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Tres cincuentones de viejo rock

Cultura / Cultura Principal / 2 septiembre, 2019

Por: Daniel Herrera

Escritor y músico lagunero
Twitter: @puratolvanera

En los últimos años de los sesentas parecía que el rock duraría para siempre. Su poderío y creatividad había llegado con tal fuerza que ningún otro género podía hacerle sombra. Todos los meses de esos años aparecían varios discos que rompían poco a poco los límites del género. Había grupos para todos los gustos porque la experimentación viajaba hacia todos lados al mismo tiempo.

Durante la segunda mitad de 1969 aparecieron trabajos fundamentales para la historia del rock. Hace unas semanas se festejó la existencia de Abbey Road de The Beatles, no sé si es el disco más importante del grupo, pero si algo así existe, se acerca bastante.

En diciembre apareció Let it bleed, de los Stones, una de las cumbres del rock y de la propia carrera del grupo. Marca el fin de una época de los Stones y un retorno al rock más puerco y duro, lleno de erotismo y amor por las drogas. Pocos discos son como éste.

Y, también se podría hablar de At San Quentin, el portento grabado en vivo en la prisión de San Quentin por el genial Johnny Cash. Ese disco y el anterior en vivo: At Folsom Prison, convirtieron, aunque no lo necesitaba, al cantante en un mito. El country tenía también su representante dentro del mundo del rock, a pesar de que podríamos decir que sólo la actitud de Cash era rockera en ese momento.

A pesar de todos estos grandes discos, he decidido acercarme a otros tres discos importantes que aparecieron en 1969. Es una forma de huir del cliché, pero también una manera de volver a escuchar discos que no aparecen por aquí y por allá a cada rato.

On Time de Grand Funk Railroad

El grupo favorito de Homero Simpson logró que dos discos suyos aparecieran el mismo año: su álbum debut On time y Grand funk, conocido como “El disco rojo”. El primero no tuvo mucho éxito, pero a partir de diciembre del 69 y gracias a la fuerza de su segundo disco, On time se convirtió en un clásico del grupo. Tiene grandes canciones que siempre se recuerdan cuando se habla de Grand Funk: Are you ready, High on a horse, Into the sun y Heartbraker. Pero creo que el blues puerco de Time machine tiene todo lo que se requiere para amar este disco. Aunque también aparece Call yourself a man, funky, estridente, obsesiva y honesta. Insisto, no sé cómo nadie está hablando más de este disco ahora que cumple años.

Led Zeppelin II

El grupo londinense fue uno más de los que consiguieron grabar dos discos el mismo año. El primero en apenas una semana y casi sin ensayos. A pesar de que este gigantesco debut no tuvo el éxito que Jimmy Page esperaba, el grupo siguió adelante y grabaron su segundo álbum que se encontró en las tiendas a partir de octubre.

Led Zeppelin II abre con la magnífica Whole lotta love, creo que una de las canciones más atinadas para comenzar a escuchar a Zeppelin. Ese riff de guitarra ligeramente distorsionado nos avisa qué se nos viene encima: rock rudo sin concesiones. Una absoluta maravilla.

Este es un álbum que no desperdicia ni un solo track; cada canción funciona de forma magnífica. Por ejemplo, What is and what should never be viaja de ser una balada, a un blues y luego a un seco rock y regresa a la balada para pasar de inmediato al rock. The lemon song nos demuestra que John Paul Jones no era cualquier bajista, sino alguien a la altura de sus compañeros, aquí casi toma el papel protagónico de la canción. Heartbreaker tiene un riff de guitarra inconfundible, desde la primera nota te ha atrapado. Moby Dick es una canción instrumental que alberga un gran solo de batería. Y, al final, Bring it on home, el blues original de Sonny Boy Williamson II que es primero homenajeado por el grupo y que termina convirtiéndose en un hard rock al estilo que ellos siempre mostraron.

Sin duda, éste es uno de los más grandes discos de Led Zeppelin.

Concerto in B Goode de Chuck Berry

En este año, Chuck Berry también grabó un disco que quizá es poco conocido en este país. Era el regreso de uno de los más grandes músicos que Estados Unidos nos ha regalado. Tenía todo lo que se espera de una gloria viviente: sucio y viejo rock’n roll hablando de mujeres. Canciones de tres o cinco minutos, blues puerco que llega hasta las entrañas. Eso en el lado A del álbum, el lado B era el plato fuerte: casi 19 minutos de rock y solos de guitarra. El buen Chuck en su estado más primario. Ahí estaba, conviviendo con todos esos grandes discos, el origen de esta música que ha encandilado a tantos.

El gran crítico de rock, Lester Bangs, escribió sobre este disco: Una y otra vez fluye Chuck Berry, caminando como pato con su gran guitarra Gibson por los desordenados pasillos de la historia del rock. Sospecho que él seguirá haciéndola llorar con sabiduría cuando la actual basura sobre publicitada se haya desvanecido junto a sus adelantados y regrese a los oscuros pies de notas de las crónicas de nuestro arte.

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