el IMSS no tiene los recursos financieros ni humanos, ni los tendrá en el transcurso de los próximos años, por el contrario, las cosas pudieran empeorar al limitarse más esos recursos.

Un micro y pequeño empresario tiene que sostener con los dientes su empresa, debido a la forma en que funcionan muchas cosas en el país, entre ellas el crédito, los impuestos, las normas oficiales y la ley laboral. Se trabaja en condiciones difíciles, tratando de aprovechar los pocos recursos de los que se dispone y tanto el patrón como los trabajadores pueden estar sujetos a un muy fuerte estrés laboral, pero esto lo convierten en una forma de vida habitual, crónica.

En general en México la cultura de la capacitación laboral nunca se ha desarrollado y se invierte poquísimo en ella. Son contados los empresarios que tienen programas de capacitación para sus empleados y trabajadores. Casi nadie quiere gastar en ello porque considera que no le reditúa, y si gastan, lo hacen en cursos o eventos que no son los más adecuados ni tienen un seguimiento.

El gobierno, a través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y de la Secretaría de Hacienda, nunca ha estimulado la inversión en capacitación laboral.

Pero aun habiendo voluntad, podemos imaginar a una pequeña empresa dedicada al transporte foráneo de mercancías, que tiene cinco camiones y diez empleados en total, pero tiene que competir dando los precios más bajos y el mejor servicio o al menos igual que una empresa mediana o grande. Sus choferes están sujetos en consecuencia a condiciones de trabajo extenuantes. Si la empresa hace cambios e incrementa sus costos, no puede competir y en consecuencia desaparece.

En el caso de los gobiernos, desde el federal hasta el último de los municipales, todo indica que las condiciones son en sentido inverso: la cultura del trabajo es la del mínimo esfuerzo, el mejor sueldo, horarios laborales cómodos, vacaciones largas y al final una buena jubilación.

Conforme a los estándares, el sector público en México, comenzando por PEMEX, que se ha vuelto una amenaza para la estabilidad económica de todo el país, la productividad es baja. Ahí la aplicación de la nueva norma 035 no es el problema, sino los grandes vicios laborales que se han generado por décadas, los cuales no sólo no producen estrés sino un gran relajamiento, salvo sus contadas excepciones, que sólo confirman la regla.

Es muy bueno en teoría tener la flamante norma 035, pero antes se deben hacer muchas cosas en la cultura laboral del país para hacerla posible y no sea una fantasía más o un buen propósito. El problema es que contempla sanciones para los empresarios, cuando la Secretaría de Trabajo y Previsión Social no tiene siquiera la capacidad para evaluar a las empresas, menos para regresar hasta cinco veces.

¿Qué tiene que hacer un pequeño y mediano empresario para “cumplir con la identificación y análisis de riesgo psicosocial, la evaluación del entorno organizacional, las medidas y acciones de control, la práctica de exámenes médicos y los registros de los mismos? Es un lenguaje que ni tan siquiera entienden, pero tienen un año para cumplir con ello.

Mejor nos vamos a Tabasco, que Tabasco es un primor.

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